Bercoe: Me sorprende fuertemente esta postura de USA, pues respecto a sus decisiones parece que se valora más la vida que está por llegar que la propia vida en sí.
¿Es compatible ser pro-vida respecto al aborto, con rechazar un sistema de sanidad pública? ¿Y es compatible ser pro-vida con defender el derecho a portar armas?
Trato de meditar sobre qué es "la vida" para estas personas, pero no llego a comprenderlo.
Es que ahí radica la perversa utilización del lenguaje, algo que vemos a diario en las expresiones políticas en las que se mezclan derechos, valores, sentimientos… para orientar la acción hacia un determinado fin. El aborto hace colisionar dos frentes, la viabilidad del embrión y la libertad de la mujer a decidir sobre su cuerpo. Algo que exige una regulación reflexionada y discutida para garantizar ambos y se ha encontrado en los plazos. El problema es negarse a proteger a uno de ellos. Llegado un punto del desarrollo del embrión ya no se puede interrumpir la gestación. Hasta entonces la mujer es libre de decidir sobre su cuerpo, es decir, tiene libertad sexual en igualdad con el hombre. Es curiosa la invisibilidad de la figura masculina en todo el proceso de legislación de obligaciones una vez fecundado el óvulo. Se habla de castigo y culpa en la mujer, nada de ayudas, ni de sostenimiento, porque no estamos hablando de la defensa de la vida.
Después está la política y todas las maniobras que se realizan para marcar bloques muy definidos de electorado. Si soy “pro-vida” me voy a inclinar hacia este lado o este color, sin observar que significa exactamente ser “pro-vida” para no incurrir en contradicciones o incoherencias, de manera que defiendo la futura vida del embrión/feto, bandera de tal partido, pero soy ajeno al futuro de ese potencial niño que viene al mundo, no promuevo ayudas para que salga adelante, probablemente las ataque, o apoyo políticas migratorias que acaban con la vida en muchos casos de mujeres y niños que huyen de la violencia y jaleo el levantamiento de muros y el hacinamiento de seres humanos al otro lado, o apoyo intervenciones militares y bombardeos indiscriminados en otros países, o defiendo la libre venta de armas, o no me manifiesto por la reducción de emisiones que acabará por destruir la viabilidad del propio planeta.
Es curioso que en un país donde se privilegia la libertad individual y la mínima intervención del estado, se pretenda legislar sobre la libre decisión de las mujeres sobre su cuerpo. Es decir, yo pago los impuestos mínimos porque lo que pueda gestionar el estado yo lo gestiono mejor, pero si consiento que la legislación se introduzca en el cuerpo de las mujeres. Es curioso también que la información/educación, lugar donde se debería invertir todo el esfuerzo para el conocimiento del propio cuerpo, del deseo, de la igualdad y el respeto en las relaciones afectivas se convierta en el caballo de batalla de grupos políticos que se declaran defensores de “la vida” con expresiones como: ”homosexualizar a la juventud” o “inducir a la masturbación” o “…”. Fomento la idiotez sexual y luego me lanzo al cuello de aquella que decide interrumpir un embarazo no deseado.
Así, genero batallas sociales que posicionen al electorado de forma radical a uno y otro lado y me paso por el forro que es eso que estoy poniendo sobre el tapete, libertad, cuerpo, vida… porque no es la finalidad del discurso sino el medio para alcanzar el poder. Es irónico por no decir que toca los tal, que el anterior presidente, promotor de que en el Tribunal Supremo haya una mayoría de 9 jueces conservadores por 3 progresistas, acumule más de veinticinco denuncias por acoso y agresión sexual. Incongruencia, perversión y enormes daños.