Castlelita escribió:
¡Hola!
(Sigo en el pueblo y escribo desde mi móvil...Se me da fatal escribir desde el móvil)
Me ha parecido muy interesante tu interpretación, Zolaris. Yo todavía no he releído la novela (la tengo en casa) por lo que hablo de "esas primeras impresiones"...
¿No os llamó la atención que los protagonistas no tuvieran nombre? Son el hombre, el niño... Es como si el narrador estuviera contando una parábola ¿no?
Y el final. Ese final donde el bien, si no te rindes, se premia. El Bien siempre gana. Y los elegidos triunfan.
Recuerdo que subrayé mucha simbología: carretera, ceniza, fuego...
Es verdad que es conmovedora la forma en que el padre quiere proteger al hijo del mal, del horror que les rodea. Por momentos me acordaba de "La vida es bella", donde otro padre se empeña en mostrar a su hijo que otro mundo es posible, que otra realidad también es viable...
Saludos!!
Sí, de acuerdo en lo de la parábola, como relato simbólico. El texto, como apuntas está plagado de simbología a pesar de estar narrado con una prosa "esquelética". Todo está narrado con la última voz, agónica, de algo que acaba y se sujeta ya en lo mínimo. Fíjate en los diálogos entre padre e hijo. Son conversaciones que sujetan una ética en demolición, con proposiciones básicas sobre el bien y el mal. El hijo sujeta los básico interpelando a su padre para que siga fijando el último andamio tambaleante de esa ética. Y suelen acabar, por parte del hijo, con un lacónico "vale". Que a duras penas mantiene encendida la última llama del fuego.
Respecto a los nombres no mencionados de los protagonistas, pienso que no han llegado al final, lo que queda es supervivencia no nominal. Ni rastro de poética humana. El último nombre sobre el mundo, es Ely, el nombre de Dios, que también se está desvaneciendo. El nombre más potenciado por el hombre, que también finaliza. En ese pasaje, para mí, hay una belleza crepuscular desgarradora. En esa despedida. Siempre que consigas despegar del texto, algo que el escritor no te facilita. Sucede en más pasajes.
En cuanto al final, no creo que sea feliz. El mundo está muerto y desesperanzado. Quedan unas cuantas latas de conservas por algún lado pero son finitas. Pero ahí hay que apelar de nuevo a lo simbólico. McCarthy sigue creyendo que hay un otro posible.
Un saludo.