Silvanus escribió:
Moira escribió:
Hola.
Seguro que no es una metodología correcta; y dudo mucho que sea efectiva. Sin embargo, se ven excesos autoritarios en algunos conservatorios, y esta actitud, aunque no creo que sea habitual, sí se da en algunos docentes o entrenadores, sobre todo, de aquellas disciplinas que exigen llevar una habilidad al máximo: danza, gimnasia, patinaje artístico, ballet...
La letra con sangre entra suele decirse.
Goya tiene un óleo titutulado precisamente así, que es una crítica al sistema educativo de la época (se puede visitar en el Museo de Zaragoza).
Un saludo.
Sin embargo, tanto Mozart como Beethoven (y tantos otros), que a todos nos gustan y con todo lo que significan históricamente, se educaron de esa misma manera: bajo la exigencia paternal desde muy temprana edad, con violencia, con sacrificio, y sin posibilidad de elegir.
Si pudierais entrar en ello, como si de un Dios se tratase, ¿cambiarías sus vidas, esa educación, (la de Mozart y Beethoven de niños) aunque como consecuencia se siguiera que no existieran sus obras musicales?
Hola, Silvanus.
Respondiendo tu pregunta, no cambiaría sus vidas. Pero, si pudiera, les preguntaría a ellos si valió la pena. De modo egoísta, podría llegar a justificar su sufrimiento, pero sólo si ellos convienen en ello.
Dicho eso, creo que Mozart llegó a ser un genio no gracias al trato inhumano y al sacrificio, sino
a pesar del trato inhumano y del sacrificio.
A Mozart, el excesivo rigor paternal quizás le sirvió para tocar virtuosamente el pianoforte, pero no para componer mejor. Y hoy lo que disfrutamos son sus creaciones, no su talento musical al piano.
Quizás la rígida instrucción hizo que Mozart pudiera hacer muchas giras como intérprete superdotado, pero no creo que contribuyera a crear las sinfonías o el
Requiem.
En ciertas ocasiones las exigencias sobre los niños dotados ocultan la necesidad de satisfacer los deseos de los adultos; por ejemplo, de ese padre que quiere que su hijo practique la disciplina en la que él no triunfó. Luego están aquellos que ven a los niños como una forma de ganancia económica: Leopold Mozart embarcaba a su hijo en interminables giras. Era un padre codicioso y un gran manipulador: cuando Wolfgang escogió a Constanza Weber (prima de Carl Maria von Weber) como su esposa, Leopold lo urgió a que se casara no con una mujer de su misma extracción ocial, como Constanze, sino con alguna aristócrata.
A mi juicio, el nivel de exigencia no razonable genera más problemas que los que resuelve.
En el caso de
Whiplash, el "solo" final al que hace referencia zolaris no justifica el maltrato; y, de hecho, no culmina nada, sino que más bien trunca: trunca una carrera musical: es el desahogo del protagonista, su última palabra, es el ajuste de cuentas contra un docente, contra la prevalencia de los malos tratos y contra una forma de entender la música.
Un saludo.