Brevemente:

1. Algunas teorías afirman que el propio Dios permite la existencia del mal en el mundo. La permite dando a los malos el libre albedrío. Hay incluso una idea muy interesante, que ya buscaré esta tarde, según la cual Dios en algunos casos voluntariamente se retira de los asuntos mundanos por un tiempo. Si el propio Dios puede acabar con el mal y no lo hace (la pregunta de siempre de: si Dios es bueno ¿por qué permite el mal en el mundo?), el argumento tomista pierde fuerza.

2. Sí, está claro que podemos explicar un parto o una sonata sin acudir a la idea de Dios. Acudimos a ella sólo porque nos inquieta la causa primera. Una vez resuelto el interrogante sobre esa causa, el resto nos viene dado sobre ruedas.

Perdón, se me ha olvidado algo. Con todos mis respetos a Escoto, Ockham y Unamuno: la fe no es un acto de voluntad. Yo no puedo creer en los venusianos sólo porque decida creer en ellos. He conocido no pocas personas que querían creer en Dios pero no podían, y otras que tenían fe y no sabían decir por qué. Ya podías hacer con ellas de abogado del diablo, que no había forma de que dudaran ni por un segundo.

Mi pequeña contribución al tema en cuestión. PASTAFARISMO. Hay distintas versiones de este mismo tema, sobre la creación (que lleva implícito un creador). Creo que se puede uno reír mucho, reflexionar y extraer algunas conclusiones. Todo con ánimo de hacer más distendido el debate.

es.m.wikipedia.org/wiki/Pastafarismo#:~:...del%20mundo%20creado.

bolindre escribió:

Nolano escribió:
El argumento de la finalidad, tal como lo plantea Tomás de Aquino, creo que es muy endeble porque da por sentado que vemos claramente que en las cosas hay una finalidad. En mi opinión, el argumento del diseño inteligente es una versión más refinada de la vía de la finalidad que proporciona una razón para creer que hay una finalidad en las cosas. El argumento que emplearé va dirigido contra esta versión más refinada del argumento, pero no se queda en ser una mera refutación del argumento, sino que le da la vuelta y lo convierte en un argumento en contra de la existencia de Dios.

Aclaro que el argumento no es mío. Creo que el primero en formularlo fue Hume, pero quien lo formula tomando el argumento del diseño inteligente como punto de partida es Richard Dawkins.

El argumento del diseño inteligente puede resumirse con el siguiente ejemplo: si nos encontramos un reloj en el suelo, no suponemos que este ha surgido por azar, sino que, debido a su complejidad, suponemos que alguien lo ha creado con algún objetivo. El mundo es mucho más complejo que un reloj y muchas de las cosas que contiene también lo son (los animales, por ejemplo), por lo que, por las mismas razones, habrá que suponer que el mundo ha sido creado por un artesano con alguna finalidad.

Lo que justifica la presencia de una finalidad en las cosas es su complejidad. Si está es muy grande, eso hace muy improbable que dichas cosas simplemente hayan resultado existir. Se requiere una explicación para ellas. Y lo más sensato, dado que además esa complejidad es la que permite que las cosas funcionen de cierta manera, es suponer que esas cosas han sido creadas por un artesano para algún fin.

La objeción es la siguiente: Si Dios ha creado el mundo con todo lo que contiene, no lo ha hecho por accidente, sino que lo ha hecho sabiendo lo que hacía y siguiendo un plan. En la mente de Dios había, por lo tanto, un perfecto conocimiento de todos los detalles del mundo que se disponía a crear. Puesto que lo creaba de la nada, en su mente había un total conocimiento no solo de la organización del mundo sino también de los elementos que lo componen. Toda la complejidad del mundo, por lo tanto, está contenida en la mente de Dios. A eso hay que añadir la complejidad del plan para el que creó el mundo, que también tenía que estar en la mente de Dios. Además, Dios tiene la capacidad de actuar creando el mundo según ese plan, por lo que hay que añadir esa complejidad.

