Lo cierto es que debe de haber pocas certezas que escapen a la teoría que los seres humanos tenemos del conocimiento. Por lo que los datos, que son datos, y la información (que es información) y se constituye y deriva de éstos, están sujetas a nuestras expresiones del conocimiento del mundo, de nuestra facultad deliberativa (como la que sostenemos al escribir estas respuestas en un foro). Y el conocimiento que parecemos tener, dada lugar la información que hemos convenido en constituir como la información más veraz acerca de las cosas para emitir juicios (debido a los datos disponibles), justifica la ilusión cognitiva de que el acceso a la realidad es un evento, fenómeno o suceso cognitivo al que estamos fisiológicamente compelidos, constreñidos y, claro, cognitivamente condicionados. Así las cosas, la evidencia de que la forma que tiene equipo cognitivo, y en general nuestro organismo, de interactuar consigo mismo y con el entorno es objetivamente un proceso computacional que es totalmente ajeno a nuestra consciencia del mismo. Los procesos geológicos o los procesos fisicoquímicos del organismo tienen una independencia total del equipo cognitivo humano.
No me gusta, en términos generales y al expresar mi opinión, citar corrientes o autores. Pero por suerte hoy tenemos reflexiones, como las que encontramos muy bien sustentadas, en las reflexiones de los defensores del hiperrealismo, por autores como Markus Gabriel entre otros, a las que enfrentar posiciones ingenuamente realistas. Un ejemplo que este autor pone frecuentemente para ilustrar que la causalidad inherente de la realidad bien no es una mera convención cognitiva (lo que parece ser una posición de la que debiera defenderse Hume (pues si se da el caso de hay cosas o sucesos objetivos, habría causalidad) en este caso), bien ésta se adecua por simple relación de sentido y referencia, es la contemplación o percepción del Vesubio: el hecho de cómo el Vesubio puede verse desde Sorrento o desde Nápoles, al mismo tiempo por observadores distintos o por el mismo observador si se desplaza para ello, resalta las realidades objetivas y subjetivas que son objeto de la experiencia. Ese mismo pedazo de tierra es algo objetivo, y tiene causas evidentes, accesibles. El resto de cosas que observamos, que estudiamos, etc., que participan de la experiencia, tienen este estatus de cosa accesible.
El asunto es que si concediendo la lícita existencia de la mente y volición humanas, puede llevarse a un mismo examen la noción de libre albedrío se involucra su imposibilidad, la cual no tiene otro sentido que la del determinismo más radical. Porque no debemos obviar que no estamos hablando del estatus del ejercicio del libre albedrío, si no el hecho de que es una ilusión cognitiva sería el punto final ante la limitación de nuestro conocimiento, sino de su constitución ontológica, de sus consecuencias de ser y de no ser posible. Pareciera que vamos de la posibilidad de que la aleatoriedad gobierne la razón de ser de las cosas del mundo microscópico, donde encontramos a la mecánica cuántica como máximo exponente de esto, pasando por el determinismo del mundo macroscópico donde todos los eventos parecer estar causalmente bien definidos, a la aleatoriedad de nuevo en el caso de la volición humana como propiedad de un sistema emergente inexplicado de su sustrato físico, a la que denominamos con el nombre de Libertad como para distinguirla de la inexplicada en su totalidad forma de ser, aunque de ese modo en realidad no se arroje luz alguna sobre la cuestión de su ejercicio, sino del modo en que se da. Y el hecho es que parece que dado el conocimiento actual no parece un problema filosófico, sino científico, con sus pseudoproblemas lingüísticos concomitantes.
(Un apunte: razón de ser de las cosas es la noción que utiliza Heisenberg para referirse al alma humana en uno de sus escritos filosóficos más bellos que si no recuerdo mal se tituló algo así como Verdad religiosa y Verdad científica. Me parece una manera preciosa y complejísima de referirse a la noción de alma humana, así como una manera igual de preciosa y desmaterializadora de referirse a la conquista del conocimiento del mundo por la mente humana).