HanTT escribió:
Me parece bien
Pues mira, voy a empezar ahora mismo.
Permíteme una última reflexión.
Lo de la muestra de respeto que comentabas un par de mensajes más arriba yo lo veo justo al revés. Por ejemplo, si tenemos un grupo de 40 personas de diferentes edades y niveles de formación académica, no podemos tratarlos a todos por igual. Me explico. Si vas a hablar sobre la filosofía del idealismo alemán a un grupo de personas, antes tendrás que tener en cuenta el nivel académico de los oyentes para hacerte una idea de lo que puedes dar por sabido. Porque no es lo mismo hablar a Licenciados en Filosofía que a alumnos de 1º de bachillerato por más que entre estos últimos haya algún aventajado. No puedes trata a todo el grupo por igual porque entonces estarías faltando al respeto a todos ellos: unos pensarían que los estás tomando por "tontos"; los otros, que no sabes explicar y que das por sabidas cosas que no se saben.
¿Te imaginas que le exigiésemos los mismos conocimientos y madurez a un doctorando que a un bachiller? Eso sí que sería una falta de respeto para todos, ¿no os parece?
Entiende que desde el punto de vista académico la vara de medir no puede ser la misma para un bachiller que para un doctorando. Porque de hecho, no la es. Y sobre esto no caben muchas especulaciones. Aunque reconozco que yo repito las cosas mil veces.
Lo que sería una falta de respeto para todos sería homogeneizar criterios y corregir una tesis doctoral con el mismo criterio con el que se corrige un examen de Selectividad. Y sabemos que eso no sucede así (aquí coinciden el
es y el
debe: no sucede ni debe suceder). Los planes de estudio de Filosofía no son iguales para todos: el nivel va subiendo de menos a más desde el bachillerato hasta el doctorado. Parece bastante obvio, ¿no?
Mucho cuidado, pues, a la hora de hablar de igualdad sin más. Si no especificáis en qué, realmente no estáis diciendo nada, o al menos así lo veo yo. ¿Igualdad en qué? Hay que dar el parámetro. La homogeneización de las diferencias individuales es una de las características de los regímenes totalitarios, ya sean religiosos o seculares. "Todos exactamente iguales, y ojo con que alguien se desvíe de lo establecido". Ejemplo actual: el Estado Islámico. Esa es la cara fea de la igualdad.
La cara amable de la igualdad es aquella que busca la
equidad. O bien cuando hablamos de igualdad ante la ley. En principio, ésta está garantizada por la Constitución. Pero aun así sabemos que a veces se producen desigualdades materiales. Es el problema de la igual formal versus la material. Aquí la igualdad debe ser algo a lo que tender.
Así es que yo creo que para tratar igual a todos hay que hacerlo con
justicia. Es decir, hay que hacerlo con equidad, y no con férrea igualdad sin tener en cuenta las condiciones particulares de cada uno. Muy importante, pues, saber distinguir entre igualdad y equidad.
Y yendo al contexto que nos ocupa, el académico, ¿qué quiere decir tratar al otro por igual? Porque no puedes tratar por igual a un niño de 6 años que a otro de 15. Al de 6 no le vas a pedir que te haga ecuaciones de segundo grado, ¿verdad? No podemos tratar a nuestro grupo de 40 personas, con edades y niveles educativos tan heterogéneos entre sí, como si todos fuesen iguales. Para empezar, ¿iguales a qué o quién? ¿Iguales que un bachiller? ¿Iguales que un Licenciado? No le veo mucho sentido.
Pero sí convendría tratarlos con equidad haciendo justicia al nivel que a cada uno es lícito exigirle. Y aquí sí que desde la distancia no puedo distinguir entre unos bachilleres y otros (menos aún si acabáis de aterrizar en el foro). Y que conste que soy muy partidario de distinguir claramente a las personas con arreglo al mérito y esfuerzo individuales. Eso hacen los profesores en el aula, ¿no? A unos les ponen una nota y a otros otra.
Si tratásemos exactamente igual a nuestro grupo de 40 personas, es decir, con los mismos criterios académicos para todos, entonces no estaríamos siendo justos ni equitativos con ninguno de ellos.
La igualdad es un arma de doble filo. Hay que distinguir muy bien cuándo conviene hablar de igualdad y cuándo de equidad.
Está muy bien que se busque la igualdad formal y material ante la ley (se entiende que la primera debería garantizar la segunda, pero no siempre es el caso y lo sabemos). Pero no está nada bien que nos traten a todos por igual, pues no somos todos iguales ni tenemos por qué serlo. Y esto último es una falta de respeto que en muchas ocasiones se traduce en coacción de las libertades individuales.
Cuando yo le pedí disculpas a William D. Prigogine lo hice en virtud de la equidad, no de la igualdad.
Cuidado, pues, con la homogeneización de las diferencias individuales, incluidas las culturales. Y cuidado con no confundir igualdad con equidad.