framiza escribió:
Futaki escribió:
Quizás haya algunos detalles en los que no hemos entrado en profundidad, aunque sí los hemos tratado, y que son de especial importancia, eso que Arendt llamó la banalización del mal.
En su obra homónima (de la que en otro hilo mostré algunas reticencias) se habló de esa banalidad del mal por parte del nazismo, pero también de los propios medios de comunicación que cubrieron el juicio a Eichmann. Con el franquismo se produce, en mi opinión, esa banalización producto del tiempo transcurrido. Recordemos, por ejemplo, que a principios de los 90 el PP se cargaba a una prometedora política, Mercedes de la Merced, por hacer un comentario mínimamente positivo de Franco (algo sobre la Seguridad Social). El cese fue inmediato y se tardó tiempo en volver a saber de ella. Falleció hace unos años.
No sé si una camiseta de ese estilo en un señor que ronda adulto sería admisible en los 80. Lo mismo sucede con el “Que te vote Txapote”. ¿Lo cantarían los que lo cantan en 1997? Creo que no.
Tienes razón, en el proceso contra el dirigente nazi Eichmann, en 1963, Hanna Arent se negó a ver en el acusado a un torturador sádico y desequilibrado. Al contrario, lo presentó como un funcionario muy escrupuloso, cumplidor de su deber y obediente. Es verdad, era así. Eichmann fue obediente, pero, precisamente, la obediencia ciega es una actitud inhumana.
Hablando de camisetas y mensajes, recuerdo dos casos especialmente llamativos que terminaron en sanción. Dos personas fue multadas por llevar camisetas con mensajes, uno llevaba el mensaje de "Almeida carapolla" y otro "A.C.A.B". A ver si ocurre lo mismo con el gualtrapas de Mario.
Disculpad que me introduzca así y ahora en el debate, pero me ha parecido muy interesante este mensaje. Estoy totalmente de acuerdo con que la obediencia ciega es una actitud inhumana. Y a varios niveles. En primer lugar, porque la obediencia ciega nos impide pensar, reflexionar, valorar o aunque sea tratar de comprender los motivos de una orden o de una jerarquía.
En segundo lugar, porque, como ocurrió con los nazis, muchos de ellos, y no solo Eichmann, juraron y perjuraron en Nuremberg que solo "cumplían órdenes". Pero ni siquiera ese argumento se circunscribió a guardas de los campos de concentración, o a soldados que participaron en los Einsatzgruppen. Fue una táctica habitual en jerarcas importantes.
Bajo mi punto de vista, es especialmente peligroso, puesto que inhibe nuestra voluntad y nos lleva a una aceptación acrítica de toda autoridad. Es el primer paso a la dictadura más opresiva. Como ciudadanos y seres humanos críticos, debemos rechazar siempre toda autoridad a priori. Aunque eso ya está sonando un poco a mitin. Y no era mi intención. En mi caso, desde luego, siempre trato de "racionalizar las órdenes" y de no cumplir o pasar de la autoridad cuando creo que es injusta o que se equivoca.