zolaris escribió:
Hola Goriot, Anuska, Raven:
Esta historia comienza en el mundo del arte contemporáneo, a partir de los 60 más o menos. El primer actor es el artista, el segundo el espectador, y el tercero la asignatura de UTA. No empieza por la asignatura, eso es el final. Relax, por favor.
1. El artista: bueno pues resulta que el artista no somos nosotros, eso tiene que quedar claro y creo que no lo está. El artista es un señor que está aquí para llenar un hueco de información, que no lo hace ni el periodismo, ni la política, ni ninguna otra fuente de información establecida en la cotidianidad.
Lo hace él creando un espacio político (lugar donde se establece un diálogo social no doctrinario). Si es un buen artista, claro, pero es de estos de los que nos ocupamos. El artista observa un acontecimiento y lo expone sin tomar partido por su solución, ni por ningún implicado. El artista es objetivo. Observa y expone. Lo hace de forma conceptual, donde la estética está al servicio del significado. El artista significa. La estética es un medio, no un fin.
Y el significado de lo que expone no es interpretable. El significado te lo da él con su obra (manifestación estética, título y a veces comentario). La interpretación es patrimonio suyo, no nuestro. Él es quien interpreta, imagina y significa con su obra. Así que dejemos eso en su lugar y no nos compliquemos con atribuciones que no son nuestras. Goriot, el profesor al corregirte te ha advertido de eso: te ha dicho que has hecho una interpretación personal. En efecto está bien corregido, porque la interpretación ya está hecha por el artista. Y luego te dice que has reinterpretado un texto que no es acorde con lo que la obra ofrece. Es decir, que has acoplado el texto a la obra y no la obra al texto. Que has tirado de calzador, vamos. Eso a veces colará, estoy seguro. Se puede tener una gran habilidad expresiva, pero eso parece más sofista que filosófico. Y está más cerca de dar palos de ciego que de argumentar con seguridad.
2. El espectador: Es decir, nosotros. Pero todavía fuera de la asignatura. Todavía no estamos en el terreno de UTA para nada. Nosotros, al observar la obra con atención, como alguien que escucha a un amigo y no lleva cada uno siete cervezas, escuchamos, observamos lo que tenemos delante sin pensar en lo que vamos a decir mientras el otro habla para las paredes. Establecemos una conexión cortés, relajada. Nos interesa de verdad lo que el otro dice, porque lo consideramos potencialmente interesante. No nos escuchamos a nosotros mismos. Y entonces entendemos perfectamente lo que nos dice porque habla para ser entendido, no para ser interpretado, ni imaginado. No es el Oráculo de Delfos y la obra su sibila.
3. UTA: y por fin, una vez entendido el significado, procedemos a analizarle a través de los textos que nos proporciona la asignatura. Y si hemos realizado un buen trabajo de documentación, que es ahora y no antes cuando entra en juego, podemos realizar ese análisis con una argumentación directa y segura. Vamos de la obra al texto, y no del texto a la obra. Pero ciñéndonos a la obra, no consiste en demostrar que nos hemos chapado todo a base de bien. Recuerdo un comentario de un compañero sobre una obra que tenía unas migas de pan en el suelo, y el compañero terminó hablando del tercer mundo. Yayo le dijo: no hay tercer mundo por ningún lado, las migas no te dan alas. No echemos a volar la imaginación. Eso ya lo hizo el artista, que es el que sabe hacerlo.
Espero haber podido explicarme con claridad. Eso es lo que yo he entendido de esta maravillosa historia y de una asignatura de la que me he enamorado. Una asignatura para la vida, para recuperar el mundo real, como dice Yayo. Luego se podrá aprobar o suspender, pero la ganancia aquí tiene que estar conseguida antes de ningún examen. Personalmente hace siglos que no me enfrento a uno, así que no me fio de mí ni un pelo.
Cualquier comentario, corrección, apunte, valoración, etc, sería muy de agradecer.
Un saludo.
Pues muchísimas gracias zolaris, de verdad te lo digo, compañero. Es cierto que la mayoría de lo que expones ya lo había ido asumiendo sobre todo con la lectura del manual, pero había cosas de las que no era consciente todavía, sobre todo en cuanto el papel del artista como ser objetivo que explica y no interpreta. Me choca bastante, de hecho. Cuando, por ejemplo, un artista compone una obra de manera que la construye lo mejor posible para expresar un territorio concreto de lo político yo, en mi concepción de las cosas, ya estaba asumiendo que el artista estaba tomando partido claramente. Es decir, que no es ecuánime a la hora de escoger, deliberar y concebir la obra. La objetividad, si la hubiera, vendría del método que, por lo que a mi respectaba, era lo que de verdad podía analizarse a través de los textos.
Si en algún momento he metido algún concepto con calzador ha sido inconscientemente y no conforme a mi voluntad. Todo lo contrario. Lo que yo venía haciendo hasta ahora era intentar coger una obra y, a partir de sus características observables, definibles, inteligibles, al fin y al cabo, pues explicarla según éstos se me fuesen asemejando a aquellos conceptos tan bien definidos y limitados como los que se encuentran en los textos. No trataba de darle un significado diferente al ya esencial de la obra, al aportado por el autor, sino que a través de mi forma de ver la obra y explicarla darle un sentido teórico a ese significado. Es decir, en el caso concreto de la PEC, una práctica divisoria de Foucault es una práctica divisoria, y una relación de poder es una relación de poder, etc., si yo, desgranando parte a parte una obra, encuentro un proceso que pueda ser equiparable al proceso que representa una práctica divisoria entonces se lo atribuyo, y el significado que el autor le da era sólo para mi aquella parte de la obra que le da sentido, tangibilidad, la parte que le da realidad.
Por ejemplo, la obra concretamente era Shibboleth, de Doris Salcedo. Es una grieta que cruzaba la sala del museo de principio a fin. Si, por una serie de deducciones, que van desde las características más simples hasta las más complejas, uno llega a la conclusión más o menos evidente de que una grieta de ese tamaño solo pude representar lo observable de un acto profundo y contundente, yo podría asemejarlo al poder patológico al que Foucault se refiere cuando describe un poder excesivo. Y en este caso, una vez llegado a este punto, coger el significado que el autor le da a la obra y darle a lo anterior la consistencia necesaria para cerrar el análisis, es decir, explicar que ese poder no es otro que el de los excesos de un Estado del Primer Mundo, y que la grieta es la huella.
Por todo lo demás, tomo nota urgente, porque no dices más que verdades. De nuevo, muchísimas gracias, zolaris.