elías escribió:
Hola Goriot
Un principio es el de no maleficencia y otro bien diferente es el de beneficiencia. Si yo estoy al borde de un muelle junto a una persona que no sabe nadar el principio de no maleficiencia dicta que no debo de empujar a la otra persona al agua porque ello le causaría un daño incluso hasta podría causarle la muerte. Ahora bien, si viene una tercera persona y empuja al mar a la persona que no sabe nadar y ésta comienza a ahogarse no creo que sirva de mucho el quedarse de brazos cruzados y decir: “ Yo no he dañado o causado ningún mal a esa persona puesto que no yo he sido el causante de tal sufrimiento puesto que lo empujó otra persona. Por tanto, puede darme media vuelta e irme tranquilamente a dormir”
¿De verdad consideras que tales visicitudes están tan sólo mediadas por alguna suerte de raciocinio puro? En pocas situaciones parecidas te has debido de encontrar si crees que en ellas se pierde un solo minuto más en reflexionar que en reaccionar. No reduzcas al absurdo aquellas opiniones que no has comprendido o que has creído comprender sólo por haber visto reflejados en ellas aquellos puntos prejuiciosos que ya guardas en ti ante cierto tipo de opiniones. Lo que aquí se viene abogando desde un mísero principio es que la vida real es más compleja que intuir cuándo y respecto a qué uno se ha de sentir responsable moralmente, cuándo uno va a dejar o no de actuar. El contexto lo es todo porque es imprescindible. Y haced el favor, y dejad de tergiversar frases como la anterior de manera que parezca que decimos que el contexto es subjetivo y particular y que depende de algún tipo de lógica interna que se justifica a sí misma. No apliquéis juegos lógicos de primero de debate, por favor. La realidad es que nadie, salvo excepciones psicopáticas o excepciones teóricas autointeresadas, va a quedar impasible ante alguien cuya vida está en claro riesgo y ante lo cual nosotros podemos mediar. Pero no quedar impasible no es sinónimo de actuar, o de actuar de una u otra manera. Y es ahí donde el contexto, o sea, toda la ingente cantidad de características ambientales, personales, físicas, etc., realmente se muestran imprescindibles para un análisis moral ajustado a la realidad. Resumen para que no tengáis resquicio de donde rascar prejuicios: De la situación depende el juicio, y de éste la voluntad. Cualquier juicio apriorístico o a posteriori que no tenga en cuenta tal situación solo concluye con axiomas cada vez más alejados de la realidad.
elías escribió:
Por supuesto que uno no tiene que castigarse o sentirse culpable por el sufrimiento o por el daño que él no ha causado. Podrá sentir pena o dolor pero no podrá sentirse responsable. Lo que ya es más difícil de entender o de justificar es que ni tan siquiera sienta pena o dolor ante una tragedia. Como lo que es más difícil de justificar es no intentar, y en las medidas de sus posibilidades, y en muchos casos puede ser casi nula, intentar beneficiarlo ( principio de beneficiencia).
Dices, Goriot: “Qué os molesta exáctamente, ¿la posibilidad de que a uno pueda no afectarle las desgracias de un niño cuyo nombre ni siquiera sabría pronunciar sin que eso conlleve sentirse profundamente culpable?
Sí, efectivamente, eso es lo que me molesta. Pero me molesta no el que no te sientas culpable por la tragedia de dicho niño si no se eres responsable de la misma sino de ni tan siquiera mostrar ningún afecto ante la desgracia de ese niño. Bueno, salvo que se sea un psicópata y no se posea la capacidad de sentir ningún tipo de afecto frente a la desgracia y el sufrimiento humano.
Por supuesto que todos vemos el telediario y vemos desgracias humanas y al poco rato nos vamos a cenar o nos vamos de fiesta. Está claro que si esas desgracia fueran sufridas por un miembro de nuestra familias, o por miembros de un círculo cercano, no actuaríamos de dicha forma. Y entre otras razones, y aparte de la apuntada por Adela Cortina, porque simplemente no podríamos seguir viviendo con tanto sufrimiento. Si se nos exigiera que sufriéramos de la misma forma la muerte de cualquier hijo como la de un hijo propio la vida no podría ser vivida. No sé si en el fondo el mecanismo del que nos habla Adela Cortina es un mecanismo de autodefensa para poder seguir viviendo.
Por tanto, y volviendo a la pregunta: Qué os molesta exáctamente, ¿la posibilidad de que a uno pueda no afectarle las desgracias de un niño cuyo nombre ni siquiera sabría pronunciar sin que eso conlleve sentirse profundamente culpable?” la respuesta que yo daría es que lo que molesta no es que a una persona no le afecte lo ajeno de igual forma que le afecta lo propio o cercano sino que ni tan siquiera le afecte. Una cosa es que a una persona no le afecte de igual forma que una persona del otro extremo del planeta pierda su trabajo y se vaya al paro como le afectaría si lo perdiese él mismo o su pareja y otra bien diferente es que conteste: ¿Y a mi qué, pero si no sé ni como se escribe su nombre?
