Me parece que Quintana Paz pertence a una nueva gama de actores políticos que han sabido ver un cierto abandono del trabajo de las ideas en un panorama político saturado de marketing y estrategia electoralista. Su simétrico serían "Los Jacobinos", que han entrado pisando fuerte por las mismas razones.
Yo no comparto una buena parte de su ideario, soy un "chavesnogalista", pero me alegro de que gente con nivel participe de la escena pública. En cualquier caso, tampoco es un gran mérito. Lo de la izquierda mediática, no sólo la española, es de traca, y lo mismo ocurre al otro lado del espectro. Por eso, personas como Paula Fraga, con la que tampoco comparto mucho de lo que defiende, empiezan a encontrar eco en su trabajo, trabajo que se dirige a sustentar un discurso público de calado capaz de explicar las causas de las tendencias que parecen dominar el panorama político. Por ejemplo, las críticas de Quintana Paz acerca del capitalismo moralista o de Paula Fraga frente a la ley trans son ejercicios críticos que les merecen no pocos reproches (cuando no ataques y amenazas personales) de "los suyos".
Pero hay un dato interesante. Más allá de Quintana y Fraga, las relaciones que se dan entre estas emergencias son ejemplares. Como es de imaginar, discrepan de fondo, pero no de forma, y se permiten el inexistente lujo de respetarse y admirarse públicamente sin por ello menguar el debate, muy descafeinado por ser público, pero que destaca por el nivel general en el que se inserta.
Dicho lo cual, las burlas de José Antonio Montano me alegran el día. Le llama "filósofo con tocado", por el sombrerito que a veces se pone. Un "chavesnogalista" no podía decir menos.