Todos conocemos la teoría, defendida por Kuhn y, de manera tal vez más radical, por Feyerabend, según la cual las distintas teorías científicas son inconmensurables entre sí.

Según Kuhn, los defensores de distintos paradigmas científicos viven realmente en mundos distintos, siendo imposible comparar dichos paradigmas entre sí. Las observaciones son interpretadas dentro de un cierto paradigma, de manera que no pueden existir las contrastaciones cruciales, que permitirían decidir entre dos paradigmas rivales, ya que requerirían la existencia de una base observacional común, lo cual es imposible.

Este punto de vista, que puede parecer plausible en un primer momento, es en realidad muy exagerado. Aunque es innegable que las observaciones que realizan los investigadores incluyen complejos supuestos teóricos, habitualmente esos supuestos no dependen totalmente de la teoría que se pretende contrastar, y distintas teorías los comparten en buena medida.

Además, si dos teorías interpretan esa observación de manera diferente, siempre es posible la contrastación crucial, ya que basta con que una de ellas falle en sus propios términos mientras que la otra tenga éxito, no hay necesidad de una interpretación común para comparar el éxito experimental de ambas teorías. Lo importante, al final, es cuál de las dos explica los fenómenos, sin importar si los interpretan de la misma manera o no.