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TEMA: Recortes en ayuda al desarrollo

Recortes en ayuda al desarrollo 23 Ene 2011 01:01 #926

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ARTÍCULO DE ADELA CORTINA

La crisis que nos está tocando vivir nos ofrece una oportunidad fascinante para la reflexión filosófica sobre la moralidad. Así, entre otros, algunos de mis temas favoritos: lo insatisfactorio de una ética material, la intensa relación que guardan moral y economía (unidas por su objeto común, los valores) o lo desafortunado de esa línea de pensamiento que pretende aislar ética y política como si fueran dos esferas disjuntas.

El pasado 30 de mayo la profesora Adela Cortina escribió en el diario El País, con motivo de las medidas económicas acordadas por el Gobierno de España para reducir el gasto público, un artículo, cuyo enlace facilito al comienzo, criticando la medida adoptada por el Gobierno español para rebajar el déficit público consistente en reducir los fondos destinados a la ayuda internacional al desarrollo. Soy plenamente consciente de que no va a aumentar mi popularidad aquí el criticar un artículo que postula tan filantrópica posición; pero desde siempre (y la cosa se me ha acentuado con la edad) me ha producido una cierta prevención toda opinión que suscita aclamación masiva. Aquí, de boquilla, “to er mundo e güeno”, todos somos estupendos, filantrópicos, desinteresados, benefactores; pero, entonces, ¿por qué el mundo real es como es? Así que el discurso ético que todos soltamos o al que todos nos adherimos, o es más falso que Judas o no es un discurso correctamente construido. El artículo de Adela Cortina puede servirnos para profundizar un poco en dicho discurso y ver qué falla ahí, pues vamos a dar por supuesto que el uso de ese discurso se hace de buena fe y no por hipocresía.

Podemos, en primer lugar, intentar encarar la propuesta de Adela Cortina, como una regla o máxima de aplicación de un imperativo categórico. Analicemos el siguiente posible imperativo categórico: “debes ayudar económicamente a quien lo necesita más que tú”, imperativo que, por otro lado, sería el que Kant propugna como el ejemplo 4 de la “Fundamentación...” (A56); parece que de ahí puede derivarse la regla práctica de no rebajar la ayuda al desarrollo en los presupuestos del Estado. Pero la cosa no está tan clara.

En efecto, lo que califica el imperativo categórico kantiano es que procede de la voluntad libre del sujeto. En seguida nos damos cuenta de que lo que propugna Adela Cortina va por otro camino diferente. En efecto, Kant está hablando de que el sujeto moral destine libremente parte de su dinero a la atención al menesteroso; Adela Cortina está hablando de la utilización de unos recursos detraídos coactivamente a los ciudadanos, mediante los impuestos. La regla de Cortina no deriva del imperativo que he formulado antes, sino de este otro: “hay que obligar al que tiene más a que ayude económicamente a quien tiene menos”. Y eso ya no parece que deba ser universalizable como ley moral. Entre otras cosas porque no mediando la libre voluntad del sujeto, ya no hay ahí moralidad alguna, según Kant. Quiero decir que ahí habrá una imposición de valores de unos ciudadanos a otros, que se verán obligados a hacer algo quieran o no; y eso es ejercicio del poder, es decir, política, no ética kantiana. Me parece preocupante la penúltima frase del artículo de Cortina: “y sobre todo no invertir lo recaudado en todo aquello que lleva a conseguir votos, aunque sea estéril o incluso esté contraindicado”. Es decir, no hay que invertir los recursos detraídos coactivamente a los ciudadanos mediante los impuestos en lo que éstos quieren (pues es evidente que votamos a quienes nos dan lo que queremos), ya que los ciudadanos son un poco imbéciles y quieren cosas “estériles” y “contraindicadas”. El rostro del fascismo asoma aquí su siniestra efigie: Cortina nos dirá lo que está bien y lo que está mal; los ciudadanos, evidentemente, no están preparados para saberlo por su cuenta. Es obvio el peligro, que en varias ocasiones he denunciado en este foro, al que nos llevan las éticas materiales de valores.

El dilema que se plantea, pues, con una reducción del déficit presupuestario como la acordada por el Gobierno español, es tanto moral como económico, o incluso me atrevería a decir que es moral porque es económico. Lo económico se caracteriza, en definición clásica, por tratar de la satisfacción de las necesidades humanas mediante recursos escasos y susceptibles de usos alternativos. Y los problemas morales no se alejan mucho de ese esquema. Ya hemos visto que sólo hay moralidad si hay voluntad libre; que es lo mismo que ocurre en economía, cuando decimos que sólo hay problema económico cuando hay posibilidad de elección (susceptibilidad de usos alternativos). Y sólo hay moralidad cuando hay conflicto de valores: el propio Kant advertía que, cuando la elección conforme al imperativo categórico coincide con mi interés, es imposible determinar el valor moral de mi acción práctica; y eso es lo mismo que recoge la escasez económica, que hay que sacrificar algo siempre que queremos algo, pues un bien libre, a disposición sin tasa de cualquiera, no es un bien económico. Por tanto, el problema moral de la ayuda al desarrollo se plantea porque no hay recursos ilimitados, sino que hay que elegir entre unos usos u otros de los fondos públicos sabiendo que cada opción supone abandonar otras.

Y eso nos lleva a un tercer punto de vista. Si nos atenemos a la distinción de Max Weber, desde el punto de vista de la “ética de la convicción” todos estaremos convencidos de que habrá que echar una mano al tercer mundo para que salga de la miseria; pero eso no está tan claro desde el punto de vista del político, de la “ética de la responsabilidad”, pues esos recursos dedicados a la ayuda al desarrollo no llueven del cielo, sino que habrá que detraerlos de otros usos. Adela Cortina no traba bien ambos terrenos, pues, por un lado, alude a la “justicia” como valor a realizar (apunta que no se puede penalizar quitando ayudas a los que no son responsables de la crisis, como si el presupuesto del Estado fuera un instrumento depurador y punitivo de culpas) pero no evalúa las consecuencias para la economía española de mantener la ayuda al desarrollo en su actual nivel. Es evidente la desconfianza de los inversores en los mercados de capitales hacia la posibilidad de devolución de la deuda pública por el Estado español, lo que conlleva el tener que pagar una elevada prima de riesgo en los intereses de dicha deuda pública. Ése es el problema político y que debe afrontarse, en mi opinión, con decisiones políticas y morales. Pero, claro, no con una imposición de valores de unos ciudadanos a otros por la fuerza.

La cuestión, desde el punto de vista moral tal y como yo lo entiendo, consiste en la apertura de un diálogo transparente sobre la distribución de recursos, que ponga en cuestión, de una forma global, nuestro sistema político y económico. Sin embargo, lamentablemente, el debate que se ha abierto en España es todo lo contrario: yo sólo escucho voces partidistas y particularistas, donde a cada uno le parece mal el recorte que le hacen a él y pide recortes sólo para los demás. Los funcionarios se suben por las paredes porque les bajan el sueldo, pero piden que se les baje a los políticos; a los pensionistas les parece estupendo que bajen el sueldo a esos vagos de funcionarios pero que las pensiones no ya no se las congelen, sino que se las suban; a los que ganan menos de 30.000 euros les parece bien que les suban los impuestos a los que ganan más, siempre que a elllos ni se los toquen, mientras que a los que ganan menos de 60.000 les parece que ése debe ser el límite a partir del que se suban, o 100.000 o 120.000; etc. A Adela Cortina le parece muy bien que supriman asesores y “cargos superfluos”, pero supongo que no le parecerá bien que le quiten dos o tres ayudantes de cátedra, becarios o enchufados varios que pululan por la universidad española. Que paguen los demás. Hay una frase del artículo de Cortina según la cual “buena parte de la ciudadanía española... ha respondido a los encuestadores que recortes en desarrollo, no”. No acabo de entender muy bien dónde está el problema: que todos los que han votado en la encuesta en contra de los recortes, se rasquen voluntariamente el bolsillo cada semana y hagan donativos a organizaciones internacionales de ayuda al desarrollo para compensar la disminución de la ayuda pública. ¿O lo que han votado en la encuesta es “que les suban los impuestos a los ricos” para que con eso, que a los encuestados les sale gratis, se mantenga la ayuda pública al desarrollo sin recortes?

