No me resisto a mencionar aquí
Ida, de Pawel Pawlikowski, que tanto me hace añorar el cine de Andrzej Wajda.
Muy recomendable el georgiano Nino Basilia y su
La Vida de Anna, que bebe del realismo social de Kádár.
El cine ruso actual cuenta con monstruos como Andreï Zaytsev, o Zviáguintsev (ya citado por aquí), rara mezcla, este último, entre Antonioni y Tarkovski, y autor salido de la Escuela de actores de su ciudad natal, Novosibirsk, y conemporáneo de otros artistas locales como Yanka Dyagileva, Andrei Panin, Oleg Postnovo y el improvisador al piano, Roman Stolyar.
De Olivier Assayas me gustó
Viaje a Sils Maria, pero me decepcionó
Personal Shopper (2016), como me ha decepcioando este autor otras veces
El día más feliz en la vida de Olli Mäki (2016), del autor finés Juho Kuosmanen. Notable esa lucha de los directores fineses (Aki Kaurismäki) contra cierta concepción cinematográfica y social avalorativa y éticamente neutra.
The Wailing (
Goksung), del surcoreano Na Hong-jin (2016). Absolutamente desconcertante, lección de cine, con esos altibajos que, lejos de menguarla, contribuyen a la excelencia.
diegoT escribió:En todas las películas antiguas y modernas hay concesiones a la propaganda oficialista; pero por debajo de esa primera lectura siempre hay otra más universal y humana que con la perspectiva de los años asoma y se impone sobre la superficial.
Me has hecho recordar a Grigori Chujrái y su
El cuarenta y uno (1956), historia de amor entre una francotiradora del Ejército Rojo y un oficial zarista en los tiempos turbulentos de la Revolución de 1917.
Grigori Kózintsev rodó un
Don Quijote en el que aplica la estética y las ideas del cine soviético revolucionario circunscrito a la lucha de clases.
Aquí, la escena de la réplica de Don Quijote al fraile y su «enjambre de embelecos» en el palacio ducal.
Por cierto, Grigori Kózintsev rodó un sorprendente
Hamlet (1964) (justamente ovacionado por David Lynch), y
El rey Lear ( 1970) con música de Dmitri Shostakóvich. Gran influencia de los psicoanalistas rusos Wulff, Ermákov, Sabina Spielrein, Tatiana Rosenthal o Vera Schmidt.
Grigori Kózintsev anticipa el buen oficio en el encuadre de Emmanuel Lubezki.