Dios, por lo tanto, es más complejo que el mundo que crea. Por ello, si explicamos la complejidad del mundo a partir de la creación por Dios, nos encontramos con que partimos de algo aún más complejo que, por lo tanto, es aún más improbable que simplemente exista, sin que haya una explicación o una finalidad previa para ello. Suponer la existencia de Dios, por lo tanto, no resuelve el problema de explicar la existencia del mundo, sino que nos crea un problema aún mayor, el de explicar la existencia de algo más complejo aún que ese mundo.

Annabella escribió:
Sí, creo que el problema del mal es otro importante argumento en contra de la existencia de Dios. No creo que la conveniencia del libre albedrío resuelva el problema, porque en el mundo hay muchos males no debidos a la acción humana. Terremotos, enfermedades de todo tipo, etc. Si nuestro planeta estuviera diseñado pensando en nuestro bienestar pero fuéramos libres seguiría habiendo sufrimiento, pero habría menos sufrimiento. ¿Por qué creó Dios las bacterias y los virus? El mal físico me parece un problema más grave que el mal moral.

Por cierto, si la crítica de Kant al argumento ontológico resulta difícil de entender, se pueden emplear otras críticas más antiguas.

La primera, la de Gaunilo, es un contraejemplo: La isla más perfecta que puede ser pensada ha de existir, ya que si no existiera podríamos pensar una isla más perfecta (la que, teniendo las mimsas características que la otra, además exista). Pero no parece que dicha isla exista.

La segunda se la debemos al propio Tomás de Aquino: Si partimos de la idea de Dios como el ser más perfecto que puede pensarse, puede que la naturaleza de tal concepto nos obligue a pensar a Dios como existente. Pero que tengamos que pensar a Dios como existente no significa que efectivamente exista. El argumento pasa indebidamente de la existencia pensada a la existencia efectiva o real.

Otros autores han considerado que al definir a Dios como el ser más perfecto que puede ser pensado, incluyendo la existencia en esa perfección, se está dando por sentado que existe y se comete, por tanto, una petición de principio.

Pongo otra pequeña aportación al tema. Esta vez, sin el enlace, copiado de la wiki. Disculpad porque he pegado directamente de la página y el formato puede estar mal. Intentaré corregir algún error después de la siesta.

Un ejemplo diferente en el que se hace referencia al ejemplo que puse con anterioridad. Tal vez este resulte más pertinente porque es menos humorístico.

La tetera de Russell es una analogía acerca de la existencia de Dios, que propone la presencia de una tetera de porcelana que οrbita alrededor del Sol, entre la Tierra y Marte, creada por el escritor, filósofo y matemático británico Bertrand Russell para refutar la idea de que al ateo también le corresponde justificar su posición o desacreditar las afirmaciones empíricamente infalsables del teísmo.

Según la analogía hay una tetera entre la Tierra y Marte que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica; una tetera tan pequeña que no puede ser vista ni por los telescopios más potentes.
La intención de Russell no es atribuir la carga de la prueba sobre el incrédulo, sino demostrar que una afirmación sin pruebas no es sostenible, pero, si esa afirmación sin pruebas está respaldada por «libros sagrados», «profetas» y tradiciones culturales, el incrédulo que se atreva a dudar corre el riesgo de terminar en un sanatorio mental o en una hoguera. Según su opinión, si alguien desea creer en una tetera astronómica o en un ser mítico está en su derecho, pero si quiere convencer a los demás de su creencia debe aportar pruebas, no castigar a los que piensan con raciocinio y no con fe.

En un artículo titulado Is There a God?[1]​ (en español, «¿Existe Dios?»[2]​ o «¿Hay un Dios?»), encargado (aunque nunca publicado) en 1952 por la revista Illustrated, Russell escribió lo siguiente:
Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es tan pequeña que no puede ser vista ni por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación para creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención de un psiquiatra en un tiempo ilustrado, o la del inquisidor en tiempos anteriores.

Bertrand Russell.