NOTA: ¿Alguien sabe lo que significa “empoderamiento (sic) de la mujer”? Me ha dejado estupefacto esta expresión, y no acabo de ver qué errata pueda haber ahí.
Bin ich doch kein Philosophieprofessor, der nöthig hätte, vor dem Unverstande des andern Bücklinge zu machen.
No soy un profesor de Filosofía, que tenga que hacer reverencias ante la necedad de otro (Schopenhauer).


Jesús M. Morote
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 24 Ene 2011 10:34 #928

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He venido reflexionando últimamente que nuestros debates, que siempre presupongo bienintencionados, en muchas ocasiones enfrentan perspectivas que pretenden advertirnos frente a los peligros a los que la postura contraria podría abrir. Así, en realidad, hay entre nosotros un consenso al que nos aproximamos por vías diferentes, enfatizando lo peligroso o erróneo del otro, explicitando poco frecuentemente lo mucho que en ocasiones llegamos a compartir de la postura contraria – acaso para no hacer el debate aburrido o de menor interés. Recientemente lo veíamos cuando Nolano advertía del peligro de una ética material en cuyo relativismo pueden acabar imponiéndose los más fuertes; mientras yo pretendía advertir del peligro que conlleva creer que la formalidad pura es posible y, con ello, arrogarnos en mayoría una autoridad como si ésta fuera infalible, por muy presuntamente racional que se precie. En el fondo creo que ambos compartíamos gran parte de lo que decía el otro.

En el caso de este hilo, no creo que nos hallemos en una situación muy diferente, pues no puedo poner en duda el deseo de Nolano de que todo el mundo pudiera disfrutar de unos mínimos para vivir, ni puedo obtusa y precipitadamente concluir en su férrea adhesión al capitalismo más liberal y salvaje. Y sin embargo, en este caso concreto, paradójicamente, me ha parecido, Nolano, que tus advertencias se construían más próximas a ciertas posturas que has venido criticando que a las que has venido defendiendo.

Así que, en este caso, voy yo a mi vez a pronunciarme, en líneas generales, a favor del artículo y por tanto a favor de esa postura, al parecer mayoritaria, contra el recorte en la ayuda al desarrollo. Y reconociendo el peligro que adviertes, Nolano, admitiré que en esa mayoría encuestada habrá muchos inconscientes que, si llegasen a considerar seriamente que renunciar a ese recorte les apretaría los bolsillos directamente, rectificarían su postura. Estamos de acuerdo en la esterilidad de las “voces partidistas y particularistas”, poco solidarias en el sentido universalista y no caritativo del término. Pero creo sinceramente que en esa mayoría late la idea de que debemos, más que nunca, apelar a la universalidad kantiana y esforzarnos por garantizar que todo ser humano pueda contar con unas condiciones básicas elementales para vivir y que son tan poco controvertidas como deseables para todos, cuesten lo que cuesten. Y creo que la gente en general es muy consciente de esto.

Me resulta incoherente reprochar que Cortina critique las medidas populistas que en su opinión sirven para comprar votos porque los ciudadanos sí saben lo que quieren y no son “unos imbéciles”, a la vez que se critica la posición al parecer mayoritaria de esos mismos ciudadanos por ser inconscientes en su oposición al recorte. Pero además, esta postura me parece falaz, porque el motor del derecho democrático descansa precisamente en que los votantes puedan discrepar de sus gobiernos para cambiarlos y en el derecho de los ciudadanos a criticar libremente sus medidas, especialmente cuando creen que atentan gravemente contra la supervivencia de tantos o cuando, por otro lado, buscan contentar el instinto de miras cortas de la gente (incluso me atrevería a poner en cuestión a la propia Cortina si esas medidas comprometidas con las mujeres que van a dar a luz y que han sido frustradas no han tenido también algo de ese factor populista al no discriminar entre quienes verdaderamente las necesitaban).

Podríamos hablar largo y tendido sobre la deuda moral que el primer mundo tiene con el resto de la humanidad (esa que paradójicamente tiene contraída con él una deuda externa – deuda eterna). Una humanidad a cuya costa este primer mundo históricamente se ha enriquecido injustamente y gracias a cuya precariedad vital se permite el lujo de mantener su insostenible tren de vida. Y sí, con pesar, soy consciente de pertenecer a ese primer mundo, y de que atrapado en el engranaje del sistema soy también parte colaboradora del mismo. (Ya habrá otra ocasión para cuestionar si podríamos verdaderamente evadirnos del sistema sin caer en la pasividad ermitaña, o si la posibilidad que cabe es la de tratar de minimizar, en primera persona y dentro de lo razonable, los efectos nocivos de mi participación en él).

Pero no quiero hacer uso de ese argumento culpabilista que, aunque cada vez más difícilmente, algunos como tú mismo cuestionáis. Prefiero, en tu línea kantiana, limitarme a apelar a una elemental vocación de humanidad que creo que nos mueve a todos a erradicar el hecho de que tantos miles de millones de personas malvivan y sufran en este mundo, y que pretende hacer universales ciertos Derechos Humanos en progresiva construcción y consenso.

Evidentemente, construir derechos conlleva establecer unos deberes. Y está claro que los recursos son limitados, pero apelando a esa vocación, me resulta dolorosamente trágico que los más vulnerables en nuestro sistema paguen tan desproporcionadamente a su situación las secuelas de una crisis económica que difícilmente provocaron ni aun alentaron. Nuestra “crisis” palidece al lado de la que están sufriendo tantos ahora mismo, como por ejemplo en Níger, donde dos de cada tres personas tienen serias dificultades para alimentarse, o donde las mujeres – imprescindibles para el desarrollo – están abandonando su educación por la urgencia de la necesidad de sus familias – cuando trágicamente se constata que aquellas que alcanzan dos cursos de secundaria administran correctamente a sus hijos el tratamiento ante una diarrea (básicamente, tenerles hidratados) en un 95% de los casos, frente al 30% entre aquellas que no los alcanzan (según datos de Acción contra el hambre).

La redistribución de recursos en toda tribu que la antropología estudia debiera, a estas alturas de la historia y de la globalización, ser ya un imperativo internacional que rompiese de una vez con la miope falacia etnocéntrica de que “la caridad empieza en casa” como Cortina critica. Una postura enraizada en el vetusto nacionalismo que además sirve como metarrelato para impedir un modelo en el que verdaderamente contásemos con un gobierno político transnacional a la altura de las todopoderosas corporaciones económicas transnacionales en esta polis global. Creo que cuando se habla de la intromisión de los mercados no hay que dejar aparte la cuestión de sus deficiencias. Porque precisamente son el ejemplo perfecto para observar la inmoralidad de su lógica: Un prestamista con toda la lógica de mercado puede exigirle a un país que reduzca su déficit para prestarle dinero en las condiciones que sea. Pero, cuando nos salimos de la definición de libro - y ahí me refería, aunque simplificando, al hecho de que la realidad es más compleja que la definición un tanto axiomática que se da en la teoría, indudablemente necesaria para poder dar razón de nuestras percepciones, pero muchas veces insuficiente para explicar toda la realidad - podemos observar cómo hace unos meses los Estados tenían que salirse de la lógica de mercado para ir a salvar a esos prestamistas descerebrados e imprudentes que habían prestado sin evaluar bien sus riesgos, impulsados por una desmedida ambición sin regulación suficiente que les parase los pies. La lógica de mercado habría hecho necesario que sucumbieran, pero claro, los efectos colaterales de su caída habrían sido también fatales, con un batacazo financiero más grave que habría afectado a la población todavía más severamente. Así que los Estados salen al rescate y, claro, se endeudan. Y ahora, endeudados, estos prestamistas - que juegan a comprar y vender deuda de países sin que les tiemble el pulso de la misma ambición - exigen que se sigan cumpliendo las normas del mercado. Si se me permite la simplificación, el "dinero", el capital, es decididamente internacional, las fronteras para él son humo. Existen instituciones verdaderamente transnacionales capaces de poner en jaque poderes políticos mucho más limitados que campan bastante a sus anchas gracias al metarrelato actual del liberalismo económico. Y claro, divide et vinces, ¿qué país es el listo que se la juega y planta cara a estas instituciones diciendo que por ahí no pasa? Ninguno, porque se encuentra maniatado por el rehén de su población-electorado: una maniobra así sólo haría que fluyera el capital hacia otros países resignados al sometimiento a estas reglas. Si existiera una instancia política fuerte, capaz de regular internacionalmente el comportamiento de esta libertad de mercado, otro gallo cantaría. Pero andamos aún lejos de tal escenario. Así que a lo que seguro que también asistimos es a una ausencia de universalidad kantiana en este sentido al que apunto: cuando me conviene, no me importa la "intromisión del estado", mientras que cuando no me conviene, predico lo contrario justificando la "intromisión de los mercados". Esta doble moral de los actores involucrados en los mercados encubre el oneroso beneficio que debería ser la principal fuente de redistribución y de amortiguamiento frente a la crisis económica que en su mayoría han provocado por su ambición. Y en este sentido, como ejemplifica Cortina con su burro, nuestra vocación no podría incoherentemente traicionar la universalidad que la vertebra y ofrecer la ayuda sólo cuando nos sobre y los tiempos sean de bonanza. Si hay que recortar, adelante, pero no empezando precisamente por los más frágiles. Que empiecen en un sistema equitativo consensuado por quienes la han provocado y más se han beneficiado de ella. Y con ello, si es preciso, que empiecen por mí.

