Hola. Tras escuchar el video en el que sintetizas en media hora aspectos de Ser y tiempo no puedo más que felicitarte por la proeza. Tal vez su visualización anime a muchos a su lectura y ayude a soslayar dificultades de comprensión y a lidiar con su lenguaje.
Se me ocurren un par de apreciaciones que quieren enfocar un poco más a la propuesta del alemán.
M. Heidegger nos pasea por la vida cotidiana, del Dasein, el ente ejemplar, el que de entre todos los entes es el único que se pregunta por el ser en general, y lo hace indagando en el ser de los demás entes que le rodean y en su ser propio. La forma de filosofar fue novedosa pues no eleva el saber y el lenguaje por encima de la opinión ni lo oferta más allá de los demás hombres ni lejos del mundo ordinario, sino que nos muestra todas las estructuras que conforman el entramado de la existencia y desde allí trata de proyectarse en la comprensión de su ser y del ser en general.
Pero hay un nudo difícil de deshacer, la aporía del Dasein: el dasein no es entero y es que para la plena comprensión de su ser ha de acontecer su experiencia más radical, la muerte, pero ocurre que cuando esta acontece el Dasein ya no es. Así que Dasein no solo se pregunta, sino que él mismo es interrogado pues a su característica óntica, se le añade el ser un ente ontológico, es decir un ente que existe comprendiendo su ser pero que fuera de la comprensión del ser en general no existe como tal.
¿Hace Heidegger depender el tiempo del Dasein? Dasein es tiempo. Tenemos una idea de tiempo “vulgar” que se corresponden con el concepto tradicional del tiempo: el número de movimientos en virtud del antes y el después en el conjunto de un fluir que es sucesión y que hace irreversible todo tiempo transcurrido. Entonces “ser” significa “presencia” (presente) y a la luz de este concepto de ser, el futuro es el no-ser-todavía, mientras que el pasado es el no-ser-más. La correspondiente interpretación del fenómeno tiempo se convierte así en una sucesión de “ahoras” uniforme e infinita. De esta manera podríamos decir que solo el presente es pues lo pasado es un ya sido y lo futuro aun no es.
El tiempo vulgar es la nivelación de un tiempo más originario, es el tiempo público, el de la cotidianeidad, es medible, infinito y nos esconde la temporeidad original de la que el dasein huye, arrojado, perdido, ocupándose en sus cosas, esquivando su existencia más propia y así, sumergido en el “uno” escapa de su carácter de finito y del carácter finito de la temporalidad originaria. Desde ese tiempo vulgar con apariencia de infinito nos muestra las estructuras, existenciarios de la cotidianeidad en la que se encuentra el Dasein inmerso en-el-mundo.
Y en estas anda envuelto, pues el Dasein es en-el-mundo de un modo propio o impropio y esto es constitutivo del ente que es cada uno mismo, que es un yo mismo en cada caso. En el preguntarse por su ser, en la comprensión de todos sus modos de ser, se dispone a acceder al sentido del ser en general, pero ¿cómo si no puede aprehenderse como un todo? Y es que, llegando a su fin, es completamente ahí, sin embargo, en su conclusión ya no es más. Y el nudo se nos está haciendo bola ya.
El Dasein es esencialmente abierto a sí mismo como posibilidad existencial, y lo está anticipándose a sí. Vuelto hacia la muerte es cuando el cuidado, como momento estructural, se muestra de forma más concreta. La muerte asalta a cada rato al Dasein en la disposición efectiva de la angustia y le hace sentirse extranjero en su día a día, pero también en este ahogo vislumbra su propio poder ser, se abre a su constitución ontológica originaria a partir de la experiencia de esa otra temporalidad, la extática, la que le muestra su sentido al Dasein: la comprensión del ser en general y esto es abordado desde el horizonte del tiempo.
La temporalidad extática supone la unidad de los tres éxtasis temporales: porvenir, haber sido y presente. Los éxtasis no son solo salidas de sí mismo hacia, sino que implican un “hacia qué” de ese salir de sí y a este “hacia qué” de los éxtasis M. Heidegger lo denomina “esquema horizontal”. Dejo venir el futuro desde el que asumo el pasado y me abro al instante en el que se ilumina en un chispazo y de forma abarcante la situación.
La otra apreciación tiene que ver con “el feroz nazismo” de Heidegger en Ser y tiempo. La apuesta es muy efectista y quisiera quitarle algo de cafeína. Ser y tiempo se escribió en 1927 y Hitler no alcanza el poder hasta 1933, yo no puedo ser yo si antes mi padre y mi madre no se han flechado.