Es interesante, en este periodo casi anual de pandemia, contrastar canciones, temas, composiciones musicales y ver si nos ha cambiado su percepción emocional durante este tiempo. Para mí es una especie de termómetro de sensibilidad. Casi voy a decir (bajito bajito) de cordura.
No conocía It´s gonna rain de Steve Reich. Sí otra composición, subida a este foro que se titula Music for 18 musicians, que ya me llamó la atención. Bien, el asunto es que It's gonna rain me ha supuesto un chute de energía y de bienestar, un éxtasis de droga. Y también una especie de revulsivo en plan -espabila que te atascas-. Sí, muy personal todo. Y tengo la sospecha que hace un año mi recepción de esa composición habría sido diferente. Pero no sé en que sentido.
En concreto, y respecto a esta cuestión, hay un disco con el que me estoy peleando estas dos últimas semanas porque quiero vencer la sensación que me provoca, y que es diferente a la que me solía provocar antes de la pandemia. El disco es A saucerful of Secrets el segundo de Pink Floyd, del 68. Y la sensación es el desasosiego. Que anteriormente era excitación y pecado. El problema es que cuanto más trato de vencerla peor lo pongo, así que tendré que dejarle un tiempo. Creo.
Se puede hacer una analogía sobre ese disco y un estado de emociones actual. El disco inicia la llegada a Pink Floyd de David Gilmour y la salida de Syd Barrett. Solo coinciden en este disco. Es la entrada de la frescura y cordura de David Gilmour y el abandono del grupo por parte de Syd Barrett por problemas psiquiátricos. El sonido, visto así, en función de esas circunstancias que marcaron seguro su composición, representa la tirantez entre la cordura y la locura. Que a nivel emocional pueden representar una lucha particular de los individuos en el momento actual. Quizás inconsciente. Pero los desajustes entre los concursantes están más que manifiestos en nuestros entornos. ¿O no?
Dejo el tema que da título al disco y que es el que más desasosiego me provoca:
Hola, zolaris.
Me parece muy interesante el contraste que sugieres entre nuestros estados actuales y los anteriores a la pandemia, y ese no vivir con las mismas sencaciones las mismas experiencias. Me ocurre con la música, constatemente, y con el cine. Incluso con algunos libros.
He notado un avance imparable de la subjetividad en todas estas emociones. Ya no remiten tanto al mundo. Se han abierto hacia algo más vasto o hacia algo más estrecho.
Ufff...It's gonna rain es...
(...) La he escuchado 3 veces, estoy enganchada, soy como un derviche: giro y giro.
Suscribo tu post al 100%, zolaris. Actualmente (creo que por esta situación) me encuentro en plena catarsis existencial. Eso que tan bien describes es lo que a mí me está pasando: ya casi nada "me sabe" igual, hay nuevos matices...
En mi caso es claustrofobia de baja intensidad y necesidad de agrandar horizontes visuales. Los edificios encajonan demasiado y los interiores intimidan, a veces no quepo y se me desboca la respiracion, andar, andar más, lejos. La música sigue siendo esencial. Un placer de palmas con Steve Reich, Moira, me pedía tal vez un "quejio" y una cascada de notas de guitarra, cosas mías, un capricho. Hoy os dedico amplitud, una panorámica de montañas nevadas, pisar guigarros, aire helado en el rostro, las nubes oscuras se aprietan, hace mucho frío. No tengo fotografía, está en mis ojos y oídos.
Moira, Zolaris. Todo lo que traéis es para leeros siempre con muchísima atención.
Preciosa tu imagen Xna.
En estos tiempos estamos aprendiendo (algunos algo ya intuíamos) a disfrutar de esas pequeñas cosas que nos da la vida. Necesidad de vuelta a la calma, a la naturaleza, bajándole los humos al mundo tecnológico que nos estaba devorando. Necesidad de reencontrarse con gente-verdad, palabras-verdad, música/literatura/poesía/imaginación-verdad, familiares/amigos-verdad, rutinas/hobbis/naturaleza-verdad. Claro que siempre hemos tenido a la mano lo que nos ha podido hacer crecer como personas, aunque a veces no lo hemos sabido ver.
Y entre esos momentos-verdad está una entrevista rescatada de las catacumbas de dos personajes geniales, Sabina y Jesús Quintero. Eliminaría tema toros (dolor en el alma) y el chirriante humo del cigarro en una pantalla. Nadie es perfecto. El resto una verdadera delicia. Maravillosas las explosiones de risa de Sabina. Quintero un crack. ¿Dónde está actualmente?. Entrevista disfrutona para sacudirse esta maldita pandemia al menos por un rato.
…….Quintero: ¿Ya no hay paraísos?
Sabina: Paraíso es tener buena salud y curiosidad por la vida. (Y por supuesto la música)
Quintero: ¿Qué es la genialidad?
Sabina: Eso lo dicen doscientos años después. Es la diferencia del que alumbra el camino de los demás con una zancada que los demás tardan muchos peldaños de descargar en su vida.
Quintero: ¿qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?
Sabina: exprimirla
Quintero: ¿qué sabe el hombre que más sabe?
Sabina: Sócrates decía que poca cosa, y eso que sabía bastante, según Platón. El hombre que más sabe, lo que más sabe es vivir. El que ama. El que está a favor de la risa. Del vino. La buena palabra, la buena compañía,.……
No quiero pecar de outsider, ni mucho menos, pero, a pesar de que este disco sea archiconocido por todos -¿quién no ha visto una camiseta de The Dark Side of the Moon por la calle?-, no sé si se ha llegado a apreciar la lectura existencialista del disco. Creo que la estética orgásmica de las canciones nos encierra impidiéndonos ir más allá; basta con darle click al vídeo de arriba. No fue hasta el año pasado cuando aprecié que el disco en sí mismo es una temática que gira en torno a la naturaleza tan inexorable como teleológica de la muerte. A lo mejor no soy outsider, sino que he sido muy ingenuo
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Instrucciones para los nuevos homo sapiens que nazcan
"Hablando con las fieras del zoo, sólo yo hablo; ellos suelen mirar [...] Cuando era un crío, ¡vaya una mierda! Lo consiguistéis: me jodistéis bien; la zancadilla nada más nacer. Así es como se crece bien: con empujones para no pensar y una bomba bajo la almohada [...]"
Tercera referencia a Pink Floyd en pocos días... Está claro que empieza a cundir una cierta necesidad de expansión. Mental, en este caso, ya que la física y espacial está restringida. Aunque para mí, Pink Floyd es Syd Barrett, es decir, dos discos. Para gustos, colores. O drogas, como diría Syd Barrett.
Hay sonidos e imágenes y sensaciones, como aire helado en el rostro y nubes oscuras que se aprietan. La libertad parece ser, en efecto, un estado mental. Se puede proyectar con censura y crispación, como está de moda, o con belleza y amabilidad, como es el caso.