Tachas a Cortina de pretender imponer sus valores particulares a los de los demás, jugando con una formulación kantiana. Pero aquí me parece errónea tu propuesta, porque la formulación no es “debes ayudar económicamente a quien lo necesita más que tú”, sino “debo ayudar económicamente a quien lo necesita más que yo”, y no sólo como monológica conclusión a la que la mayoría de nosotros llega, sino además como propuesta compartida dialógicamente en nuestro sistema y que hemos materializado en algunos casos. Los impuestos no han de ser “detraídos coactivamente a los ciudadanos” sino consensuadamente entregados conforme a la decisión de la mayoría. Tu postura, Nolano, se aproxima esta vez a la del díscolo Muguerza a quien tanto has criticado su “imperativo a la disidencia” frente a la cívica postura que se somete al escrutinio del discernimiento democrático: sin entrar en las deficiencias del sistema, claro que la de Cortina sigue siendo una cuestión moral y política – sin separar ambas esferas –, porque no niega la libertad del sujeto sino, como Rousseau, se ampara en que yo libremente asuma la deliberación de la asamblea en la que soy representado no para fraguar una síntesis de intereses sino una voluntad general. Y sí, esta vez, es ella la que se muestra disidente, porque cree que esa supuesta voluntad general manifestada en la acción del gobierno no es tal, avalada por una mayoría que en mi opinión es osado juzgar como inconsciente. Podremos entrar a cuestionar que la mayoría de urnas que respalda al gobierno es mucho más legítima que una mayoría de una encuesta espontánea y a la que es gratis – en el sentido amplio del término – responder. Pero de ahí a lo que has manifestado hay un largo trecho.

Por eso, me resulta falaz apelar “a una imposición de valores de unos ciudadanos a otros por la fuerza” cuando la propuesta de Cortina – por supuesto discutible, y no situada más allá del bien y del mal – ha sido tantas veces refrendada en el seno de esa democracia. Tanto Cortina como tú estáis en vuestro derecho de criticar y cuestionar tanto la acción del gobierno como la crítica al mismo. Pero por coherencia, no puedes reprocharle a Cortina que lo haga – como una sombra del fascismo que peligrosamente revolotea – si tú mismo lo haces.

Un ejemplo muy claro de un consenso que no supone esta imposición se encuentra en los tramos del IRPF: yo soy partidario de que se establezca como principio equitativo que cuanta más renta se obtenga más impuestos se paguen relativamente (es decir, no como un porcentaje fijo sino incremental) como medida para la redistribución de la riqueza. Y esto no lo formulo como imposición autoritaria a los demás, sino como propuesta para esa justicia como imparcialidad de Rawls, en la que el “velo de ignorancia” me impide saber qué posición ocuparé en la escala social. Yo quiero vivir en una sociedad que así funcione, caiga en el sector que caiga. Y – ineficiencias y corrupciones aparte – si me toca pagar relativamente más, estaré encantado porque eso significará que mi vida es económicamente más holgada. Y eso no hace del Estado ese “instrumento depurador y punitivo de culpas”, por mucho que se quiera ridiculizar, sino que le otorga un papel que a mí me parece fundamental y ampliamente respaldado en las sociedades europeas: el de la de la redistribución de la riqueza así como la de garantizar un mínimo en el bienestar para todos, y por tanto, especialmente a los grupos más desfavorecidos.

Y por fin, desde recorridos diferentes, alcanzamos el consenso de que “La cuestión […] consiste en la apertura de un diálogo transparente sobre la distribución de recursos, que ponga en cuestión, de una forma global, nuestro sistema político y económico.” Yo lo imagino como una democracia verdaderamente global, de sufragio universal, sin derecho a veto y efectiva e internacionalmente ejecutiva más allá de las pueblerinas – como dice Cortina – excusas nacionalistas. A partir de ahí, confío en la gente.

P.D.: Empoderamiento es al parecer el sustantivo del verbo caído en desuso empoderar, que la RAE identifica con apoderar, y por tanto con:

1. tr. Dicho de una persona: Dar poder a otra para que la represente en juicio o fuera de él.
2. tr. ant. Poner algo en poder de alguien o darle la posesión de ello.
3. prnl. Hacerse dueño de algo, ocuparlo, ponerlo bajo su poder. U. t. en sent. fig. El pánico se apoderó de los espectadores.
4. prnl. ant. Hacerse poderoso o fuerte; prevenirse de poder o de fuerzas.

Para traducir empower - cosa que no tengo claro que haya que hacer necesariamente - se habla en distintos foros de expresiones como otorgar poderes, facultar, potenciar, habilitar, emancipar...
Javier Jurado
@jajugon
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Última Edición: 24 Ene 2011 10:36 por Kierkegaard.
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 24 Ene 2011 23:19 #933

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Creo que era bastante evidente que mi intención, al criticar el artículo de Cortina, no era poner en cuestión la necesidad de la ayuda al desarrollo, sino evidenciar hasta qué punto una buena causa puede ser muy mal defendida. Y eso porque creo que si una causa es buena tienen que poder aducirse buenas razones para defenderla; si no existen esas buenas razones entonces, sintiéndolo mucho, tengo que decir que la causa es mala.

Y si algo debe caracterizar al filósofo, que no es economista, ni jurista, ni político, ni sociólogo, es que, ya que no puede aportar posiblemente una explicación detallada y documentada de lo que existe, al menos sí debería, como tarea preferente, plantearse la validez de los argumentos que se nos presentan de uno y otro lado, de forma muchas veces sesgada e interesada. Adela Cortina, en este artículo, no hace honor al título de filósofa con el que se nos presenta. Voy a desgranar los diferentes argumentos deficientes o erróneos que contiene el artículo; espero que se me permita, para mayor claridad, calificarlos conforme al índice de falacias de García Damborenea (ver “Uso de razón” en el apartado “Enlaces” de este foro), aunque presuponiendo siempre que Cortina escribe de buena fe y, por tanto, carecen los argumentos de la mala fe que se atribuye a las falacias en sentido estricto.

1) “Cuesta creer que la recuperación de la economía española tenga que pasar, entre otras cosas, por recortar la inversión en colectivos especialmente vulnerables: las personas dependientes, los jubilados, que verán congeladas sus pensiones, y las mujeres que van a dar a luz, con las que había un compromiso. No parece que ninguno de ellos sea responsable de la crisis económica”.

