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TEMA: Hegel. Fenomenología .Cap. V. Certeza y verdad de la Razón. Parte 5ª.

Hegel. Fenomenología .Cap. V. Certeza y verdad de la Razón. Parte 5ª. 31 Mar 2024 00:32 #82500

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c. Observación de la referencia de la Autoconciencia a su realidad efectiva inmediata; Fisiognomía y Frenología.

La individualidad real que es en y para sí misma "contiene la oposición del ser-para-sí y del ser-en sí aniquilada en su mediación absoluta". Esta individualidad es ahora el objeto de observación.

"El individuo es en y para sí mismo; es para sí,... y es una actividad libre; pero también es en sí... él mismo tiene un ser determinado originario". "Este ser, el cuerpo de la individualidad determinada" es lo originario de ésta, lo que ella no ha hecho. Pero el individuo es sólo lo que él ha hecho: "su cuerpo es la expresión y figura de él mismo que él ha producido" y es también un signo.

"A ello se añaden las circunstancias particulares y esta realidad efectiva particular está como formación particular de la figura del individuo". Esta realidad efectiva que está como figura del individuo no es el cuerpo en sí.

"Él, el cuerpo es la unidad del ser no formado y del que sí lo está". El cuerpo es la unidad del ser sin figura y del ser con figura.

El todo que comprende las partes determinadas y los rasgos que surgen por el hacer, es, "y este ser es expresión de lo interior, del individuo puesto como conciencia y movimiento". Hay que examinar ahora, lo que se ha de determinar "y lo que se haya de entender según esta expresión de lo interno y lo externo".

Si lo externo hace visible lo interno, hace de él un ser para otro "es sólo en cuanto órgano".

"El hacer, en cuanto obra llevada a cabo, tiene el doble y contrapuesto significado de ser, o bien la individualidad interna, o bien, en cuanto externo, una efectividad libre de lo interno, la cual es algo completamente distinto de él". Esto es ambigüedad. "En el órgano, sin embargo, sólo es en cuanto el hacer inmediato mismo que alcanza su exterioridad en el acto, el cual o bien representa lo interior o no lo representa. Considerado según esta posición, el órgano no procura la expresión que se está buscando".

"Si la figura externa, en la medida que no es órgano pudiera expresar la individualidad interna, se comportaría como una cosa... que acogería... lo interno como algo extraño y vendría así a ser el signo de eso interno; una expresión externa contingente". La combinación de tales cosas "mutuamente externas no proporciona ninguna ley".

"El órgano ha de ser tomado como término medio de ambos", de lo Interno y lo Externo. Este término medio y unidad es también algo exterior y "ésta exterioridad se halla... acogida en lo interno; en cuanto exterioridad simple está enfrentada a la dispersa, la cual o bien es sólo una obra, o un estado singular y contingente para toda la individualidad, o bien, en cuanto exterioridad toda, es el destino desperdigado en una multitud de obras y estados".

La expresión de lo interno es "expresión que es, con lo que desciende ello mismo para caer bajo la determinación del ser, que es absolutamente contingente para la esencia autoconsciente", "el ser inmediato que aparece de la individualidad es aquí -en casa de Hegel- un ser tal que... a sus ojos -los de la individualidad autoconsciente- es tanto su rostro como su máscara, de la que puede despojarse". He aquí, pues, señoras y señores, discursiva y ontológicamente el ser-persona, el ser por los suelos que es una fregona o un "fregono" a todo lo más, algo un poco más allá del "usar y tirar". Yo, Hegel, soy dios teólogo protestante y puedo usar eso de diablo.

El instinto de razón se fía de la observación de la individualidad autoconsciente para saber qué es lo interno y lo externo de ésta. "Este punto de vista nos conduce al pensamiento propiamente dicho que subyace a la ciencia... fisiognómica".

La interioridad verdadera es propiedad de la intención y la singularidad del ser-para-sí, "ambas son el espíritu tenido en mientes, opinado. Lo que el observar tiene por objetos suyos... es una existencia opinada, y en medio de ella busca él -el observar o el espíritu- las leyes". "El opinar inmediato acerca de la esencia opinada del espíritu es la fisiognómica natural, el juicio precipitado sobre la naturaleza interna y el carácter de su figura a primera vista".

"La visibilidad en cuanto visibilidad de lo invisible es lo que es objeto del observar". Ahora hay que estar atentos pues Hegel inicia una consideración un tanto escabrosa. Nosotros lo vamos a enfocar según la típica consideración de la naturaleza humana de que siempre lo humano habría sido antes ladrón que asesino, por los propios condicionamientos históricos, y que su ley primera habría quedado dispuesta según esas dos premisas.

Dice el filósofo que: "No es al asesino, al ladrón, a quien hay que reconocer, dice, -la fisiognomía, la opinión, el signo-, sino su capacidad de serlo; la determinidad firme y abstracta se pierde así en la determinidad concreta e infinita del individuo singular".

La consideración es pues solo un ejemplo pues lo que Hegel está haciendo ahora es evidenciar la práctica de la Fisiognómica y la opinión científica. No obstante hay que dejar dicha esa manera de ser de lo humano o singularidad histórica de ser ladrones y asesinos, nada más que eso, visto así, como una mano de-dos-dedos, pero algo muy útil que sirviera para asir y manejar las cosas. Antes ladrones en el estado primordial prehistórico de matriarcado y asesinos después en el estado subsiguiente histórico que no es más que el despliegue del guerrero que inicia el eón de patriarcado. Lo curioso es que los humanos (mujeres y hombres) fueron antes ladrones con las mujeres que fueron quienes inventaron el poseer, el dinero y la riqueza y fueron después asesinos (hombres y mujeres) con los hombres que inventaron la guerra, recuerdo de su memoria ancestral de cazadores.

