Pues estoy de acuerdo con tu pareja. El trabajo sólo sirve para insuflar la ilusoria idea de que nuestra vida tiene un sentido. Nos hace sentirnos útiles, como es útil un vaso para beber o un bolígrafo para escribir. El otro día leí por ahí que muchos trabajos eran innecesarios y que existían sólo para que la civilización no se derrumbara, moralmente hablando.
¿Te puedes imaginar que yo me siento muy bien conmigo misma después de haber limpiado la casa, o planchado? Pues sí, es así. Y al mismo tiempo me doy cuenta de lo imbécil que soy por pensar, mejor dicho, sentir así. Yo creo que es un instinto atávico de supervivencia. Los animales, incluidos los humanos, si no trabajan no se ganan el sustento. Por eso se aburren nuestras mascotas y nosotros mismos cuando llevamos tiempo sin hacer nada. Y es que, encima, nos sentimos culpables. Estamos programados para trabajar, hacer, producir... como las bailarinas de las cajas de música (las adoro), que nunca paran de danzar. ¿Y para qué? Para nada.
Ay, que no te desanime lo que te he dicho. Mejor, no te creas ni media palabra. Al fin y al cabo, lo importante es disfrutar. De trabajar, o de no hacerlo.