asainz55: Hola, Xna: En arte se puede considerar que el autor forma parte de la obra, pero esto es por decisión propia del artista y no del análisis estético. Si Dalí quiso hacer de su creación una extensión de si mismo o más recientemente FEWOCiOUS ha hecho una creación que es su vida en sí, formaría parte de la posición del autor. La estética tiene entonces que observarlos así.
Extrapolar esto a la filosofía supone, en primer lugar, eliminar toda intención de universalidad y acercarla más a una forma de expresión artística que de saber de segundo grado. Impide cualquier gnoseología, ética y metafísica, dejando al libre arbitrio y parecer cualquier interpretación del texto, según el momento histórico y cultural.
Esta es la actitud tradicional que se ha tenido en filosofía y se acaba hablando más de la persona que del autor. No se hace historiografía sino biografía, no se hace filosofía sino filia, sin más, el estudio de quién me gusta desde una pura subjetividad.
El hecho de que Heidegger era nazi es incontestable, pero la cuestión de si en su obra hay nazismo no se puede dilucidar con esta actitud. La crítica de Farias es, a mi modo de ver, muy sesgada y sigue esta actitud. En cambio, Lévinas hace una crítica desde la fenomenología y descubre los errores de Heidegger en cuanto a la ética se refiere (cuestión que no puede abarcar alguien que considera la crítica a la persona precisamente por esa falta de actitud universal).
Hola Abel, algún día donde sea seguiremos hablando de Levinás y de ética en Heidegger, aun exploro ese aspecto en este apasionante y controvertido filósofo, también hablaremos de su lenguaje y de muchas más cosas. Dos veces te despedí y veo que no hay dos sin tres.
Vaya como epitafio de este hilo
el mundo parece estar poblado de aquellos que "sirven a la verdad". Sin embargo, la virtud de la justicia tan pocas veces está presente, menos es reconocida y, casi siempre, es odiada a muerte, mientras que el cortejo de las virtudes aparentes siempre se ha beneficiado del lujo y los honores. Pocos son los que, de hecho, sirven a la verdad, porque pocos son los que poseen la pura voluntad de ser justos, y menos todavía los que tienen la fuerza para poder serlo. El mero hecho de tener voluntad no es suficiente: los sufrimientos humanos más terribles has sido causados precisamente por un impulso de la justicia purgado de la potestad de juzgar. Por eso, el mayor beneficio del bien estar común reside en el hecho de sembrar, de lo más amplio posible, las semillas del juicio que permite distinguir al fanático del juez y al afán ciego de ser juez de la capacidad consciente para serlo. Segunda consideración intempestiva. F. Nietzsche.
Hasta pronto compañero.