Falacia del “non sequitur”. Cortina, del antecedente según el cual los “colectivos especialmente vulnerables” no son los responsables de la crisis económica deduce el consecuente de que la recuperación de la economía española no pasa por recortar a aquéllos los subsidios. La deducción es claramente errónea: si a mí me despiden del trabajo, tal vez le tenga que quitar o rebajar la paga semanal a mis hijas, y eso pese a que el culpable de que me hayan despedido no sean, ni por asomo, mis hijas.

2) “Es en estos casos cuando se hace patente que hay ciudadanos de primera y de segunda, y que los de segunda están en permanente situación de riesgo, un riesgo que no sólo se corre, sino que se transforma en amarga realidad”.

Esta falacia es difícil de clasificar; puede considerarse una falacia “populista” o “ad misericordiam”. En todo caso es un claro abuso argumentativo desplazar una cuestión económica (la falta de recursos de ciertos segmentos de la población) hacia una cuestión política o institucional, pues lo de ciudadanos de “primera” y de “segunda” hace una clara alusión a un posible estatuto jurídico diferente, lo que no ocurre. En España todo el mundo tiene el mismo estatuto jurídico; no hay ciudadanos de primera y de segunda, aunque sí haya unos que son más ricos que otros.

3) “Podría pensarse que las gentes de los países en desarrollo no son ciudadanos españoles, y que son "los nuestros" los que tienen prioridad, más aún en tiempos de recortes. Daríamos entonces la razón a ciertos neurocientíficos, según los cuales, el desinterés por los lejanos tiene bases cerebrales, porque llevamos acuñados unos códigos, producto de la evolución, que se fueron formando en la época de los cazadores-recolectores, cuando las gentes formaban pequeñas tribus y se veían obligadas para sobrevivir a estrechar lazos con los demás miembros y a rechazar con agresividad a los lejanos, a los diferentes, a los extraños. (...) buena parte de la ciudadanía española que, según las encuestas, se ha puesto por montera el código pueblerino de los cazadores-recolectores”.

Falacia “ad hominem”. El que no esté de acuerdo con los argumentos de Cortina pasa a la categoría de “pueblerino”, quizá de homínido con pervivencia de rasgos atávicos de cazador-recolector.

4) “Por si faltara poco, nobleza obliga, y la presidencia de la Unión Europea debería llevar aparejado un plus de ejemplaridad”.

Falacia de “eludir la cuestión”. Nada tiene que ver el ejercicio de la presidencia de la Unión con lo que aquí se trata.

5) “Pero, en lo que afecta a reducir gastos, podría muy bien prescindirse de asesores, ministerios, direcciones generales y un buen número de cargos superfluos, poner tasas a las transacciones financieras, mirar con lupa fraudes y corrupciones, y sobre todo no invertir lo recaudado en todo aquello que lleva a conseguir votos, aunque sea estéril o incluso esté contraindicado. Pero reducir la ayuda al desarrollo humano es radicalmente inadmisible”.

Falacia por “falsa disyunción”. Cortina nos ofrece una alternativa entre recortar la ayuda al desarrollo o varias opciones, como, por ejemplo, “prescindir de asesores”. Evidentemente, se podrían hacer las dos cosas: no son, en absoluto, incompatibles.

6) Pero, además, hay ahí una “pista falsa”. Pensemos en qué se materializa el presupuesto de ayuda al desarrollo del Estado español. Evidentemente, en mantener un departamento con funcionarios para repartir fondos. También la ayuda al desarrollo conlleva “asesores, ministerios, direcciones generales” y, posiblemente, un buen número de cargos superfluos. ¿O es que Adela Cortina pretende que se repartan fondos sin que el Gobierno previamente se “asesore” sobre a quién se le dan los fondos y cuál va a ser su destino final (el bolsillo del tirano de turno o el pueblo necesitado)? El despilfarro, el fraude y la corrupción no sólo es cosa del Ministerio de Obras Públicas; de hecho no son de los menos vulnerables los órganos y organismos dedicados a canalizar la ayuda al desarrollo; pues la lejanía geográfica y las características del ámbito sociopolítico donde se entregan los fondos hace de muy difícil control su aplicación.

Evidentemente, la lucha contra la ineficacia burocrática y su exceso de costes es necesaria, pero no tiene nada, absolutamente nada, que ver con lo que se discute aquí, pues es una actuación ineludible en tiempos de bonanza económica tanto o más que en tiempos de escasez. Para no hablar de los “fraudes y corrupciones”.

Por otro lado, “poner tasas a las transacciones financieras” supone aumentar los ingresos y no debe incluirse esa medida en una relación de medidas para “reducir gastos”, que es de lo que está hablando Cortina. Evidentemente el debate sobre las reformas del esquema impositivo español es otro asunto distinto.
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Jesús M. Morote
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 25 Ene 2011 20:16 #941

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No he pretendido, y no creo haberlo hecho, que con mi respuesta se insinuara que tu intención fuera cuestionar la ayuda al desarrollo. Efectivamente, lo que más nos interesa aquí es la argumentación empleada, tanto por Cortina como por quienes habéis criticado su artículo. Sobre esto último, mi respuesta ya mostraba algunos razonamientos que he considerado ilícitos en tu crítica. Ahora, volvamos a las de Cortina y a las nuevas críticas que enumeras.
Nolano escribió:
Si una causa es buena tienen que poder aducirse buenas razones para defenderla; si no existen esas buenas razones entonces, sintiéndolo mucho, tengo que decir que la causa es mala.
Estamos de acuerdo, siempre y cuando no cometamos la falacia de reemplazar la idea de "no existen esas buenas razones" con que Cortina o cualquier otro "no exponga buenas razones". Una mala argumentación no es excusa para neutralizar a toda la causa en la que se alinea el argumentador.

1) La frontera entre la demagogia y la buena argumentación a veces es difusa. Dudo mucho que Cortina considere que lógicamente se pueda deducir que dado que los colectivos especialmente vulnerables no son responsables de la crisis, la recuperación no pasa por recortarles subsidios. Y creo que eso queda patente cuando dice que "cuesta creer" que tenga que ser así, no porque sea lógicamente imposible o porque nunca deba ser así, sino porque Cortina debe considerar que para la recuperación económica debieran ser suficientes los recortes que aplicar, dentro de las prioridades o valores que considera emanados de la mayoría, a los responsables de la crisis. Sé que esta proposición es tácita, y está cogida con alfileres, pero me parece coherente con el planteamiento de Cortina y desharía la falacia.

2) Esta no es una falacia como tal. Puedes considerar que es populista, pero es una cuestión valorativa. Y aunque en parte comparto tu opinión, no me resulta un abuso menos sesgado que considerar que sólo porque no existe un explícito estatuto jurídico que diferencie entre ciudadanos de primera y de segunda, podemos obviar que las instituciones y la política puedan estar ejerciendo de hecho esa clasificación tácita en algunos casos. A la luz del punto anterior, tal sería el caso si, a pesar de que considerásemos que los responsables de la crisis debieran pagar sus consecuencias antes que los que no lo son, fueran postpuestos en la lista con favoritismo parcial (evidentemente discutible).

3) Efectivamente aquí te doy la razón. Aunque personalmente esté de acuerdo con denostar la cerrazón de quien lucha contra el cosmopolitismo al que invita la razón, y que la filosofía debe defender, eso no es excusa para mantener esta consideración impropia de un análisis filosófico serio.

4) No acabo de entender esta objeción: si Cortina valora que el recorte es injusto, ¿qué hay de malo en considerar que la presidencia de la Unión Europea amplifica tanto lo bueno como lo malo que se haga en la política económica interior? Podremos estar o no de acuerdo, pero tanto como considerarlo falaz... Yo sí me creo aquello de que no sólo hay que ser bueno, sino también parecerlo. Por lo que si nos sentimos obligados a actuar de cierta manera, mucho más cuando además ésta es más visible. ¿No resulta más censurable la misma acción en Berlusconi que en un italiano de a pie?

