Raskólnikov12 escribió:
Marcuse me gustó mucho; el hombre unidimensional me parece una tesis genial, así como su propuesta de la nueva racionalidad, intentando desarrollar las tesis de Freud.
Habermas no me gusto tanto, a la misma vez que Gadamer.
Pues a mí Habermas me encantó. No es que yo sea fan del marxismo ni del neomarxismo, pero cuando la crítica al capitalismo es pertinente se necesita alguien que sepa articularla sin caer en las rebañadas envidiosas y resentidas de siempre, tal como comenta von Mises
aquí. Además son críticas que no caen en saco roto, pues en las democracias liberales las críticas socialistas se han traducido en mejores salariales y de condiciones de vida para los trabajadores. Siempre mejorables, como todo.
Creo que Habermas es de los pocos neomarxistas que no viven anclados en 1867 (no vive anclado en la historia, que diría Fukuyama. Siga leyendo, si le apetece.). El hecho de que haya puesto el énfasis en la
técnica -no confundir con la ciencia, a pesar del claro nexo que las une- como instrumento de dominación e instancia alienante y legitimante de lo peor del "neoliberalismo" está bastante bien argumentada. Eso choca muchísimo con Marx, por ejemplo, quien tenía una idea positiva del avance científico-técnico. Aunque hay que entender que Marx se encontraba en pleno apogeo de la segunda revolución industrial.
Para comprobar que Habermas tiene una parte de razón no hay más que mirar a la gente en el autobús, el metro o incluso por la calle: casi todo el mundo enganchado al móvil de manera enfermiza, controlados todos mediante mecanismos legales. Más hubiesen querido en su época los socialistas liberticidas Stalin o Hitler (sí,
Hitler también era socialista, ¿no lo sabía? Pues ya lo sabe) tener un control sobre la vida de la gente como se tiene a día de hoy través de redes (anti)sociales y aplicaciones móviles. Y además es legal. Y para colmo, la gente arrodillada y superagradecida. Si es que... hay que leer a Habermas y, en particular,
Conocimiento e interés (1968) (y otros escritos posteriores, claro), que es por cierto lo que se preguntó en el examen de CAF I de la segunda semana.
Coincido con Habermas en que el acento hay que ponerlo en
la técnica como instancia alienante (y no tanto en eso de la lucha de clases de 1848). De hecho, ahora es la misma técnica y no tanto la clase dirigente (entendida como a mediados del siglo XIX) la que nos está barriendo de nuestros puestos de trabajo:
líneas de metro sin maquinista, máquinas expendedoras a diestra y siniestra (hasta para pagar multas de tráfico), drones (¿pizzas a domicilio volando?
Pues sí). De hecho, Santiago Niño Becerra siempre lo ha dicho en sus apariciones televisivas: "
lo que no va a pasar es que la tecnología vaya a menos. Eso no va a pasar. Y ésa es una contradicción (el paro no bajará) que ningún político tiene narices de abordar" (véase hacia el momento 4:28). Eso de lo que habla Niño Becerra es el denominado
desempleo tecnológico. Naturalmente, el avance técnico también crea puestos de trabajo nuevos, pero muchos menos de los que destruye.
Y ya lo último que me faltaba leer en relación al totalitarismo tecno-científico era
esto.
En el mundo de la era digital todo, lo bueno y lo malo, se ha desplazado hacia las tecnologías móviles. Las cosas que antes sólo sucedían en la calle ahora se dan en las redes (anti)sociales y otros mecanismos de control. Es por eso que a estas nuevas formas de violencia habría que
combatirlas con sus mismas armas.
Por lo demás cuando voy a la biblioteca de la universidad y hablo con algunos alumnos, naturalmente marxistas, al oirlos hablar tengo la sensación de estar ante un fantasma marxista de 1848. En lugar de centrarse en las instancias alienantes de hoy en día todos me hablan con las mismas categorías marxistas de 1867 sin actualizar, como si todavía viviésemos a mediados del siglo XIX. Sobretodo lo he detectado entre alumnos provenientes de hispanoamérica. Y siempre me acuerdo de la siguiente cita del liberal Francos Fukuyama en su
escrito sobre el fin de la historia (el triunfo universal de la democracia liberal):
"¿Cuáles son las implicancias del fin de la historia para las relaciones internacionales? Claramente, la enorme mayoría del Tercer Mundo permanece atrapada en la historia, y será área de conflicto por muchos años más." (pp. 15-16).
Según la tesis de Fukuyama vivir
en la historia significa vivir todavía en la época de transición hacia la democracia liberal. Significa no haber evolucionado todavía y vivir anclado en un paradigma dieciochesco.
Pues ésa es exactamente la sensación que tengo al oír a muchos alumnos doctorandos que escriben desde y sobre el marxismo. Y ésa es la sensación que NO tengo cuando leo a Habermas.