Marcoaurelio escribió:
Bolindre: me apunto
El túnel y
Pedro Páramo.
Anuska: hoy comenzaré
Solenoide que iré intercalando con nuestro querido Marcel. Así que cuando tú te animes podemos intercambiar impresiones.
Estoy con Solenoide. También. Además de.
Me encanta cómo empieza describiendo su relación con los piojos. Veo algo poético en su forma de contar.
Estas frases de las primeras líneas son la puerta que invitan a quedarse: “Me froto el cuerpo con las manos llenas de jabón. Mi cuerpo no me resulta erótico. Es como si mis dedos no recorrieran mi cuerpo sino mi mente. Mi mente vestida de carne, mi carne vestida de cosmos.”
Sigo. Intuyo que el relato no va a ser precisamente un canto a la vida, me preocupa que sea precisamente lo contrario: “Me cubro la cabeza con el edredón e intento quedarme dormido, tal vez para siempre.”.
Detecto que al autor le interesa describir una infancia y adolescencia propia muy, muy decadente, nada de luz azul, nada de ojos como platos abiertos al mundo que se le presenta.
No me puedo creer que presenta su primer trabajo como profesor como un castigo, la ubicación de la escuela no le gusta, las aulas no le gustan, lo que prevé que se va a encontrar allí no le gusta. No conecto con este personaje. Voy a intentar analizarle, ya totalmente alejado de mis gustos. No sería amiga suya. Me deprime su actitud. ¿En lugar de ilusionarse por el encuentro de 30 alumnos lo que hace es maldecirse. Ufff. Mal pinta.
“La animación autónoma de mis manos (gracias a Dios, nunca cuando estoy en clase o por la calle)”…. Ay, dios, me temo lo peor. ¿autismo?, ¿esquizofrenia?. Espero que el protagonista remonte y sólo su actitud narrativa se deba a claves literarias, si continuara en esta línea voy a tener que abandonar el libro. No es el momento ideal para leerlo.
O quizá sí.....
“Me arrastré un kilómetro por el barro, con una máscara antigás en la cara y un macuto de treinta kilos a la espalda. Inspiré y espiré mosquitos, cinco o seis en cada centímetro cúbico de aire del dormitorio”. Ufff que difícil se me hace empatizar con este personaje. Todo esto hablando de la mili.
Pero retomo. Y me encanta. “Tenía versos escritos en los dedos y en la palma de la mano, poemas escritos con tinta en el pijama y en las sábanas”, aunque sigo pensando que el protagonista es rarito, rarito.
Espera, que esto remonta: “En otoño, un otoño luminoso como no recordaba otro, fui por primera vez a la universidad.”
Y otro guiño que me engancha: “Jamás conseguiré olvidar aquella tarde en la que me pasé llorando cuatro horas seguidas leyendo aquel libro; sin embargo, hasta ese mismo instante no había tenido la ocasión de averiguar nada sobre él ni sobre su autor. La primera sorpresa fue que su autor era, en realidad, una autora.”
Como no quiero destripar mas allá el libro, me callo. A partir de ahora leeré en privado.