5) Esta no me parece una falsa disyunción, sino un planteamiento alternativo en prioridades, tal y como he reflejado ya desde el primer punto: Cortina propone anteponer en esa cola de posibles recortes a la que considera burocracia innecesaria, lo suficiente como para que llegar al punto de recortar de ayuda al desarrollo resulte algo inadmisible en el sentido de innecesario. Evidentemente se podrían hacer las dos cosas en paralelo si no atendemos a esa escala de prioridad, pero precisamente ésta es la idea que entiendo que vertebra todo el artículo.

6) Tienes razón en que la lucha contra la ineficacia burocrática es un deber distinto al de la cuestión de la ayuda al desarrollo, y que ésta a veces es la que precisamente no se canaliza de la mejor manera (si hay otras peores, y por tanto previas en la lista de recortes, es algo sobre lo que no creo que estemos capacitados para valorar). Sin embargo, además de cuando esta ayuda al desarrollo se esté canalizando de forma ineficiente, ambas cuestiones sí se ponen en relación cuando se enfocan desde el punto de vista de las medidas a trabajar para recortar y optimizar costes: en el orden de esfuerzos, para Cortina, antes va poner empeño en optimizar la burocracia de otras áreas que en mirar con lupa las partidas de ayuda al desarrollo. Su propuesta entiendo que pasa por no dedicar los mismos recursos y esfuerzos a todas las posibles fuentes de recorte y poner a la cola a aquellos más desfavorecidos en el orden mundial a la hora de ponernos a optimizar. Por lo demás, estoy de acuerdo con la impropiedad de listar entre los recortes una medida de aumento en los ingresos (como las tasas a los bancos), aunque los efectos en cierto sentido sean los mismos.
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 27 Ene 2011 11:17 #947

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Empezaré por el punto 4, cuyas objeciones dices no entender, Kierkegaard, porque creo que es el más sencillo de contestar. Comienza Cortina ese párrafo con un: “Por si faltara poco, nobleza obliga” (decepcionante esa expresión “por si faltara poco”, en lugar de la realmente adecuada: “por si fuera poco”, es decir, por si los argumentos precedentes se quedaran cortos; pero así escriben en España los catedráticos de hoy en día). La expresión “nobleza obliga” es traducción literal a nuestra lengua del francés “noblesse oblige”; la wikipedia nos informa de que, según el diccionario de la Academia francesa, esa expresión significa que “se debe actuar de una manera que sea de acuerdo la posición de uno, y de acuerdo a la reputación que uno ha ganado”.

Pues bien, Cortina afirma que el ostentar la presidencia de la Unión Europea compromete a algo, pues dicha presidencia sería indicativa de una determina “posición” o de una determinada “reputación”. Y eso no es así, pues la presidencia de la Unión es rotativa por semestres y no es signo de posición alguna o indicio de reputación especial en el concierto internacional; un día la ocupa Alemania o Francia y otro día Chipre o Malta, por estricto orden rotatorio alfabético. La vacuidad del argumento se pone en evidencia si se cae en que, según dicho argumento, si el Gobierno de España adopta las medidas de recorte el 29 de junio las medidas están menos fundamentadas que si las adopta el 1 de julio. Lo que es aún más absurdo si se tiene en cuenta que no son medidas puntuales que se agotan uno ictu, sino medidas adoptadas para permanecer un cierto periodo, durante cuya mayor parte España no va a ostentar la presidencia de la Unión.

Pero la cosa deriva de tontería en falacia si lo pensamos con más cuidado, pues la estrategia argumentativa (consciente o inconsciente) de Cortina es bastante vieja. La ilustró en unos versos de fascinante simplicidad, como todos los suyos, el fabulista Samaniego:

En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba el señor Cuervo.
Del olor atraído
un Zorro muy maestro,
le dijo estas palabras,
o poco más o menos:
“Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño;
vaya que estáis donoso,
mono, lindo en extremo;
yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
junto a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el Fénix
de sus vastos imperios.”
Al oír un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso;
el muy astuto zorro,
después de haberlo preso,
le dijo : “Señor bobo,
pues sin otro alimento,
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo como el queso".
Quien oye aduladores,
nunca espere otro premio.


Creo que es obvia la intención (consciente o inconsciente) de Cortina de apelar a un “prestigio” o “posición” internacional de España realmente ficticia, para que el lector, “hinchado y repleto” de alabanzas, deslumbrado por la perspectiva de sentirse colega de la diosa Ceres, suelte el queso (es decir, se avenga a apoyar los valores que defiende Cortina). Y conste que no estamos discutiendo los valores que defiende (tan mal), sino poniendo en cuestión lo mal argumentada que está dicha defensa.

Como el mensaje ha quedado un tanto largo, seguiré en otros discutiendo el resto de tus objeciones.
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 27 Ene 2011 18:18 #948

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Para discutir las que he numerado como falacias 1 y 2 hay que analizar detenidamente el primer párrafo del artículo de Cortina. Lo reproduzco: “Cuesta creer que la recuperación de la economía española tenga que pasar, entre otras cosas, por recortar la inversión en colectivos especialmente vulnerables: las personas dependientes, los jubilados, que verán congeladas sus pensiones, y las mujeres que van a dar a luz, con las que había un compromiso. No parece que ninguno de ellos sea responsable de la crisis económica, ni tampoco de otras crisis que oscurecen el horizonte, y justamente para ellos, por su especial vulnerabilidad, el recorte es a todas luces dramático. Es en estos casos cuando se hace patente que hay ciudadanos de primera y de segunda, y que los de segunda están en permanente situación de riesgo, un riesgo que no sólo se corre, sino que se transforma en amarga realidad”.

Lo que está diciendo Cortina, pueden ser tres cosas:

a) Que hay dos requisitos cuya conjunción es suficiente para que alguien deba quedar excluido de las medidas de recorte presupuestario (E): 1) tener una “especial vulnerabilidad” (V), y 2) no ser responsable de la crisis económica (¬R). Es decir: (V^¬R)→E.

b) Que si alguien es especialmente vulnerable a la crisis, entonces no es responsable de ella y, por ello, debe quedar excluido de las medidas de recorte: (V→¬R)→(V→E).

c) Que si alguien es especialmente vulnerable no es responsable de la crisis y, además, debe quedar excluido de los recortes: (V→¬R)^(V→E).

Lo confuso del discurso de Cortina hace que no sepamos bien a qué atenernos; lo que está tratando de argumentar Cortina, la conclusión a la que pretende que llegue su auditorio es a que si uno es vulnerable debe quedar excluido de los recortes: V→E. Eso descarta que el texto de Cortina deba interpretarse como el a) precedente, pues excluiría de las ayudas al indigente que fuera culpable en alguna forma de la crisis. El discurso de Cortina es que no hay nadie en el colectivo de especialmente vulnerables que sea culpable de la crisis, pues dice que “no parece que ninguno de ellos sea responsable de la crisis económica”; la interpretación del apartado a), por consiguiente, sería equivalente a V→E –puesto que todo V es también ¬R por definición. En estas condiciones la premisa a) sería la misma que la conclusión: no habría, pues, argumento alguno,

La interpretación c) nos lleva más o menos al mismo sitio, pues esa premisa (V→¬R)^(V→E) hace, en virtud de la regla de la eliminación de la conjunción, que se pueda afirmar sin más que V→E, sin que V→¬R quite o añada nada al argumento de la mera afirmación de una premisa como conclusión. Afirmar que V→¬R es, entonces, mera retórica sin contenido argumental alguno.

Por tanto, la única interpretación posible que nos queda es la b), (V→¬R)→(V→E). Pero entonces no se hace depender la exclusión de los recortes del hecho de que las personas especialmente vulnerables lo sean, sino de que esa circunstancia sea causa de no haber sido los causantes de la crisis, cosa que no sólo no se justifica ni demuestra en el artículo de Cortina, sino que es una cuestión enseguida dejada al margen. Éste es el non sequitur al que me refería en mi crítica y que, como bien decías, Kierkegaard, no se puede lógicamente deducir; aunque no estoy del todo seguro de que Cortina lo considere así también, como creo haber mostrado mediante la discusión que precede.

