Pongamos el ejemplo, aquí, de la nueva criatura nacida, el Ser. Algo que había surgido ahí en la misma dinámica medieval o gótica del Escolasticismo. Algo de profundas raíces hacia otros idiomas -el griego, el latín, el hebreo, los idiomas iranios-, pero algo que aparece de novísima creación cuando se le hace proceder, la misma palabra y mismo concepto, de las viejas jergas latinas, del verbo "esse" y su derivado "ser", que a su vez proceden de otros más viejos términos-principios indoeuropeos de decimonónico recuerdo.
Pero es que ese término, esa nueva criatura nacida en la Escolástica, tiene en su mismo principio y funcionamiento, una serie importante de problemas. El más notorio es cómo se arreglará la convivencia de esa nueva criatura nacida con la idea de dios, es decir, que espacio pueden compartir o repartir, el ser y dios del todo espacio disponible en el pensamiento, cerebro y cabeza.
Recordemos las trifulcas ya mantenidas entre las preclaras y exóticas -aunque no por ello menos santas- ideas y propuestas de Plotino y su alumno Porfirio, la hipótesis de las Hipóstasis, la primera de ellas, lo Uno, con la nueva idea emergente del dios único de los cristianos, en cómo había quedado el asunto, el pensamiento desarrollado y derivado hacia el Tardoantiguo y el Neoplatonismo.
Recordemos las trifulcas populares, desde unos principios hasta unos finales, desde el Tardoantiguo hasta la Última Escolástica pasando por la intervención decisiva y diplomática de los autores ingleses, Scotus y Ockham, entre el pensamiento-filosofía-razón y la religión-teología-fe siempre puestas de esa manera, sobre quién servía a quién y en sentido fuerte, como diría Hegel.
Pues bien, es ahora y en el perfecto marco de la Escolástica, las lecciones de San Tomás de Aquino, cuando el Ser aparece y se manifiesta. Pero en Santo Tomás nadie sabría decir cuales son exactamente sus pretensiones.
La metafísica escolástica concibe el Ser según Esencia y Existencia y lo hace derivar todo de la razón de la divinidad. Pero, ¿Qué sucede cuando el pensamiento y la filosofía -pensamiento hablado y escrito- se demarca de la teología y el pensamiento religioso? ¿Qué sucede con las obras y autores de la Última Escolástica que analizan el Ser como esencia y existencia, así tal cual, sin otros compromisos o derivaciones? Pues que la figura del Ser emerge de sus dominios semánticos y hermenéuticos y se manifiesta como criatura única y algo novísimo, al mismo tiempo, que adquiere a medida que se desarrolla una presencia y apariencia singular.
Es como si el Ser fuese una creación en contra misma de la propia voluntad escolástica y de sus intereses y principios. El conflicto, entonces es manifiesto, ahora ya, dentro de las propias estructuras de un mismo sistema. Conflicto entre las más profundas razones teológicas y religiosas y ese ente singular del Ser. La trifulca de la nueva criatura nacida de la esencia y la existencia, el Ser, con el complejo analítico de la divinidad y su dios único.
Pero estos nuevos filósofos de la modernidad, Descartes, Spinoza y Leibniz, no sólo soslayan esa problemática, sino que muestran en sus escritos una especie de ser propio particular, no desarrollan el Ser en sus posibilidades, sino que sólo lo nombran, lo usan en ocasiones, solo en ocasiones aparece su estela y argumento.
Se supone aquí, en nuestra digresión particular, que de lo que se habla es del Ser de las cosas, la naturaleza y el universo, pero sobre todo del ser de lo humano. Un Ser que podría describirse como algo que cambia y se desarrolla y de unas profundas transformaciones y metamorfosis hacia el pasado y de unas profundas transformaciones y metamorfosis hacia el futuro y un Ser, por supuesto, que muere, pero cuya muerte no es una condición de su existencia -suma barbaridad (un ser para la muerte)- sino un ser cuya muerte es relación para con su vida, un simple fin y devolución de condiciones al lugar y espacio de donde las tomara.
Un Ser de lo Humano de aspecto dinámico, incluso mecánico y positivo, cuya conformación usa cierta diversidad de formas y principios como aquella configurada por la existencia de dos sexos -femenino y masculino-, la posibilidad de esos dos modos y principios, incluso categorías para el Ser, o bien un Ser diferente para cada sexo (XX y XY), y un ser que se desenvuelve de diversas maneras diferentes en la conformación de la pareja humana -una mujer y un hombre, una mujer y una mujer, y un hombre y un hombre- y que en su sentido metafísico más profundo lo vamos haciendo en una clase de Ser como ente total -el ser y el no-ser- y se había dejado, abandonado, en el Ser del Ser y el Ser del No-Ser, y sobre lo ilógico y la dificultad de razón del No No-Ser que podría aparecer como el "cuasi" de los escolásticos, los vestigios de Bruno, o cierta posibilidad de palingenesia o surgir.