Hola Ksetram:
No te ha gustado mucho. Qué pena! Dices que te pareció bella pero tiene poco guión y poco acción, sin grandes aspiraciones.
A mí me pareció una novela preciosa. Anuska señaló en un mensaje algo así como que retrataba muy bien la adolescencia desde una mirada madura. No sé exactamente cómo lo dijo pero tenía toda la razón.
La narradora te traslada a su adolescencia, cuando estaba en un internado de chicas de clase alta. Allí, un lugar de normas rigurosas, en ausencia de sus padres (que no intervienen para nada en la educación de sus hijas) donde pretenden formas chicas perfectas, apartadas del mundo real, las niñas se ven obligadas a tomar unos roles.
Las descripciones son perfectas. Una escritura muy pulida. Cada palabra tiene su razón de ser, como en la poesía.
Sentía cierta furia por vivir en el mundo, y las aureolas de la muerte concernían sólo al pasado. El futuro eran las verjas que se abrían y las paredes que se convertían en tapices. Frédérique hablaba sola. La he visto mover los labios y mirar algo similar al vacío. Pero ¿cómo se representa el vacío? ¿Tal vez es la falsificación de todo lugar originario?
He leído alguna entrevista a Fleur Jaeggy y dice que después de escribir siempre lee en voz alta y, si algo no le gusta como suena, lo quita, lo cambia, hasta que todo cuadra conforme a lo que quiere expresar. Ella escribe para sí misma, es la narrataria. No es una persona a la que le guste publicar.
Me gustó mucho el uso que se hace de las diferentes lenguas: el francés para la elegancia, el amor; el alemán para lo familiar, las normas...
Me asombra la naturalidad con la que ven la muerte y la poco importancia que le dan. Por ejemplo, cuando Marion llega de luto a la fiesta porque acaban de morir sus padres, pero no podía perdérsela. Aunque, teniendo en cuenta lo que pintan los padres, no debería extrañarme tanto.
Me gusta mucho un momento en el que dice algo así como "Éramos expertas en mujeres". El papel del hombre en esta novela es nulo. Las mujeres, las madres, son las que toman las decisiones de todo. Los hombres no pintan mucho, la verdad.
El final es fantástico. También paradójico que en ese mundo la única que se sentía bien era Frédérique. Ella necesitaba de unas normas...
Podría hablar mucho tiempo, me he dejado muchas cosas en el tintero.
Un saludo