Paso a la segunda cuestión que se sigue del primer párrafo del artículo de Cortina, la de los ciudadanos de primera y de segunda. Esa mención cataloga a los ciudadanos en dos categorías. ¿Cuál es el criterio de clasificación, según Cortina? Pertenecen a la categoría “ciudadanos de segunda”, la de quienes “están en permanente situación de riesgo” los siguientes subgrupos, como se nos hace explícito en el artículo: 1) "las personas dependientes," 2) "los jubilados, que verán congeladas sus pensiones," y 3) "las mujeres que van a dar a luz". Hay algunos datos evidentes de toda evidencia que permiten cuestionar muy seriamente la taxonomía ciudadana de Cortina; dado que el concepto de “persona dependiente” es bastante nebuloso, me bastará con poner dos ejemplos de ciudadanos de “segunda”, según Cortina:

DOS PENSIONISTAS Y, POR TANTO, CIUDADANOS DE SEGUNDA

CIUDADANA DE SEGUNDA POR SER MADRE QUE VA A DAR A LUZ

Luego habla Cortina, ya al principio del segundo párrafo de su artículo, de un “cuarto colectivo” que, teniendo en cuenta que antes ha identificado tres para delimitar el grupo de “ciudadanos de segunda”, ese “cuarto” sólo puede leerse en el sentido de que también este cuarto grupo es de “ciudadanos”; ¿”Ciudadanos” de dónde, de qué ciudadanía? ¿Ciudadanos del mundo? Cortina ha reinventado, pues, al servicio de su deficiente argumentación sin argumentos la categoría política de ciudadano.
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Última Edición: 28 Ene 2011 13:49 por Nolano.
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 28 Ene 2011 12:37 #949

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Y finalizo con tus comentarios a los números 5 y 6 que, en realidad, afectan a lo que constituye la parte troncal del artículo de Cortina. Empecemos por la falsa disyunción. Dentro de las numerosas formas que hay de clasificar el gasto público de los presupuestos, están aquí implicadas dos; por un lado, la clasificación del gasto por conceptos o capítulos: Gasto de personal, gasto en bienes corrientes y servicios, gasto de inversión, etc.; y, por otro lado, la llamada clasificación funcional: Gasto en Defensa, gasto en infraestructuras, gasto en sanidad, etc. Para que se entienda bien, voy a poner un ejemplo ficticio y sencillo. Supongamos que el presupuesto de gastos para el ejercicio 2010 es de 800, que, según se aprobó en la ley de presupuestos generales del Estado, se detalla, con arreglo a las dos clasificaciones del gasto consideradas, conforme al cuadro 1 del fichero adjunto a este mensaje.

Avanza el ejercicio económico y, debido a la bajada de la recaudación de impuestos, el Gobierno se ve en la necesidad de reducir los gastos a 750, porque no hay dinero para gastar los 800 previstos al comienzo del año.

La solución de Cortina es que, como hay que mantener a toda costa el importe del total de la columna de “Pensiones y ayudas” (200), se puede rebajar el gasto total hasta 750 disminuyendo el importe total de la fila “Gastos de personal”, bajándola a 350. Se ve claro observando el cuadro 2 del fichero adjunto que eso es absurdo, pues las cifras ya no casan. En la fila de “Gastos de personal”, 100+100+100+100=350 (¿?).

Es evidente que si se quiere sostener la propuesta de mantener inamovible la columna “Pensiones y ayudas”, eso no se puede conseguir sino rebajando las otras tres columnas, “Seguridad nacional”, “Educación y cultura” y “Gasto sanitario”, o al menos alguna de ellas. Esa es la única disyunción auténtica y no la de Cortina, que es manifiestamente falsa.

¿Es que Cortina es tonta? No creo. Lo que pasa es que parece haberse deslizado por la cómoda senda del “discurso político”. Según Lo Cascio (“La gramática de la argumentación”) este tipo de discurso se caracteriza por ir orientado no a convencer a nadie, sino a obtener el mayor número de adhesiones. Por eso le es consustancial el moverse en una ambigüedad calculada para que cada oyente entienda lo que él quiere oír; incluso dos oyentes que quieren cosas distintas pueden quedar satisfechos con el mismo discurso político, si éste es eficaz, pues cada uno de aquéllos pensará que lo que ha dicho el político coincide con sus propios deseos.

En el caso del artículo de Cortina se pone el “cebo” acudiendo a los sentimientos de conmiseración con la desgracia ajena que todos poseemos, con un poquito de alusión al prurito de honor de ser presidentes de la Unión europea. Y luego afirma que no hay por qué tocar la partida de ayuda al desarrollo, sino que bastaría con reducir los gastos de personal del Estado. Y no dice lo que realmente hay que decir, o sea, qué funciones y servicios que presta el Estado habrá que reducir. Así cada cual se quedará con la idea de que a él no le va a perjudicar en nada el mantenimiento del gasto de ayuda al desarrollo (sólo a los funcionarios que van a cobrar menos o a los que no se les va a renovar el contrato con el Estado), sin percatarse de que esas reducciones van a afectar, necesariamente, a otros servicios que presta el Estado y que también pueden ser o necesarios o muy convenientes. Porque, vuelvo a insistir, el acabar con el despilfarro no es cuestión de la crisis económica, sino una obligación del Estado en tiempos tanto de bonanza como de tormenta; sacar a relucir esta cuestión en este debate es, sencillamente, otra falacia: la denominada de “la cortina de humo”.
Adjuntos:
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Última Edición: 28 Ene 2011 13:01 por Nolano.
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 29 Ene 2011 01:56 #952

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Sobre el punto 4, dije que no acababa de entenderlo, evidentemente no en sentido de comprensión, sino de entender en qué razonamiento de peso se suponía que te apoyabas para llegar a sostener tu acusación de falacia. Y a pesar de tu fábula de la zorra y el cuervo, sigo pensando lo mismo: Efectivamente creo que "la presidencia de la Unión Europea compromete a algo", como parece aducir Cortina, no con respecto al resto de países de la Unión - esa crítica era demasiado obvia -, sino precisamente en "el concierto internacional", pues un país que, como China, no se atuviese al régimen democrático y se comprometiese al respeto de los derechos humanos, no tendría cabida en la Unión Europea ni podría ostentar su presidencia. Esta vieja Europa, que históricamente tanto colonialismo injusto ha sostenido, también ha querido ser últimamente abanderada, como se reflejaba en su Tratado de Ámsterdam de 1999, de los principios de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos ligados al desarrollo humano de todo el planeta. Y no sólo su presidencia obliga, aunque sea de turno, sino que además otorga un protagonismo que inevitablemente amplifica, como dije, incluso las decisiones en política interior del país correspondiente. No me parece encubierta la retórica: se trata efectivamente de que se suelte el queso para aquello que tanto se pregona a los cuatro vientos: "La Unión Europea es el principal actor mundial en materia de ayuda al desarrollo. Los fundamentos de la cooperación al desarrollo están recogidos en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (Título III). El objetivo principal de la Unión Europea es reducir la pobreza hasta lograr erradicarla. [...] en la actualidad abarca todos los países en desarrollo y constituye uno de los pilares de las relaciones exteriores de la Unión, pues ofrece una respuesta adaptada a las necesidades de dichos países." (europa.eu/legislation_summaries/development/index_es.htm)

Sobre los puntos 5 y 6: Nuevamente abordas, en mi opinión, con excesiva simplificación el discurso de Cortina, pues las alternativas no son sólo esas tres. Con ello incurres tú mismo en la falacia que García Damborenea llama "olvido de alternativas". Y aunque pensé que ya había quedado clara con mi mensaje anterior, parece que mi interpretación no ha tenido hueco en tu listado de opciones. Insisto: Cortina dice que "cuesta creer que... tenga que pasar... por...", lo que impide que su frase pueda interpretarse como a), b) y c) propios de una limitada lógica de enunciados. Resulta interesante esa teoría del “discurso político” de Lo Cascio, pero puede que estés llamando “ambigüedad calculada” a lo que no es más que prudencia en un discurso de opinión.

