Recuperando el asunto referente a la identidad tanto de la filosofía como de la ciencia yo quisiera señalar algunas ideas que me rondan la cabeza últimamente, una de ellas no tan nueva, pues es un fruto algo más madurado concebido a la sazón de mi trabajo sobre Marzoa, que precisamente termina con una disertación de este tipo.
Un aspecto sobre el que creo que podemos estar de acuerdo es que, si ambas cosas son saberes, son metodológicamente distintos.
Otro punto sobre el que creo que puede haber acuerdo es que, mientras que la llamada crisis de fundamentos de la matemática encontró la luz en el proceso de conversión logicista, en los trabajos de Frege, Russell, Wittgenstein, etc., para la filosofía no la hubo en el proceso análogo que hubo contra ella, siendo el proceso en su conjunto algo así como uno penal donde la filosofía es reo del delito de decir que sabe y los objetos probados de la matemática, tanto la axiomática lógica como la diversidad de teoremas lógico-matemáticos que demuestran la consistencia de las operaciones, el pago indemnizatorio. La filosofía quedó libre pero sin patrimonio, digámoslo así, como un pobre que mendiga frente a los imponentes propileos del Partenón, que lo tiene todo a sus espaldas pero nada delante. Nadie, hoy, en rigor, puede demostrar un objeto filosófico ni, más profundo aún, puede creer en ello sin tener que fundar al tiempo la religión desde sus cimientos. Entendiendo yo aquí por "objeto filosófico" una idea que no satisface condiciones válidas del discurso que son establecidas previamente al propio discurso (que no responde por ejemplo a un conjunto de axiomas lógicos sino que pretende hablar independientemente de estos o fuera de la autoevidencia de estos).
Ante lo dicho cabe objetar con qué legitimidad son establecidos axiomas, es decir, principios indemostrados, autoevidentes y simplísimos. Si bien la objeción carece de alcance crítico efectivo por cuanto lo establecido axiomáticamente como conocimiento (la matemática) no es conocimiento por sí mismo ni lo pretende, sino por las relaciones de unos objetos con otros, siendo los axiomas no la evidencia positiva de nada (esto es lo que quiero decir por "conocimiento por sí mismo"; no de la existencia de "p", "q", "r") sino la evidencia de que, en caso de darse, se dan como relación y se relacionan bajo cierta necesidad tautológica que es la que cataloga tal conjunto de axiomas; o sea, que propiamente no hay conocimiento de "cosa" alguna o "ser".
Creo que los filósofos que estudiamos lógica nos quedamos siempre un tanto perplejos porque no sabemos qué demonios estamos aprendiendo, al menos a mí me sucedió, lo cual motivó en su momento esta clase de reflexiones provocando que cayese en la cuenta de cuan atados estamos nosotros a las cosas y cuan profundamente supongo que desprecia (sin carga peyorativa) una mente matemática la existencia de algo que es por sí mismo, algo que creo es propiedad típica del objeto filosófico (el ser, la nada, la existencia, el mundo en el sentido de la totalidad o ya las cosas en su apariencia sensible como irreductibles, etc.)
Ahora bien, una estructura lógico-matemática posee además una relación de otro orden, que es la que hay por ejemplo entre que el conjunto de los números naturales incluya por demostración cierto número y que por otro lado contemos tantas cosas como las que corresponden a ese número, es decir, que sintéticamente a posteriori la proposición matemática sea verdad; que además de haber matemáticas del agujero negro haya de hecho agujero negro. El salto que hay entre la necesidad matemática y la contingencia de los fenómenos; que sea necesaria la relación matemática pero no la existencia sensible; que no haya necesidad de algo que de hecho sí lo hay y que esa falta de necesidad sea absoluta, o sea, al respecto de cualesquiera de sus lados, al respecto de cualesquiera de sus instancias físicas en virtud de las cuales algo existe, es por lo que hay mentes filosóficas, o sea, individuos especialmente sensibles a esta circunstancia.
Sin embargo, ¿cómo procede la filosofía?, ¿cómo discernir si algo dicho dentro del campo señalado de la filosofía (campo que en algún sentido lo hay, por cuanto hay algo dado a su vez no relacionado: la existencia) es verdad o no, si la filosofía propiamente no puede demostrar objeto alguno ni cosa que diga al respecto de alguno, pues es para ella -o lo debiera- lo más claro que lo existente, el ser, está necesitado de explicación precisamente porque carece de necesidad?
Por ahí arriba se dijo algo así como: no demostración, pero sí "argumento crítico racional" y, si no se dijo exactamente así también me valdría porque, ¿qué significan esa u otras expresiones que refieren alguna clase de rigor en el discurso filosófico?
Estos años yo me he hecho alguna idea al respecto pero prefiero irme deteniendo por aquí.
Un saludo a todos.