Una vez más demuestras que la realidad te gusta muy poco y que en algún momento de tu vida la has terminado por considerar tu enemiga. Es muy sencillo, elías, eres un hipócrita. No te lo tomes a mal, no es un insulto, no trato de crear un conflicto burdo. Pero es evidente que la hipocresía subyace en cualquier teoría moral que implique negarse a sí mismo, en esencia. Se ve que no te gustas mucho, que hay en ti sentimientos y no-sentimientos que no te agradan ni un pelo. Y yo lo siento muchísimo, elias, pero eres un hipócrita por ello. Todos sabemos que hay niños sudaneses que con tan sólo 8 años se han visto obligados a violar a una mujer hasta la muerte como rito de iniciación, también sabemos que los hay asiáticos que son contratados de palabra porque son los únicos que por su tamaño pueden meterse por conductos peligrosísimos hasta vetas de metales preciosos. Claro que hay niñas, mujeres, niños y hombres que les ha tocado vivir una vida indigna, escalofriante, violenta y real. Y poner la exigencia moral hasta el punto de que todo el mundo es culpable/responsable de inacción, incluido tú (porque tú y yo sabemos que tu vida no gira ni muchísimo menos en torno a la desgracia ajena -si acaso a la propia-), es síntoma de no haber sabido reconciliarse ni con uno mismo ni con la realidad que le rodea. Y, por favor, de nuevo, no tergiverses como si estuvieses hablando con un pardillo, que algo no te afecte personalmente, es decir, que puedas ir a comprar el pan sin que la imagen de un niño congoleño te inunde de remordimientos, es decir, de no actuar conforme a una moralidad ridícula, no es sinónimo de saber profundamente que todo ello no está bien, de que hay cosas inmorales que sojalá no sucediesen pero que suceden.
elías escribió:
Pues claro que es un buen motivo. ¿Pero es el único motivo o acaso el más importante? Y aquí estamos a vueltas con la concepción moral hija de la modernidad. La moral se acaba por reducir a sentimientos o a afectos. Supongamos, y por eso del dramatizar, que yo tengo que elegir entre salvar a un nazi que va a ejecutar a una víctima y entre la víctima. Y resulta que yo, y porque siento afecto por el nazi, ya sea porque sea familiar mío o por cualquier otra razón, decido salvar al Nazi. Claro, quien va a echar nada en cara. ¿No es acaso el afecto de por sí un buen motivo para elegir entre dos opciones. Pues a mi el afecto me llevó a salvar al nazi, y por tanto, aquí paz y en cielo, gloria?
En cualquier caso decirte que una cuestión es el juicio moral y otra bien diferente es aquello que mueve a la voluntad a la realización de dicho juicio moral. El afecto nos puede “llevar” a la realización de una determinada acción pero ello no implica que dicha acción sea moral. Es que nos dices que el afecto es un buen motivo para decidir entre dos opciones pero lo que no nos dices es si esas dos opciones son igualmente morales.
Un saludo.
Voy a concluir intentando resolver todas estas asunciones que, espero, estén sólo motivadas por una lectura rápida y quizás, como mucho, prejuiciosa del asunto. Aquí de los pocos que desde el principio ha manifestado su rechazo a limitar cada cosa a uno sólo de sus estados ha sido el menda lerenda. Si aún sigues en el mismo debate que yo, que es a partir del cual uno puede leer correctamente mis mensajes sin entrar en equívocos, nuestro especial incapié en el afecto (al menos el mío en particular) viene dado en contraposición a ese exacto argumento de que el humano es más defendible por ser simplemente humano que un perro por ser simplemente perro. Es decir, es una remarcación de que distinguir entre dos seres únicamente por aspectos arbitrariamente escogidos, como lo puede ser unicamente la especie, o el afecto, es ridículo, sobre todo cuando uno trata de fundamentar una ética a su alrededor. Es decir, aquí soy yo el que viene diciendo desde el principio que las emociones son imprescindibles a la hora de juzgar e interpretar la realidad, pero que, en cambio, no son más que una parte más de todo un contexto imprescindible para el ejercicio del juicio moral y de la voluntad. Todo aquel bellísimo alarde kantiano universalista, es sólo universal en tanto que exista un universo en el que el contexto sea inexistente. Lo cual no es sinónimo de decir que el contexto dependa de la percepción sensible de cada persona, repito.
Que las personas tendamos, en cualquier caso, a sentir y, por tanto, a salvar a aquellos más cercanos es porque hay una verdad inherente al hecho de que cuanto más conoces algo más se alivia, se allana o se redistribuye cualquier concepción estereotipada que pudieras tener al respecto. Por eso ojalá nunca tengas que elegir si salvar a un verdadero amigo, de esos que te siguen hasta las últimas consecuencias, solo por su condición de nazi, porque verías, entonces, que toda tu filosofía ultraterreta, o extraterrena, es pura ficción. Salvarías a tu amigo nazi, como todos, porque es algo contra lo que ninguna ley moral puede legislar sin caer en una contradicción fundamental, la contradicción consigo misma. Es por eso que antes del "deber ser", es decir, de la ética, uno debe conocerse a sí mismo y a todo cuanto le rodea, es decir, la pura y bellísima realidad.
Así que sí, puede priorizar a tus seres queridos, incluida tu mascota, por supuesto, sin caer en inmoralidades, irresponsabilidades, ni culpabilidades. Y por favor, de nuevo, dejad de repetir una y otra vez el mantra del amor arbitrario hacia las consolas, los bolígrafos y la escobilla del váter; es ridículo.