No hay que olvidar que el multiculturalismo es hijo de la modernidad. Y por tanto hijo de una determinada teoría en torno a los valores.
A lo largo de la historia han existido tres teorías en torno a los valores, a saber, la objetivista, la subjetivista y la contructuvista. La teoría objetivista consideraba que los valores eran eternos e inmutables (a-históricos) y que eran aprehendidos mediante la razón por intuición. La teoría subjetivista, que nace con la modernidad, considera que los valores son meramente subjetivos y que son captados por unos órganos internos llamados sentimientos. Así cabría hablar de los sentimientos éticos o estéticos. Al considerar los valores como meramente subjetivos, es decir, irracionales, estos deberían de quedar en el ámbito de lo privado y el Estado debería de mantener una neutralidad axiológica. Si los valores no son aprehendidos por vía de la razón como en la teoría objetivista, sino por vía de los sentimientos, entonces son irracionales por no poderse dar cuenta de ellos desde la razón. Lo cual desemboca en un relativismo axiológico. Es decir, la tolerancia liberal por el multiculturalismo se apoya en una teoría subjetivista de los valores.
Y mi crítica hacia el multiculturalismo se apoya precisamente en una crítica hacia la teoría subjetivista de los valores. Según ciertas teorías constructuvistas los valores no son ni meramente objetivos ni meramente subjetivos, y por tanto, sí se puede dar cuenta de los valores aunque no según una razón apodíctica como en la teoría objetivista. Es decir, no todos los valores poseen igual validez o no todos los valores pueden fundamentarse, o dar razón de ellos, en un plano de igualdad. Esto último es precisamente lo que evita el relativismo axiológico sin incurrir el en dogmatismo axiológico de la teoría objetivista.
Es por ello por lo que en la actualidad, personajes como Adela Cortina, nos hablan de una ética de mínimos. Debido a que los valores no son meramente subjetivos se pueden alcanzar unos acuerdos (previo fundamento razonable de unos determinados valores) de mínimos y no de máximos como defendería una teoría objetivista en torno a los valores.
No estoy en contra del multiculturalismo dependiendo de cómo se lo entienda o de cómo se lo considere. Si por multiculturalismo entendemos que todos los valores de las diferentes culturas poseen igual grado de validez, o ninguno, por defenderse que los valores son meramente subjetivos, entonces estoy en contra de ese multiculturalismo relativista. Si por multiculturalismo se entiende que no se tiene que estar de acuerdo con una ética de máximos pero sí con un ética de mínimos entonces estoy a favor del multiculturalismo.
Creo que en la actualidad, y sociológicamente, al menos en el mundo Occidental, el multiculturalismo es entendido desde una teoría subjetivista de los valores. Y es precisamente ese hecho el que hace que no sepamos ni podamos resolver los problemas que se nos platean en un escenario multiculturalista.
Por cierto, se dice: “El multiculturalismo se nos presenta como algo positivo, un valor en alza, y poca gente se atrevería a criticarlo por miedo a ser tildado de xenófobo o derechista…..”
Sí, efectivamente, poca gente se atrevería a criticar al multiculturalismo por miedo a ser tildado de xenófobo y derechista. Lo curioso es que en realidad debería de ser tildado de izquierdista ya que la izquierda ha sido precisamente la defensora del universalismo en los derechos del hombre. Y esa es precisamente una contradicción que aún no ha resuelto la izquierda, al menos, desde mi punto de vista. Por una parte dicha izquierda nos habla de la defensa de unos valores universales que deberían de ser extendidos a todo ser humano y por otro nos habla de la defensa del multiculturalismo desde una concepción relativista del mismo. O existen una serie de valores mínimos (universalizables, que no universales) que se consideran que deben de regir independientemente de la sociedad o de la cultura de que se trate o se considera que no existen una serie de valores mínimos que puedan ser compartidos. Es curioso como cierta izquierda, y de puertas hacia dentro, nos habla de que es irrenunciable la defensa del feminismo, pero de puertas hacia fuera, no realiza la crítica pertinente por la situación que sufren las mujeres en otras sociedades.
Un Saludo