HoliSoySamu escribió:
Puede que sea un buen momento para reflexionar sobre por qué creemos que debemos cuidar a unos animales pero con otros podemos hacer lo que nos da la gana.
No entiendo la coherencia entre una ley (y el apoyo a la misma) que discrimina entre animales sólo por la especie a la que pertenezcan. ¿Por qué merece más un perro que una rata y esta más que una cucaracha? ¿Porque, según se dice y pongo altamente en duda, son peligrosas para la salud? ¿Debemos entonces tratarla como antes a los leprosos y encerrarlas en una isla casi a su suerte?
Creo que se puede enfocar la problemática de distintas maneras, y mucha gente también lo cree. En varias ciudades hanvalorado (no sé si han llegado a implementar) poner pienso esterilizante para las palomas. La factibilidad de la medida no me parece ahora mismo tan importante como el hecho de que puede cambiarse la perspectiva de cómo afrontar al problema, y colocar a los demás animales en una posición más justa a la hora de buscar soluciones a los problemas de convivencia que pudiéramos tener con ellos.
Concluyendo, ¿qué hay de coherente en tratar a los demás según a qué especie pertenezcan, y por qué el especismo sí es lícito pero el racismo no, si su fundamento es lógicamente el mismo?
Buenas,
El tema es tremendamente complicado y es relativamente fácil caer en arbitrariedades y demagogia.
P. Singer marcaba la frontera (en cuanto a posibilidad de ser un producto alimenticio) en el placer o displacer que pueda sentir el ser en cuestión. En la edición que yo tengo, el autor no tenía claro si determinados moluscos (por ejemplo el pulpo) sentía o no dolor. Parece que su sistema nervioso, aunque no esté muy cerca del de animales vertebrados mayores, puede llegar a sentir de la misma forma que estos.
Pero esta división también puede ser algo arbitraria (y recomiendo leer Liberación animal, los argumentos en contra del maltrato animal perpetrados por nuestra maravillosa especie son demoledores).
Si intentamos matar una cucaracha esta huirá. Lo mismo ocurre con moscas, mosquitos y en general con cualquier insecto. Se puede argumentar que es instinto de supervivencia y que todo ser que posea tal instinto tiene derecho a la vida. Pero entonces estamos obligados a dar un paso más. Aunque casi todo el mundo lo desconoce (o lo obvia), el reino vegetal también tiene ese mismo instinto de supervivencia. Cualquier planta ( de cualquier tipo) sometida a algún tipo de estrés (por ejemplo hídrico, temperatura extrema, herbicidas, etc.) intentará sobrevivir y/o perpetuar la especie (aceleran el proceso para echar el fruto). Hay determinadas plantas que, ante cualquier contacto con herbicidas, se suicidan (se auto estrangulan en el tallo) para echar las semillas desde las raíces (de ahí la famosa frase arrancar de raíz ).
Ahora se puede caer en demagogia y decir… bueno si ni animales ni plantas podemos tocar… ¿qué hacemos?, ¿morir de hambre? ¡Adónde vamos a llegar!!
En mi opinión deberíamos aplicar algo de sentido común (reconociendo que esto es asimismo arbitrario). Se debería diferenciar entre el ciclo vital de una planta de cereal y un árbol centenario. Esa misma diferencia es, para mí, extrapolable a un mosquito y una vaca. Pero no por tamaño o dignidad de especie. El maíz, por ejemplo, llega al final de su ciclo vital cuando da el fruto. El mosquito es molesto y portador de enfermedades (como dice Futaki) no voy a molestarlo si no me molesta (no salimos a cazar mosquitos), pero sí trataré de evitar que me pique (por cierto también me defendería si un perro tratase de atacarme). Lo que está en nuestra mano (depende de nosotros) es no maltratar de forma deliberada y gratuita.
Se puede o quizás se deba (como dice Alma) regular un poco el trato con otras especies. Se están haciendo barbaridades con los animales y no menos con los bosques, talándonos indiscriminadamente en beneficio humano.
Legitimar que una especie en teoría superior (pongamos la humana) subyugue a otras inferiores (por unos beneficios un tanto dudosos) y eso lo tengamos asumido como algo normal, no dista demasiado en hacer legítimo que una inteligencia superior, un poder económico superior, una fuerza bruta superior, etc., nos subyugara a cada uno de nosotros para su propio beneficio, algo que, si no hemos perdido por completo el juicio, nos debería parecer deleznable.