Estaba hojeando y ojeando el libro de Deleuze de Cactus que dejó el otro día Black y me encuentro el siguiente fragmento:
“ El poder no para de hacernos hablar. No es siquiera que nos meta palabras engañosas, nos fuerza a hablar. “¡Exprésate una vez más, camarada!”. Pero “¡Exprésate, camarada!” es la fórmula del poder. El poder nunca ha dicho: “¡Cállate, camarada!”... En fin, retiro lo que acabo de decir [risas]. El poder dice “¡Cállate, camarada!” en el momento en que alguien tiene algo para decir. Es decir, resiste. Ahí sí, ahí sí: “¡Cállate, camarada!”. Pero de lo contrario, en la medida en que no tengo nada para decir, el poder me hace hablar. Y espera que yo no tenga nada para decir, es muy vil el poder. Porque lo sabe muy bien... Yo sé que se me invitará siempre a la tele cuando no tengo nada para decir [risas]. Un domingo en el que tenga algo que decir, se me dirá: “Ah, no, hoy no es posible” [risas]. Y ustedes saben, esto se ve en la cara de las personas. (F1, 223)”
Este fragmento me ha recordado a “La confesión”, película rodada por dos peligrosos izquierdistas, Costa Gavras (director) y Jorge Semprún (guionista). Su argumento gira en torno a los procesos de Praga o como el Partido Comunista Checoslovaco obligó a confesar a sus dirigentes crímenes que no habían cometido. El poder necesita comerse a sus hijos para seguir gobernando con el terror. Utilltarismo de partido. Yves Montand, soberbio.
A mi juicio, esta película ejemplifica algo que decía Jakobson: el lenguaje no se caracteriza tanto por lo que te permite decir como por lo que te obliga a decir. De manera consecuente ,se podría añadir que el lenguaje se caracteriza más por lo que te obliga a callar que por lo que te permite callar. Sobre este pensamiento de Jakobson, otro malvado pensador francés , Roland Barthes, haría una bonita disertación sobre el lenguaje literario que dejaré para otro día.