En su libro El capellán del diablo (2003), Richard Dawkins desarrolló el concepto:
La razón por la que la religión organizada merece abierta hostilidad es porque, a diferencia de la creencia en la «tetera de Russell», la religión es poderosa, influyente, exenta de impuestos y se inculca sistemáticamente a niños que son demasiado pequeños para defenderse. Nadie empuja a los niños a pasar sus años de formación memorizando libros locos sobre teteras. Las escuelas subvencionadas por el gobierno no excluyen a los niños cuyos padres prefieren teteras de forma equivocada. Los creyentes en las teteras no lapidan a los no creyentes en las teteras, a los apóstatas de las teteras y a los blasfemos de las teteras. Las madres no advierten a sus hijos en contra de casarse con infieles que creen en tres teteras en lugar de en una sola. La gente que echa primero la leche no da palos en las rodillas a los que echan primero el té.

El químico Peter Atkins dijo que el punto de la tetera de Russell es que nadie tiene la carga de refutar afirmaciones. La navaja de Ockham sugiere que la teoría más simple con menos afirmaciones (por ejemplo, un universo sin seres sobrenaturales) debería ser el punto de partida en la discusión en lugar de la teoría más compleja.[3]​ Respondiendo a la invocación de la «Tetera celestial» de Russell por Richard Dawkins como evidencia contra la religión, una apología del filósofo Paul Chamberlain sostiene que tales argumentos se basan en una distinción indebida entre las afirmaciones positivas y negativas. Chamberlain dice que es lógicamente erróneo afirmar que las afirmaciones de verdad positiva tienen una carga de prueba mientras que las afirmaciones de verdad negativa no; dice que «toda afirmación de verdad, ya sea positiva o negativa, tiene una carga de prueba».[4]​

En sus libros El capellán del diablo (2003) y El espejismo de Dios (2006), el biólogo Richard Dawkins usó la tetera como una analogía de un argumento en contra de lo que llamó «conciliación agnóstica», una política de apaciguamiento intelectual que permite dominios filosóficos que conciernen asuntos exclusivamente religiosos.[5]​ La ciencia no tiene forma de establecer la existencia o no existencia de un dios. Por lo tanto, según el conciliador agnóstico, debido a que se trata de una cuestión de gusto individual, la creencia y la incredulidad en un ser supremo merecen igual respeto y atención. Dawkins presenta la tetera como una reductio ad absurdum de esta posición: si el agnosticismo exige dar igual respeto a la creencia e incredulidad en un ser supremo, entonces también debe dar igual respeto a la creencia en una tetera en órbita, ya que la existencia de una tetera en órbita es tan plausible científicamente como la existencia de un ser supremo.[6]​

Otro filósofo, Alvin Plantinga, afirma que hay una falsedad en el corazón del argumento de Russell. El argumento de Russell asume que no hay evidencia en contra de la tetera, pero Plantinga no está de acuerdo:

Claramente tenemos una gran cantidad de evidencia contra el teterismo. Por ejemplo, hasta donde sabemos, la única forma en que una tetera podría haber entrado en órbita alrededor del sol sería si algún país con capacidades de lanzamiento espacial suficientemente desarrolladas hubiera puesto esta olla en órbita. Ningún país con tales capacidades es lo suficientemente frívolo como para desperdiciar sus recursos tratando de poner una tetera en órbita. Además, si algún país lo hubiera hecho, habría estado en todas las noticias; ciertamente habríamos oído hablar de ello. Pero no lo hemos hecho. Y así. Hay mucha evidencia contra el teterismo.[7]​

El filósofo Peter van Inwagen sostiene que, si bien la tetera de Russell es una buena pieza de retórica, su forma lógica de argumento es menos que clara, y tratar de dejarlo claro revela que el argumento de la tetera está muy lejos de ser convincente.[8]​

El crítico literario James Wood, ha argumentado que creer en Dios «es mucho más razonable que creer en una tetera porque Dios es una “gran idea” que “no se refuta analógicamente por referencia a las teteras celestiales”, o las aspiradoras, que carecen de la necesaria grandeza y “porque Dios no se puede cosificar, no se puede convertir en una mera cosa”».[9]​

El filósofo Gary Gutting rechaza la tetera de Russell por razones similares, argumentando que el argumento de Russell otorga al teísmo mucho menos apoyo del que realmente tiene. Gutting señala que numerosas personas sensatas y competentes apelan a la experiencia y los argumentos personales en apoyo de la existencia de Dios. Por lo tanto, rechazar simplemente la existencia de Dios, de plano, parece injustificado, según Gutting.[10]​