Partiendo del principio de que los responsables de la crisis deben pagar por los recortes antes que nadie (entendiendo recortes en sentido amplio, es decir, no sólo como reducción de presupuestos sino también como posible penalización sobre sus ingresos), y que deben hacerlo antes y en mayor cantidad cuanto más responsables sean, tal y como entiendo que se destila del artículo de Cortina, lo que al menos yo interpreto es una opción d) (y podría haber otras) que podría resumirse en:

(1) "Si todos los responsables de la crisis no fueran excluidos de los recortes necesarios es muy poco probable que hubiera que aplicar recortes a alguno de los grupos más vulnerables".

(2) "Alguno de los grupos más vulnerables ha sufrido recortes".

(3) "Luego lo más probable es que no todos los responsables de la crisis hayan pagado los recortes que debían".

Podría formalizarse, reemplazando la V de vulnerable por la F de frágil para no confundirla con el cuantificador particular, de la siguiente forma:

(1) prob { Λx (Rx^¬Ex) → ¬[Vy (Fy^¬Ey)] } ~ 1

(2) Vy (Fy^¬Ey)


(3) prob { ¬[Λx (Rx^¬Ex)] } ~ 1

O sintetizado de otra forma:

(4) "La probabilidad de que ninguno de los responsables de la crisis haya sido excluido de los recortes y que algún grupo especialmente vulnerable y no responsable de la misma no haya podido ser excluido de los recortes es tremendamente menor que la probabilidad de que alguno de los responsables de la crisis que no pertenezca al grupo de los vulnerables haya sido excluido de los recortes debidos".

Y formalizado:

(4) prob { [Λx (Rx^¬Ex)] ^ [Vy (Fy^¬Rx^¬Ey)] } <<< prob { Vx (Rx^¬Fy^Ex) }

Desde luego, podemos gastar el tiempo analizando si Cortina está insinuando injustificadamente que Vy (Fy→¬Ry) ("El discurso de Cortina es que no hay nadie en el colectivo de especialmente vulnerables que sea culpable de la crisis" dices). Pero eso me parece eludir el problema - precisamente incurriendo en la cuarta falacia que le achacabas a Cortina - pues esa posibilidad se desmiente con las palabras que rebajan a un mero "parecer" que "ninguno de ellos" lo sea (no por ambigüedad calculada, sino por prudencia). Si se demuestra que alguno de los colectivos más vulnerables pueda ser uno de los primeros responsables de la crisis, la carga de prueba recae en quien lo sostenga. Mientras tanto, parece lícito que Cortina suponga que la intersección entre el conjunto de responsables y colectivos especialmente vulnerables es prácticamente nula (prob[Vy (Fy^Ry)] << 1), y por tanto el enunciado anterior puede simplificarse del siguiente modo:

prob { [Λx (Rx^¬Ex)] ^ [Vy (Fy^¬Ey)] } <<< prob { Vx (Rx^Ex) }

En definitiva, el meollo es que el artículo lanza su crítica aduciendo que resulta inverosímil - "cuesta creer" - que después de que todos y cada uno de los responsables de la crisis hayan sufrido los recortes debidos sea necesario que los más vulnerables tengan que sufrir también recortes para hacer frente a la crisis en comparación con la idea de que algunos responsables estén evitando los recortes de alguna forma.

Y de ahí llegamos a la catalogación de ciudadanos. Estos responsables y evasores son ciudadanos - del mundo, sí, aunque sea en sentido figurado, pues algunos son grandes corporaciones financieras transnacionales con representación en muchos países - que estarían evitando los recortes gracias a su estatus económico privilegiado desde el que han influido en que las medidas políticas no los dañen en exceso. Podemos exigirle a Cortina una precisión semántica exhaustiva y sin fisuras en su análisis, pero, como tantas otras veces hemos hablado, entonces los filósofos no escribirían artículos breves nunca. Los ejemplos que das, afanados en depurar la nebulosa definición de Cortina, me parecen que al final acaban incurriendo precisamente en la sexta falacia que le achacabas a Cortina de la "pista falsa".

A propósito del último mensaje, he de reconocer que me ha parecido interesante tu interpretación sobre el fácil acomodamiento que el artículo de Cortina tiene en el sentimiento del lector. Pero si bien ésta puede ser sólo una pose – desconozco el nivel de honestidad y compromiso de Cortina llevado más allá de un gratuito artículo – creo que se pueden sostener estos argumentos y mantenerlos de una forma responsable y coherente más allá.

En tu propio ejemplo hablas de que una bajada en la recaudación de impuestos (reducción de ingresos) obliga a revisar los gastos. En primer lugar, no cerremos alternativas, pues para paliar una reducción de ingresos, podría reaccionarse buscando otras fuentes de ingresos, como el que se planteaba sobre aumentar esfuerzos en la presión legal, policial y judicial sobre los onerosos casos de corrupción o aquellas tasas de las que habla Cortina sobre especuladores – entidades o particulares. Sobre el recorte de los gastos, podríamos superar la simplicidad de tu ejemplo y observar el caso real de los presupuestos generales del Estado, a los que habría que sumar los de las Comunidades Autónomas. Sobre ellos, efectivamente, podemos ver cómo con el peso que tienen las pensiones sobre el total, por ejemplo, es difícil pensar que en un recorte equitativo no les tocara algo. Y reconozco que es ahí donde está la disyunción más compleja y no de una forma un tanto facilona como la presenta Cortina. Pero si nos centramos en el caso de la AOD (Ayuda Oficial al Desarrollo) entre Administración Central y Comunidades Autónomas, de los aproximadamente 6900 millones pasará en dos años a ser de unos 6100 millones. Esos 800 millones representan un 9% de la AOD, y sin embargo, con respecto a los presupuestos generales del Estado y de las CCAA no llegan a un 0,2%. Con estos números encima de la mesa, ¿no es lícito preguntarse por qué esa “minúscula” parte frente al total ha de recortarse precisamente de la AOD? ¿Acaso todas las partidas que son tan necesarias para la mera subsistencia y promoción de tantos seres humanos se van a ajustar un 9% en los próximos dos años, como desde luego no hace por ejemplo la “Alta dirección” en las CCAA? Seguro que la ayuda al desarrollo puede optimizarse y mejorarse, pero, y esto ya es mi opinión, estoy convencido de que podríamos, hilando más fino, encontrar también subpartidas, ocultas tras de los grandes nombres de “Sanidad” o “Educación” que parecen a priori intocables, mucho más cuantiosas y a las que les costaría mucho menos rascarse ese 0,2% del total.
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Última Edición: 29 Ene 2011 10:32 por Kierkegaard.
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 29 Ene 2011 22:44 #954

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Sobre el punto 4, creo que está ya todo dicho. No obstante, tengo que volver a incidir en que lo que Cortina aduce en su artículo es que el ostentar la presidencia de la UE conlleva un plus de obligación (“nobleza obliga”). Eso es falso, y tú mismo, Kierkegaard, sólo argumentas sobre las obligaciones que conlleva ser miembro de la UE (que yo no he puesto en cuestión, me parece), y no sobre las adicionales del país que ostenta la presidencia, que es de lo que habla Cortina, y que son las que yo niego.

