Evgeny Kissin
Me fascina el espacio en el que está tocando, vertical, tantas gentes sobre él, muy juntos, una atmósfera cargada podría haber ahí una pelea de gallos o de mujeres en el barro y su pelo, il est l`enfant terrible. “Paganini, Liszt, La Campanella” les lanza al auditorio, no escupe el chicle porque le alcanza a alguien en el ojo seguro, como están ahí de cerca y apretados. Dale. Suave, postura recta, concentración, su pelo. Las manos las veo desde abajo y creo que vuelan sobre mí, es increíble, la izquierda se escapa cada vez más lejos, la derecha gotea mucho, más rápido, los dedos tan cerca, rápido, rápido, sobre dos dedos, cómo lo hace, esa mano que se vuelve a alargar y luego se juntan “taconear” las teclas, es claqué con las manos, ti amor Evgeny, me gusta hasta tu pelo.
Valentina Lisitsa
Ella no ha venido a tocar, she plays the piano, elle joue du piano, porque en inglés y en francés se “juega” y no se toca y ella lo hace francesa o inglesamente porque es una niña que juega con su pianito, vestida de princesa, si es que parece que tararea mientras coge flores por el campo y salta las piedritas. Qué sí, por eso sus dedos acarician y las manos se separan y se vuelven a juntar así muy juntitas y se escapa la izquierda, no se alarga el brazo el piano se hace pequeño, ella podría asfixiarlo porque sus brazos lo abarcan todo, juntas las manos, se clavan en las teclas y sientes que te está haciendo cosquillas y vuelta a acariciarlas como si fueran de terciopelo, difícil decís, naaa es como batir la clara de un huevo, como hacer el cinco lobitos con los dedos tan largos y yo extasiada mirando.
Lang Lang
Mano derecha en alto, toca, quema, arriba, otra vez, los dedos se deslizan, son diez, mira, levanto la mano derecha, ahora estos dos, bajo, ¿quema? Qué va, es que puede dibujar en el aire con una mano mientras con la otra sacude las teclas, otra, ¿las ves?, este dedo toca aquí, el otro allá, mano arriba, ¿quema?, qué no. Las manos se separan, no solo en el teclado, también en vertical, hacia atrás, sacude la cabeza, el flequillo, las manos muy juntas taladran las teclas, te hacen acupuntura, corren los dedos por el teclado frenéticos detrás de la mano derecha y no, no quema el teclado, más carreras de dedos saltando y final taurino, giro de cuello, escondo la barbilla en la chaqueta de luces, mientras muestro mi espada ensangrentada, ole grita uno, la hos…. tú, pañuelos blancos al palco, bravooo.
Disculpadme, quisiera sentir tan nítido como Swann, quisiera esculpirlo con palabras como Marcel Proust pero solo me sale ponerme de pie en la mesa, coger el teclado y bailarlo. No me eches de clase Moira, amo esto demasiado.