Otro contraargumento, presentado por el filósofo Eric Reitan,[11]​ es que creer en Dios es diferente de creer en una tetera porque las teteras son físicas y, por lo tanto, en principio verificables, y que dado lo que sabemos sobre el mundo físico no tenemos ninguna buena razón para pensar que la creencia en la tetera de Russell está justificada y al menos alguna razón para pensar que no.[12]​

El filósofo Brian Garvey sostiene que la analogía de la tetera falla con respecto a la religión porque, con la tetera, el creyente y el no creyente simplemente están en desacuerdo sobre un elemento del universo y pueden tener en común todas las demás creencias sobre el universo, lo cual no es cierto de un ateo y un teísta.[13]​ Garvey argumenta que no se trata de que el teísta proponga la existencia de una cosa y el ateo simplemente la niegue; cada uno está afirmando una explicación alternativa de por qué el cosmos existe y es como es: el ateo no es solo negar una existencia que el teísta afirma: el ateo está además comprometido con la idea de que el universo no es como es debido a Dios. O es como es debido a algo que no es Dios, o no hay razón alguna para que así sea.[13]​

Analogías similares

Otros pensadores han propuesto analogías innegables, como John Bagnell Bury en su libro de 1913, Historia de la libertad de pensamiento:

Algunas personas hablan como si no estuviéramos justificados para rechazar una doctrina teológica a menos que podamos probar que es falsa. Pero la carga de la prueba no recae sobre el que rechaza... Si te dijeran que en cierto planeta que gira alrededor de Sirio hay una raza de burros que hablan el idioma inglés y dedican su tiempo a discutir sobre eugenesia, no podrías refutar la declaración, pero ¿tendría, por esa razón, algún reclamo para ser creído? Algunas mentes estarían dispuestas a aceptarlo, si se reiterara con suficiente frecuencia, mediante la potente fuerza de la sugestión.[14]​

El astrónomo Carl Sagan en su libro de 1995 El mundo y sus demonios ofreció una analogía similar no refutable llamada el Dragón en el garaje como un ejemplo de pensamiento escéptico. Sagan afirmó que había un dragón en su garaje, y que al contárselo a alguien, naturalmente, desearía verificarlo por él mismo, y al no haber evidencias de su existencia, él seguiría negando esa carencia de pruebas con contraargumentos:
Ahora, ¿cuál es la diferencia entre un dragón flotante, incorpóreo e invisible que escupe fuego sin calor y ningún dragón? Si no hay forma de refutar mi argumento, ningún experimento concebible que cuente en su contra, ¿qué significa decir que mi dragón existe?[15]​

Influencia en las parodias religiosas

El concepto de la tetera de Russell ha influido más explícitamente en conceptos de religión-parodia como el «Unicornio rosa invisible»[6]​ y el «Monstruo de Espagueti Volador».[16]​ El músico y poeta psicodélico de los años 60 Daevid Allen de la banda Gong empleó la imagen de una tetera voladora en su Planet Gong Universe y el álbum Flying Teapot, y se refiere a la tetera de Russell en su libro Gong Dreaming 2: The Histories & Mysteries of Gong de 1969-1975.[cita requerida]

Véase también

Argumento ad ignorantiam
Dragón en el garaje
Monstruo de Espagueti Volador
David Hume
Falacia ad ridiculum
Sátira de la religión
Unicornio rosa invisible
Ver el portal sobre Ateísmo Portal:Ateísmo. Contenido relacionado con Ateísmo.

Referencias

1.-Is There a God?

2.- Bertrand Russell. «¿Existe Dios?» (HTML). Learnt in translation. Consultado el 21 de octubre de 2017.

3.- Atkins, Peter (2006), «Atheism and science», en Clayton, Philip; Simpson, Zachary R., eds., The Oxford Handbook of Religion and Science, pp. 129-130, ISBN 9780199279272, consultado el 3 de marzo de 2016.

4.-Chamberlain, Paul (2011). Why People Don't Believe: Confronting Six Challenges to Christian Faith. Baker Books. p. 82. ISBN 978-1-4412-3209-0.

5.- Dawkins, Richard (2003). «The Great Convergence». A Devil's Chaplain: Reflections on Hope, Lies, Science, and Love. Houghton Mifflin. pp. 146-151. ISBN 978-0-618-33540-4.

