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Xna
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Escolástico
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Yo como soy "areligiosa" y "amoral" haré fraude y "favores flacos". Ahí va algo que quiere parecerse a un relato.
Del espíritu y otros rollos
- Vaya por delante que estás muerto
- ¿Y eso que importa?
- Pues todo. La capacidad de las partes intervinientes en el contrato es esencial. No debe haber engaño.
- No va a haberlo, ¿por quién me tomas?
- De acuerdo, tú me aportas tu saber y yo mi aliento vital, ese es el pacto. Sin apurarnos. ¿Queda claro eso?
- Déjate de historias y empecemos- Él era profesor y alemán, eso se notaba a la legua. Me callé, casi me cuadré y me dispuse a escuchar lo que se puede cazar al vuelo en un autobús intermunicipal a las 6:30 de la mañana. Todos dormían, con las cabezas apoyadas en la ventana y eso que el ruido era casi ensordecedor.
- Es una faena que apaguen la luz.
- No la necesitamos
Y comenzó a ilustrarme en el espíritu, la conciencia, la idea, el pensamiento dialéctico… no sabía cómo alcanzaría a memorizar todo aquello.
- No, no tienes que hacerlo, solo sentir- Me tomó la mano, la arrimó a mi pecho, la mantuvo allí un momento- ¿Lo oyes? Es el movimiento de la vida. Lo primero que el espíritu sabe de sí, en su forma de individuo humano, es que siente- La emoción me dificultaba el respiraba. Inspiré profundo, cogí algo de aire y lo solté largo, de golpe. El se acercó más y pudo respirarlo. Sus ojos adquirieron algo de brillo. Su mirada ganó en intensidad y sus labios en color, de pronto los descubrí, así carnosos.
No sé cuantos días duraron nuestras clases. Iba adquiriendo sabiduría. El mundo, la naturaleza, se me presentaban nítidos y yo misma comenzaba a tener conciencia de mí, conociéndolos y mientras, nos íbamos respirando. En algún momento me propuso parar, pero ¿Quién puede hacerlo? Mi aire, su aire, mis labios abiertos, sus besos en la frente, en los ojos, en el cuello. Sus manos debajo de mi jersey, mi cuerpo temblando, su cuerpo, tan cálido. Nos apuramos, nos bebimos hasta la última gota. Él voló un día como un pájaro, yo me quedé, por siempre, en aquel autobús. Mi pensamiento ponía contenido en lo simple y lo hacía universal e ideal aunque a ratos le imaginaba hecho un descerebrado en alguna disco bailando reguetón hasta no poder más.
Una mañana presté atención a algo más que a lo absoluto. Ella era muy joven. Me senté a su lado.
- ¿Qué lees? Le pregunté
- Los cuerpos que importan
- Ah, Judith Butler
- ¿La conoces?
- Claro, es inspiradora de la teoría queer, o mejor podríamos llamarle “Revolución queer”- Sus ojos se abrieron como platos, sonreí y me mordí los labios- Podríamos hacer un trato.
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