A revueltas con Funes:
Me siento como un explorador en medio de la selva con la brújula estropeada. Hay frases del relato que no termino de comprender. Así las cosas, mi análisis es muy poco perspicuo y mis conclusiones no son perentorias. Bolindre, acepto que para Funes no haya dos peras y que la “otra pera” sea una fresa. Pero no que su sistema sea una gilipollez (aunque entiendo es un modo coloquial de decirlo). Yo lo calificaría como incompetente.
Funes tiene dos grandes virtudes: la memoria y la percepción, ambas unidas, ya que puede recordar cada pequeña variación de la percepción. El narrador a veces se dirige a él como alguien que no llega a entender bien las cosas; sin embargo, se nos dice que puede crear imágenes complejas a través de la sinestesia. Pero al final crea un mundo totalmente desordenado. El narrador le quiere hacer entender que 365 son tres centenas, seis decenas y cinco unidades, porque es la forma de abstracción necesaria para comprende los números. En cambio, si el 1 es “casa”, el 2 “domingo”, el 3 "orquídea”, etc, se crea un mundo caótico y desordenado, imposible de aprehender. Si acudimos a una teoría simple del significado, diremos que es convencional (social) y discontinuo. Reconocemos la nota “re” porque no es ni “mi” ni “do”, o el naranja porque no es ni amarillo ni rojo. Si nombramos aleatoriamente cada una de las infinitas gamas de colores y además le damos un nombre distinto a cada segundo o dependiendo del objeto sobre el que se imprime, se pierde la discontinuidad y convencionalidad del significado. Es decir, aprehendemos la realidad por sus diferencias, por sus contrastes. )estructuralismo puro), y Funes deshace estos contraste. Decía Iván Karamazov que si “la inmortalidad no existe, todo está permitido”. Léase aquí inmortalidad como infinito. Es decir, la falta de infinito genera caos y paradójicamente el infinito impone los límites a los humanos, pero ese infinito debe ser ordenado para que sea comprensible. Dios así la entendió y fue muy metódico para crear el mundo, cada cosa en su día. Dios es armonía, es el gran arquitecto, el Hacedor. Crea con la palabra (Dios dijo “hágase la luz” y la luz se hizo). Dios es agente. Funes, por el contrario, es paciente. Solo puede pensar con sustantivos y adjetivos, acaso con adverbios. No puede hacer nada. Está inmóvil en las penumbras e incapacitado. No podría ni regar una planta. De hecho, se alude él como el "Tullido" (con mayúsculas). Dios también es inmóvil, pero es luz y constructor. Dios es un botijo infinito, percibe y construye. Es agente e impasible. Funes es una botella cerrada cada vez más llena, percibe y explota.
Bolindre, si no te importa, y para no enrollarme más con otras consideraciones, si me das permiso me descargo tu documento y añado algunas notas (por mí firmadas, para diferenciarlas de las tuyas) y dudas que tengo sobre fragmentos que no termino de darle sentido en esta complicada selva en que nos ha metido el Borges.