6.-Dawkins, Richard (2016). «The Poverty of Agnosticism». The God Delusion (10th Anniversary edición). Random House. pp. 69-77. ISBN 9781784161934.

7.- Gutting, Gary (9 de febrero de 2014). «Is Atheism Irrational?». The New York Times. Consultado el 27 de julio de 2016.

8.- van Inwagen, Peter (2012). «Russell's China Teapot». En Łukasiewicz, Dariusz; Pouivet, Roger, eds. The Right to Believe: Perspectives in Religious Epistemology. Frankfurt: Ontos Verlag. pp. 11-26. ISBN 9783110320169.

9.- Wood, James (18 de diciembre de 2006). «The Celestial Teapot». The New Republic (27).

10.- Gutting, Gary (11 de agosto de 2010). «On Dawkins's Atheism: A Response». The New York Times. Consultado el 27 de noviembre de 2018.

11.- Reitan, Eric. «Contributors». Religion Dispatches. Archivado desde el original el 3 de junio de 2014. Consultado el 20 de diciembre de 2020.

12.- Reitan, Eric (2008). Is God a Delusion?. Wiley-Blackwell. pp. 78-80. ISBN 978-1-4051-8361-1.

13.-Garvey, Brian (2010). «Absence of Evidence, Evidence of Absence, and the Atheist's Teapot». Ars Disputandi 10 (1): 9-22. doi:10.1080/15665399.2010.10820011.

14.- Bury, John Bagnall (1913). «Freedom of Thought and the Forces Against it». History of Freedom of Thought (Illustrated Edition, published 2014 by Lulu Press, Inc. edición). Londres: Williams & Norgate. p. 20. ISBN 9781304988607.

15.- Sagan, Carl (1995). The Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark. New York: Random House. ISBN 9780394535128. Consultado el 23 de julio de 2017.

16.- Wolf, Gary (14 de noviembre de 2006). «The Church of the Non-Believers». Wired News.

Un saludo.

Annabella escribió:
Estoy de acuerdo. Este es uno de los motivos por los que nunca me ha convencido la apuesta de Pascal. Yo no puedo decidir creer en Dios simplemente porque me parezca la apuesta más sensata.

Veamos. El argumento de la complejidad no lo veo. El mundo creado por Dios no tiene por qué ser más complejo que Dios. Trasladado al mundo observable, el ser humano crea cada día cosas menos complejas que él. Si Dios es punto de partida y causa de todo lo creado, en su mano está crear no un mundo, sino varios. Caso contrario, no habría omnipotencia.
Paréntesis: Ahora recuerdo un chiste que oí hace mucho: - ¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo? - Crear varios infiernos para los que se hacían esa pregunta.
La cuestión del mal admite varias posibles respuestas, dada la noción amplia de Dios de que hemos partido: la tradicional, que Dios pone al hombre a prueba para después obsequiarle con el paraíso; el motor inmóvil, que al lavarse las manos después de crear el mundo no interfiere en su funcionamiento; un Dios que no sea necesariamente bueno; un Dios que carezca del concepto del bien y del mal por ser estas invenciones humanas (con lo que damos la vuelta al argumento de que alguien tiene que haber puesto en nuestra mente el sentido de la moral).
En cualquier caso, todas las objeciones tienen un aspecto en común que ya has apuntado, Domenech: el paso del deber ser al ser. Dios debe existir porque caso contrario no podríamos pensar en él; Dios debe existir porque sino nosotros estaríamos en lo más alto de la creación y seríamos dioses; Dios debe existir porque todo en el mundo tiene una causa y el mundo, pues, ha de tener una causa que sea causa de sí misma; Dios debe existir porque algún ser ha de haber creado el Tiempo y el Infinito. Pero del "debe ser" al "es" hay un salto que yo veo por ahora insalvable.

bolindre escribió: Me van a tachar de friki, pero no sabes cómo me he reído con lo que has traído, Bolindre.

Y es que en el siglo XXI, hablar de la existencia de Dios es lo mismo que creer en el que dice que ha visto un ovni y te lo intenta demostrar con fotos trucadas.