"Las leyes en cuya búsqueda parte ésta ciencia -la fisiognómica- son referencias de estos dos lados opinados -la realidad efectiva opinada y lo singular opinado-, y por eso, ellas mismas no pueden ser otra cosa que un opinar vacío".

"El ser verdadero del ser humano es su acto; es en éste donde se hace efectivamente real la individualidad". "El acto es algo simplemente determinado, universal... es asesinato, robo, o es una buena obra, o un acto de valor, etc., y de él puede ser dicho lo que él es. Es esto, y su ser no es solo un signo, sino la cosa misma. Es esto, y el hombre individual es lo que el acto sea; en la simplicidad de éste ser, el hombre es para otros esencia que es, universal, y deja de ser algo sólo opinado". "La objetualidad no cambia el acto mismo, sino que... muestra lo que él es, es decir, si es, o si no es nada".

"La individualidad espiritual, para tener efecto sobre el cuerpo, tiene que ser ella misma corporal, en cuanto causa. Pero lo corporal en lo que ella es como causa es el órgano", el órgano "de la actividad de la esencia autoconsciente dentro de sí misma... no se ve enseguida cuales sean estos órganos".

El filósofo nos muestra aquí a su manera el lugar común clásico de que no hay órganos que hagan funcionar la Esencia, la Substancia o la Existencia, o la misma Materia, la Causa y el Efecto, el Ser.

"En la medida en que el momento del ser que tiene -o que tuviera- este órgano es un ser para otro, es existencia, es un ser muerto, no es ya presencia de la autoconciencia. Más este ser en sí mismo es, ... un líquido en el que los círculos que se dibujan en su superficie inmediatamente se deshacen, sin que exprese ninguna diferencia en cuanto ente". Por esos años de Hegel se andaba confabulando ya la fórmula del agua.

"Ahora bien, si el cerebro y la espina dorsal son aquel ser-para-sí corporal del espíritu -el filósofo había definido antes al Sistema Nervioso como la quietud inmediata de lo orgánico en su movimiento-, el cráneo y la columna vertebral son el otro extremo que les corresponde, a saber, la cosa firme en reposo". "Está así bien construido que el cráneo, ciertamente, no contiene por sí sólo los órganos del espíritu". "Por lo mismo, hay que abstenerse también de usar la expresión órgano para este significado del cráneo".

En toda esta disquisición en la que Hegel, según razón, pretende asociar los órganos visibles corporales con los lugares y conceptos filosóficos por él propuestos, que busca a la antigua usanza esos "órganos del espíritu" y según las ciencia ya desplegadas en su tiempo, psicología, fisiognómica, frenología, habría que ir un poso más allá y según la idea de "abstracción geográfica"
situar ahí las condiciones geográficas y planetarias para esa demostración de cráneos y órganos. En tiempo de Hegel así, todavía podría disfrutarse al norte perfecto del planeta de un hermoso Casquete Polar Ártico que en los largos inviernos de ese lugar, Europa, se hacía cargo con sus rígidas condiciones de la mayor parte de los lugares y paisajes de ese lugar. Esto sin duda ha cambiado en nuestros días y ese cráneo y esos órganos disfrutan de otra clase de condiciones más benévolas, si se quiere -cambio climático, calentamiento global, antropoceno, deshielo total y pertinaz del Ártico- pero que no es lo que corresponde según eras pasadas. Se destruyen los nexos de relación con esas edades, base insustituible para la creación de "cabeza", la unidad y las unidades de pensamiento son de otra manera y dejan cierta incertidumbre hacia el futuro.

Dice el filósofo: "Para empezar, lo único que hay claro y determinado aquí es esto: que, igual que el cerebro es la cabeza en cuanto que está viva, el cráneo es el caput mortum". "Es en este ser muerto" donde los cambios espirituales y los modos del cerebro habían de alcanzar su realidad efectiva. Pero dice que el cráneo, en cuanto ser muerto "no tiene al espíritu residiendo dentro de él mismo".

La diferencia entonces vendría a establecerse entre dos clases de cráneos: ese que está vivo porque su moléculas cantan y ese que está muerto porque sus moléculas dejaron de hacerlo. En el primero de los casos, el cráneo que está vivo, es todavía partícipe de su infinito interior y su dirección hacia estar vivo. En el segundo de los casos, el cráneo que ha dejado de cantar en sus moléculas es ya su presencia en él de la forma infinita exterior y su dirección hacia estar muerto. El cráneo vivo es un ser para la vida, el cráneo muerto es un ser para la muerte. Pero ¿qué más? el cráneo muerto es un ser al que ya no se le puede devolver la vida y es necesario conseguir para él la justicia absoluta de su fin, término y desaparición. La devolución total de todas las condiciones que había tomado. ¿Dónde están si no todos los huesos, vísceras, conciencias y espíritus de todos aquellos que vivieron antes que nosotros? Unos dirán, confundidos con el polvo de la tierra, pero otros pueden decir que están desaparecidos, que ahí no quedó nada, es decir, absolutamente nada, ni el más ínfimo elemento, ni el más pequeño retazo de recuerdo o espíritu.
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