Se me ocurre de entre los escombros, estas reflexiones. Adelante el rollo de hoy.
Verano del... Setenta y cuántos?, 14:50 de la tarde, maridos de todas las edades y muchos jóvenes se enfundan sus camisetas, se calzan sus zapatillas y salen escopetados de la piscina de una urbanización de la sierra de Madrid alegando que empieza el telediario. El anuncio anterior al inicio del boletín era el de un desodorante, FA “el frescor salvaje de los limones del Caribe”. Una chavala estupenda, cabellera rubia al viento, corría entre las enormes hojas de no sé qué plantas, pisaba la arena y se lanzaba al mar, toda ella piel morena, con sus senos al aire. Estamos ante el primer topless patrio en la televisión española.
Después llegaron cantantes como Sabrina, la política italiana Ilona Staller (Ciccionlina), mucho después Janet Jackson… Un descuido, un se ve algo pero no, falso rubor, que sí que es juego, incitación …
¿Qué cambia en la exhibición de estos senos en relación con la de Eva de Amaral o Rocío Sanz? ¿por qué unos generan revuelo, excitación, incluso la estampida de una piscina familiar y estos otros apoyo o insulto por la provocación?
En la segunda forma de exhibición se está produciendo la reapropiación que estas cantantes hacen de sus propios cuerpos.
Los senos son esa parte del cuerpo de las mujeres que no les pertenecen. La existencia de las mujeres es objetivadas y enmarcada por esas peculiares formas corporales en tres ámbitos: sexualidad, maternidad, estética. La dimensión encarnada que entonces alcanza la existencia de la mujer se traduce en su subordinación, alienación, en objetivación, cosificación, también en la violencia que se descarga contra ellas.
Los senos son vistos, imaginados, fantaseados desde la visión masculina e idealizados en las sociedades patriarcales, tal tamaño, tal color, tal turgencia… Sin embargo, los senos son diversos, singulares, diferentes en la misma mujer según el estado físico, emocional…, no son iguales siempre, son cambiantes, son fluidos y dicen cosas de nuestro modo de ser, estado de ánimo… como lo dice la expresión del rostro, algo que escapa de la mirada masculina. Los senos, vistos como antesala de la relación sexual: besos, caricias y demás y más hasta llegar a la penetración, siempre desde la mirada del hombre, obvia que son en sí de una potencia erógena que muchas mujeres conocen, que practican en sus relaciones lésbicas y que así son considerados y tratados ya por muchos hombres.
Mujeres, hombres… los seres humanos estamos encarnados en nuestros cuerpos y, corporizados, nos relacionamos con el mundo y con los demás. La cosificación del cuerpo de la mujer, moldea su mirada hacia sí misma, sintiendo vergüenza (un cuerpo puede hacer creer una disponibilidad sexual), insatisfacción por cómo es su cuerpo, pues es sexualizado desde tales formas en el crecimiento y es muy probable que no suscriba los objetivos que ella tenga, sociales, económicos… Si se muestran, tiene que ser para una mirada concreta y con pudor, o descuido o…
La construcción social del cuerpo (género) y, en este caso, materializada en los senos se inscriben en la historia de la apropiación patriarcal de cuerpo de la mujer, en su funcionalidad y su sometimiento a una norma estética.
¿Cuál es la batalla? Estas cantantes la están representando. La reapropiación, la mostración de sus formas, imperfecciones, la diversidad de cuerpos de mujeres para romper esa mirada que idealiza, que se excita con eso que se deja ver, pero no y, sobre todo, que juzga. Liberarse, hacerlo de forma encarnada, reivindicando la propiedad del propio cuerpo, como la que tiene el hombre sobre el suyo, irrelevante para sus éxitos, eso es una respuesta que también es colectiva y que opone a esa mirada objetivizante, la subjetivización del cuerpo, su aceptación y la posibilidad de hacer de él una experiencia gozosa y vivida. Lo dicho, que sí quieren enseñar sus tetas en un espectáculo músical, pues ole ellas.