Sobre los ciudadanos de primera y de segunda, no he puesto en cuestión que los colectivos más vulnerables no sean los causantes de la crisis. Incluso comparto con gusto que “la intersección entre el conjunto de responsables y colectivos especialmente vulnerables es prácticamente nula”; que esa sea la opinión de Cortina no conlleva que no sea también la mía. Lo que estoy discutiendo realmente son los criterios que utiliza Cortina para establecer quiénes pertenecen a esos colectivos más vulnerables. Mis dos ejemplos, el de nuestros queridos expresidentes pensionistas y el de nuestra principesca neomamá creo que ponen bien a las claras que no cabe incluir a pensionistas o mamás, por el solo hecho de serlo, en un “colectivo vulnerable”. Así, creo que habría mucho campo en la cuestión de pensiones y subsidios que perfectamente podrían ser revisados en los recortes presupuestarios. Por tanto, no impugno que la intersección entre el conjunto de responsables de la crisis y colectivos más vulnerables sea un conjunto vacío (o casi), lo que impugno es la definición de Cortina de colectivos vulnerables. Si éstos se definen como lo hace Cortina, esa intersección podría distar bastante de ser un conjunto vacío. Y, entonces, el criterio taxonómico que utiliza Cortina para catalogar a los ciudadanos es inservible. Si, entonces, la taxonomía entre ciudadanos de primera y de segunda se reduce a separar entre quienes necesitan ayuda económica pues no pueden sobrevivir por sí mismos y quienes no la necesitan (que repito que no es el criterio que hace explícito Cortina), la propuesta es trivial o analítica, pues se reduce a afirmar que necesitan ayuda los que necesitan ayuda. Para ese viaje no hacen falta tantas alforjas.

Te refieres también a una alternativa de formalización del discurso de Cortina, una cuarta opción a añadir a las tres que yo expuse: que si se hiciera pagar sus culpas a los responsables de la crisis no haría falta recortar los gastos en favor de los más vulnerables. No acabo de ver en qué se diferencia esa propuesta de mi formalización a). Si con “castigar” a los responsables de la crisis bastara para compensar los recortes en ayuda al desarrollo, sigue en pie la cuestión de por qué el resto de la ciudadanía, tampoco responsable de la crisis, sí tiene que asumir un coste económico para superar la crisis. Por tanto, estamos en mi formalización a), pues se concluye que hay que excluir a los vulnerables porque así resulta de una premisa según la cual hay que excluir a los vulnerables. Aunque lo recaudado para castigar a los responsables bastase para compensar la rebaja en ayuda a los más vulnerables, eso no explica en absoluto (non sequitur) por qué mantener la ayuda al desarrollo en vez de “castigar” menos a otros colectivos tampoco responsables de la crisis. Al final sigue apareciendo una y otra vez (como tú mismo reconoces al final de tu mensaje, pues difícilmente se entiende que las medidas no lleguen a afectar a las pensiones, la parte del león de los presupuestos) la cuestión fundamental que Cortina tiene buen cuidado en esconder: si no se rebaja el gasto en la ayuda al desarrollo habrá que rebajar el gasto en otras funciones del Estado, de las que resultan ser beneficiarias gentes que, en su mayoría, no son tampoco responsables de la crisis.

La última parte de tu mensaje entra ya, por tanto, en otra cuestión que creo que se sale del marco del artículo de Cortina, pues se trataría del debate sobre qué otros apartados funcionales del gasto público sería deseable o conveniente reducir un poco más de lo ya acordado por el Giobierno para mantener sin reducción la ayuda al desarrollo. E, incluso, de qué forma aumentar la recaudación fiscal. No es una cuestión menor, sin duda, y de hecho es la cuestión central del debate político sobre la crisis, debate que Cortina intenta ocultar, interesada únicamente en lo suyo y porque se vería obligada a proponer cosas que reducirían mucho la adhesión a su artículo, especialmente la de los afectados por los recortes alternativos que Cortina tendría que proponer.

Pero eso es un debate extrafilosófico, donde cada uno intentaría argumentar según su filiación ideológica y política, o según sus propios intereses. Y la experiencia me aconseja no entrar a discutir esas cuestiones en un foro de esta naturaleza.
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Última Edición: 29 Ene 2011 23:02 por Nolano.
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Re: Recortes en ayuda al desarrollo 30 Ene 2011 11:55 #956

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Sobre el punto 4, sólo argumenté sobre las obligaciones que conlleva ser miembro de la UE porque tú parecías haberlas obviado al decir que ostentar su presidencia, que implica ser miembro de la UE, "no es signo de posición alguna o indicio de reputación especial en el concierto internacional", lo que me parece falso. Sobre si es falso que la presidencia en sí, específicamente, conlleve un plus de obligación, me remito a lo que ya dije en el punto 4) del mensaje 941. Así que estamos de acuerdo en que queda todo dicho.

Por otro lado, estamos de acuerdo en el peligro que asoma en la indefinición de los colectivos vulnerables, pero tampoco creo que el artículo de Cortina pretenda ser una propuesta alternativa y detallada de recortes apelando a categorías tan burdas como esa. Quizá el artículo sea un poco panfletario, y es posible que alguno se suba al carro y siga pregonando sin pensar esos "pensamientos encapsulados", como te gusta llamarlos, basados en la nebulosa indefinición que beneficia sus propios intereses, echando la culpa a grupos inexistentes y encontrando adeptos entre mayorías no tan inocentes. Sin embargo, que ese sea un "fregao" importante sobre el que habría que pronunciarse con cuidado no significa que Cortina no pueda simplificar la cuestión en este caso para denunciar que hayamos alcanzado cierto límite - en el recorte a los más vulnerables - que le resulta inadmisible: es una opinión, discutible, pero legítima.

Aunque se parecen mucho, mi interpretación d) no se identifica con la a) que proponías porque en ésta tú considerabas que Cortina sostiene "que hay dos requisitos cuya conjunción es suficiente para que alguien deba quedar excluido de las medidas de recorte presupuestario". Sin embargo, al manejarme dentro de una lógica de probabilidades, a la que las palabras de Cortina se abre, esa estricta conjunción no es suficiente para evitar el recorte (so pena de caer, como le achacas, en que no habría argumento). Al jugar con esa probabilidad y plantearnos la posibilidad de que "con “castigar” a los responsables de la crisis bastara para compensar los recortes en ayuda al desarrollo" no quedaría por explicar "la cuestión de por qué el resto de la ciudadanía, tampoco responsable de la crisis, sí tiene que asumir un coste económico para superar la crisis" pues la respuesta ya estaría dada: incluso los más vulnerables podrían tener que pagar los costes de la crisis económica, y desde luego los que no lo sean, aunque tampoco sean responsables, si el pago de los responsables no es suficiente. Ahora bien, el argumento de Cortina es que el pago de los responsables sí debería ser suficiente y si no lo ha sido, y por eso se recurre no sólo a los no responsables sino también a los que no lo son y además son especialmente vulnerables, es porque probablemente no se ha hecho pagar a los responsables todo lo que se debiera.

En una mera conjunción de vulnerabilidad y no responsabilidad, efectivamente, no podría ponderarse entre ambas condiciones, de forma que no se sabría por qué habría de tener más peso la vulnerabilidad que la no responsabilidad a la hora de excluir de los recortes. Pero como no se trata de una mera conjunción lógica, sino de una jerarquía de valores, yo entiendo que la postura de Cortina pondera primero a los responsables no vulnerables (1), luego a los responsables vulnerables (2), después a los no responsables que no sean vulnerables (3), y finalmente a los no responsables que sean vulnerables (4). En esta gradación, podría discutirse por qué ordenar 2, 3 y 4 de esa forma, pero Cortina, con su lenguaje probabilístico basado en la verosimilitud viene a decir que "cuesta creer" que hayamos tenido que llegar a (4), no que haya de ser lógicamente imposible. Ponderar entre 2, 3 y 4 efectivamente se sale del ámbito filosófico en el que nos movíamos y viene dotado de una carga ideológica evidente (ética material). Pero no por ello podemos achacar a Cortina falta de rigurosidad filosófica por expresar su estupor al haber alcanzado (4). Quizá tú consideres que era inevitable, o que para evitar que afectase a (4) habría que entrar en la cuestión espinosa de apretar más a (3). Pero eso es ya otra postura ideológica concreta que efectivamente también considero fuera de un foro como éste. En cualquier caso, como creo que se ha puesto de manifiesto en este hilo y por otro lado es inevitable, a pesar de intentar hacer un debate filosófico aséptico, el filósofo no puede dejar de ser humano, de carne y hueso, y empujar su legítima argumentación según el aire de los valores que más le inspiren.
Javier Jurado
@jajugon
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Última Edición: 30 Ene 2011 11:58 por Kierkegaard.
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