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TEMA: I. Kant. Últimas notas.

I. Kant. Últimas notas. 18 Jun 2023 15:19 #76334

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La última frase de la Doctrina Trascendental de los Elementos dice así: "me pareció aconsejable redactar de forma detallada las actas de este proceso, por decirlo así, y archivarlas en la razón humana con el fin de prevenir errores de esta clase en el futuro". Así tal cual, no hay más, es el hermoso chico del norte que ha dicho.

Nosotros, por nuestra parte, damos por terminada aquí la lectura de la Crítica de la Razón Pura, algo que no incluye la II Parte de la misma titulada: La Doctrina Trascendental del Método.

Permanecen de cualquier manera, a nuestro parecer, una serie de puntos sin resolver. Al igual, por ejemplo, que Aristóteles dejara sin resolver en su escrito Metafísica y para siempre la causalidad de la Substancia, a saber: la naturaleza genuina de Razón Pura, si ha de ser categoría o no serlo, la relación veraz y científica del Entendimiento con la Razón, la aplicación del objeto a la idea, sobre si ha de ser algo trascendental o algo trascendente y, por último, el carácter regulador de razón pura, algo difícil de entender al margen de la sensibilidad o si se trata de un simple fenómeno empírico.

Razón Pura debe poder seguir existiendo al margen de que su idea sea la esencia del objeto, es decir, como idea pura. No obstante nuestra pretensión máxima a la hora de acercarnos a la Crítica habría sido la misma que la de cualquier hijo de vecino, es decir, si consideramos la obra como objeto en sí, como objeto intelectual manejable, incluso si consideramos al propio autor como uno de esos objetos intelectuales manejables y habitante secular de nuestra mente e historia, nuestra intención, digo, no habría sido otra desde el principio que nuestra idea de ese objeto fuese de cierto la esencia del mismo, al igual que otras muchas personas, lectores y filósofos, piensan que su idea de ese objeto debe ser la esencia del mismo y margen por supuesto de ideas puras de puro contenido.

Mentar aquí, de paso, la serie bastante infinita de nuevos inventos y nuevas ideas en el escrito y escritos de Kant para el desarrollo del pensamiento y la filosofía en la modernidad en Europa y en la misma actualidad: eso mismo de Razón Pura, algo proveniente de la idea clara y distinta de Descartes, que pasa por la insinuación de idea pura en Leibniz y que, por cierto, y aparte, por supuesto de sus seguidores específicos, no se volverá a revisar de nuevo en los futuros registros filosóficos y que tan sólo sería algo que quedó allá para ser contemplado; la misma puesta en marcha de la idea de Fenómeno, por ejemplo, algo que dará mucho que hablar en el futuro; la idea y conformación de las series en el fenómeno, o la idea, término y palabra de Esfera aplicada a ideas como la "esfera del concepto", la "esfera del yo" o la "esfera del fenómeno". Y otras cuestiones no tan agraciadas como su renuncia al Ser, al menos aquí en la Crítica, o su idea de Imperativo Categórico, esto desarrollado en otro escrito suyo que es la Fundamentación de la crítica de las costumbres.

Hacer un comentario aquí, al final, sobre las dos gónadas que según Kant constituyen la estética de nuestro mundo interior, es decir, el Tiempo y el Espacio. Este comentario referido a la asociación de tiempo y espacio con los sentidos, en concreto con la vista y el oído, considerados aquí en esta digresión, su inversión preclara en nuestra mente, como los dos importantes sentidos con los que se fabrica el pensamiento. Pues pudiera ser que Kant ya hubiera asociado ambas cosas a su manera particular, es decir, el tiempo con la vista y el espacio con el oído, sensaciones que se podrían conseguir según el desarrollo de las capacidades hiperestésicas y aprehensión de órbitas y de ondas planetarias por cada individuo que lo hace. Pero que de cualquier forma lo más normal que viene a suceder es que el espacio es lo que mejor se advierte y aprecia con la vista. Al observar esas montañas a lo lejos, o esas nubes o cielo azul, o el paso de los astros, o la simple contemplación más allá, del espacio vacío infinito, siempre es algo que se hace con los ojos. Que el tiempo sería algo más propio de advertir por el sentido del oído y que sería este especial sentido el mejor órgano de nuestro cuerpo y cabeza para explicar la sensibilidad del transcurso del tiempo, el paso de los días y las estaciones, el paso de los años y los siglos. No obstante y siguiendo nuestra teoría de que el pensamiento se produce incesantemente en una inversión de sentidos, llegamos a la conclusión de que no existen competencias sensoriales puras -ya que los días se ven blancos y las noches negras, el equilibrio en el espacio es logrado por el oído interno-, y la inversión y la creación de compuesto es algo necesario y bueno para que ese pensamiento surja y se manifieste. Decir que Kant en sus escritos no hace esta clase de consideraciones, ¡ni por mientes siquiera!

Una última consideración, pues, y una cita para terminar con Kant.

La consideración es referida a algo ya expuesto en la introducción a la lectura de Kant y que no es otra que el carácter de integrismo filosófico que se advierte a lo largo del escrito de la Crítica. En efecto, acaso procedente del propio ambiente integrista religioso impuesto desde la norma de la Reforma Protestante, acaso en el afán del propio autor de reconquistar para la razón sus territorios puros e íntegros de los inicios, este integrismo de pensamiento conseguido deja como en un aparte la universalidad de pensamiento lograda y mantenida por la Religión Católica desde todos los siglos de desarrollo de la Escolástica, incluso aquellas otras universalidades de pensamiento que podrían ser las de la órbita de la Religión Ortodoxa, poseedora además, dentro de sus márgenes, de las esencias iniciáticas griegas, para, en una formidable y alucinante, por mí, elíptica conseguida, conseguir y conquistar una nueva universalidad, aceptada y seguida por cualquier facción de pensamiento y filosofía europeos modernos hasta nuestros días.

Y ahora la cita. Pues resulta que al final de la lectura de la Crítica y haber escrito estas líneas, se me ocurrió abrir el libro, ya una vez cerrado y aparcado en la mesa, con el fin de repasar en volandas sus páginas y las notas que había dejado en ellas. Pues bien no pudo ser ni una cosa ni la otra, pues cuál no sería mi sorpresa, que justo en la página por donde abrí el libro aparece una cita que me ha dejado subyugado, ya anotada por supuesto en los cuadernos y que resume de una manera admirable las pretensiones racionalistas de I. Kant. La cita es del apartado "Las ideas Trascendentales" perteneciente a la Sección Segunda del Libro Primero de la Dialéctica Trascendental.

La cita dice: "Entiendo por idea un concepto necesario de razón del que no puede darse en los sentidos un objeto correspondiente. Los conceptos puros de razón que ahora consideramos, son, pues, ideas trascendentales. Son conceptos de la razón pura, puesto que contemplan todo el conocimiento empírico como determinado por una absoluta totalidad de condiciones. No son invenciones arbitrarias, sino que vienen planteadas por la naturaleza misma de la razón y, por ello, se refieren necesaramente a todo el uso del entendimiento. Son, por fin, trascendentes y rebasan el límite de toda experiencia, en cuyo concepto no puede hallarse nunca un objeto que sea adecuado a la idea trascendental".
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