Hay que distinguir entre la simple gracieta y la parodia. El Lazarillo es una parodia que azotó las costumbres del momento, muy especialmente las del clero, y no por ello es menos serio que cualquier tratado crítico.
El pastafarismo se encuadra dentro de una tradición que cuestiona ciertos aspectos de la educación y el pensamiento religioso, especialmente el fundamentalista. Podemos hallar ejemplos anteriores en la hipótesis Omphalo de Philip Henry Gosse, que sería desarrollada por Russell en la Teoría de los cinco minutos. La parodia que se realiza en el pastafarismo proviene de la inclusión en los currículos educativos de algunos estados de EEUU de la Biblia como historia oficial y el borrado de cualquier teoría científica (Darwin, Big Bang, etc.) que explique el origen del ser humano o del universo. La parodia es crítica política y crítica a un sistema educativo demencial.
No he participado en este hilo, que me parece interesante, por dos razones: la primera, falta de tiempo; la segunda, porque yo mantengo otras ideas sobre la existencia de Dios.
Los argumentos empleados desde los inicios del Cristianismo y la ruptura de las iglesias están mucho más relacionadas con cuestiones políticas, ideológicas o de poder que con las sutilezas teológicas que se emplean como excusa. Ya sea en los concilios de los siglos IV-V, en la reforma luterana o en cualquier otra. Santo Tomás, con toda su brillantez argumentativa, tenía sus propios intereses para mantener su postura y, sobre todo, un conocimiento mucho menor del libro fundamental del cristianismo, que es la Biblia.
Santo Tomás, San Anselmo o incluso Hume pensaban que el Pentateuco había sido escrito por Moisés y los Evangelios por los discípulos de Cristo. La arqueología es una ciencia con apenas dos siglos de historia, y menos aún la paleografía, de ahí que el cuestionamiento de las Escrituras solo se produzca (desde un punto de vista filológico) desde mediados y finales del s. XIX y, sobre todo, durante el s. XX. Entonces ya sabemos que el Pentateuco tuvo varios redactores a lo largo de los siglos; que el Deuteronomio se escribió con anterioridad al Éxodo (muy importante porque las Tablas de la Ley, custodiadas en el Arca, es uno de los signos de la Alianza entre Dios y el hombre y no es lógico que las leyes del Deuteronomio sean anteriores a Moisés); que el Libro de Isaías tuvo, al menos, dos redactores; que los evangelios se basan probablemente en un libro en arameo conocido entre los estudiosos bíblicos como los Dichos de Jesús, sin cuyo conocimiento cosas de esas obras resultan absurdas; que no todas las cartas de San Pablo salieron de su mano… y así un largo etcétera. Dicho de otra manera, por muy aristotélico que sea Santo Tomás, hoy no emplearía los mismos argumentos. Y esto que digo sobre el Cristianismo es válido para las grandes religiones semíticas, el Judaísmo y el Islam.
Todas ellas son religiones reveladas. O se cree o no se cree. De ahí que no interviniese en este hilo para discutir las vías de Sto. Tomás , sus descripciones lógicas o el argumento ontológico de San Anselmo (que, por cierto, se parodia en el Pastafarismo). Porque hablemos de Orígenes, Tertuliano, de Macario, de Lutero, de Calvino, de Enrique VIII o del profesor universitario que fundó el Pastafarismo, al final tenemos unos conflictos políticos, ideológicos y de poder sin los cuales no es posible discutir dichos argumentos. Y sin la perspectiva histórica adecuada, tampoco.