Nolano escribió:
El Estado del Bienestar ha acabado con la moralidad. En ese Estado no cabe la ética individual, que ha sido sustituida por una “ética de Estado” que, como ya he explicado en otros mensajes anteriores del hilo, no es tal ética, pues la ética tiene siempre como sujeto al individuo.
Si tomamos los dos modelos clásicos de moralidad, el aristotélico y el kantiano, es fácil ver cómo ninguno de los dos cabe en el Estado del Bienestar
Por su parte, si volvemos ahora la vista al modelo moral kantiano del “deber”, vemos cómo la omnipresencia normativa y coactiva del Estado del Bienestar suprime el concepto y la posibilidad del “obrar por deber moral”, y pone en su lugar la “obligación jurídica”
Así, no es raro que la sociedad moderna del Estado del Bienestar sea una sociedad amoralizada, carente de sentido moral. ¿Cómo recomponer esa moralidad perdida?
De todos los estados se puede decir: “no cabe la ética individual, que ha sido sustituida por una “ética de Estado””
De todos los estados se puede decir: “los ciudadanos no pueden escoger entre hacer el bien o hacer el mal, si tienen que hacer el “bien oficial” necesariamente, obligados por el poder coactivo del Estado”
De todos los estados se puede decir que: “suprime el concepto y la posibilidad del “obrar por deber moral”, y pone en su lugar la “obligación jurídica””
Por tanto, en todo estado: “los dos modelos clásicos de moralidad, el aristotélico y el kantiano” no tienen cabida.
Por tanto todo estado: “ha acabado con la moralidad”
Por tanto todo estado es: “una sociedad amoralizada”
Achacar continuamente al estado del bienestar consecuencias inherentes al funcionamiento de cualquier estado es muy sesgado. Así como es muy arriesgado asignar todas esas conclusiones morales a los estados por el solo hecho de existir. Curiosamente se parece mucho a los planteamientos anarquistas, tan validos como cualquier otros, pero que no creo que sea la intención de Nolano.
Nolano escribió:
Primero, la pluralidad axiológica en las sociedades contemporáneas. (…)
En mi opinión (y en el de la postmodernidad relativista) el problema de esos horrores no es el contenido material de los valores que los desencadenaron, sino algo más previo: la creencia de que determinados valores son los correctos y que, por tanto, deben ser impuestos a los demás, incluso por la fuerza, porque, si sostienen otros, es que están en el error moral.
Se deduce de lo anterior que:
Relativismo moral. No existen los valores morales correctos. Por tanto todos los valores morales son iguales y no deben ser impuestos coactivamente por el estado.
Nolano escribió:
Segundo, la inmoralidad de la pretensión por parte de algunos miembros de la sociedad, aunque constituyan una amplia mayoría, de imponer coactivamente su sistema de valores a los demás miembros (minoría) de la sociedad que mantienen valores diferentes.
Se deduce de lo anterior:
La mayoría no tiene autoridad moral para imponer coactivamente su sistema de valores a una minoría de valores diferentes.
Nolano escribió:
En mi opinión la única solución es implementar un sistema político de Estado mínimo o Estado subsidiario: devolver a los ciudadanos el control sobre sus propios actos y sus propias vidas; acabar con la omnipresencia del “político” en la vida pública e incluso en la vida privada de los ciudadanos. Y, naturalmente, devolver a éstos la responsabilidad de sus propios actos, elemento que actualmente aparece totalmente perdido en el maremágnum del Estado Providencia que dice garantizar la vida y bienes de sus ciudadanos desde que nacen hasta que mueren
Se deduce de lo anterior:
El estado debe tener la mínima presencia posible para que los ciudadanos tengan el control de sus propios actos y puedan ejercer su libertad personal.
No olvidemos, para hacer coherente la información, que la presente argumentación sobre estado y moralidad tuvo su origen en el presente hilo sobre el mérito, para justificar la moralidad de la evasión de impuestos por parte de los ricos.
Por tanto, podemos deducir que si los valores morales son relativos y todos son iguales de buenos, así como la mayoría no tiene derecho moral a imponer a una minoría sus valores, y que cuanto menor es la presencia de un estado mayor es la libertad personal del individuo. Efectivamente se puede deducir que los ricos parecen tener derecho moral al fraude tributario para disfrutar de una libertad económica absoluta.
Pero claro, esta forma de razonar es bastante peligrosa, pues con seguridad será asumida por violadores, pederastas, asesinos, ladrones, criminales de guerra, traficantes de drogas o terroristas.
Todos ellos podrán aducir que puesto que existe la relatividad moral y todos los valores morales son lo mismo, se deben respetar sus valores del asesinato sin ninguna cortapisa, asimismo la mayoría no-asesina no tiene derecho a coaccionarles mediante la privación de la libertad en establecimientos penitenciarios, simplemente por formar parte de una minoría que tienen como un buen valor el asesinato o la violación. Está claro que el asesino también está a favor de un estado mínimo que le permita expresar su libertad personal asesinando o torturando.
Creo firmemente que en absoluto es la intención argumental de Nolano, la justificación moral de los asesinos, ladrones o terroristas. Pero quizás llevado por su celo argumental no ha caído en la cuenta de que igualmente se pueden beneficiar los susodichos de sus premisas. Su argumentación sirve para justificar moralmente la evasión de impuestos de los ricos, pero también sirve peligrosamente para justificar moralmente cualquier acción criminal que transgreda las normas siempre coactivas de un estado.
Y no es licito pretender que la argumentación sobre la relatividad de valores y la inmoralidad de la imposición de los valores de la mayoría, así como la defensa de la libertad individual, solo debe ser tenida en cuenta para los valores financieros, sin que afecten peligrosamente a los valores morales sobre violencia, propiedad o integridad sexual.
Nolano escribió:
¿Dónde queda aquí el mérito? En la valoración subjetiva de cada cual. Pero dada la imposibilidad de retribuir los bienes y servicios según su presunto “mérito”, cosa subjetiva e imposible de objetivizar en las sociedades axiológicamente plurales, habrá que dejar que los ciudadanos interactúen y la retribución sea la resultante del libre juego de intercambio (intersubjetividad).
Es la misma peligrosa argumentación. Si las “sociedades axiológicamente plurales” no pueden “objetivizar” los bienes y servicios según “su presunto mérito”, por los mismos motivos, tampoco pueden objetivizar ningún otro valor moral. Por lo cual “dejar que los ciudadanos interactúen y la retribución sea la resultante del libre juego de intercambio (intersubjetividad)” es un principio que también puede dar cobertura a todo tipo de criminales, que agradecerían que se limitaran las leyes del estado y se les permitiera interactuar en un libre juego de intercambio de violencia.
Y para terminar, en mi opinión, resulta poco creíble que a la “pluralidad axiológica” le resulte imposible “objetivar” el valor de un kilo de patatas según el mérito del agricultor de Almería, pero le sea fácil objetivar una Ratio de Sharpe según la dinámica “del libre juego de intercambio” entre bróker de Walt Street.