Volviendo al asunto del hilo, me gustaría insistir un poco más en el lenguaje como "forma de hacer mundos".
A pesar de que llamé la atención de Agar sobre el uso incorrecto de "gémero" para designar otra cosa, el "sexo", y a pesar de que volví a hacer la misma llamada de atención a Tasia sobre el mismo punto, ésta sigue recalcitrante insistiendo en la incorrección:
Tasia escribió:
Con respecto al término "discriminación de género", tienes razón que la que normalmente se usa es "discriminación por razón de sexo"; escribí la primera simplemente porque es más corto, pero reflexioné y al margen de que la segunda aparece en la constitución, creo que la primera no es incorrecta y que alude a la discriminación que utiliza el género como instrumento
Merece la pena detenerse un poco más sobre este punto, que es donde está el meollo de lo que se discute en el hilo. Conviene, como primer paso, tener claro qué significa "género" acudiendo al Diccionario. Aparte de otros significados que aquí no son pertinentes, tenemos que fijarnos en dos. El primero, el de su uso en Gramática: "
Clase a la que pertenece un nombre sustantivo o un pronombre por el hecho de concertar con él una forma y, generalmente solo una, de la flexión del adjetivo y del pronombre."
El segundo significado es el de las dos primeras acepciones del Diccionario: "
1. m. Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes. 2. m. Clase o tipo a que pertenecen personas o cosas."
¿Qué pretensión hay, pues, tras el uso de "género" como equivalente a "sexo", tomando pie del uso gramatical de aquella palabra? Evidentemente, la pretensión de poner de relieve que los dos sexos determinan la existencia de dos clases o tipos diferentes de personas. Ciertamente no podemos negar que el diferente sexo es un rasgo que resulta muy pertinente en ciertos contextos (el de la reproducción de la especie, por ejemplo). Pero también hay rasgos muy pertinentes, como la estatura para elegir jugadores para un equipo de baloncesto, que, sin embargo, a nadie se le ocurre utilizar para separar la humanidad en dos géneros, el de los altos y el de los bajos. Ahora bien, si un profesor de Filosofía griega se dirige a la clase diciendo: "Queridos alumnos y alumnas", está utilizando un rasgo que, ciertamente, no tiene relevancia alguna en ese contexto, pues el sexo es totalmente irrelevante e impertinente.
Tasia sabe muy bien, por su formación, que el constitucional "derecho a la igualdad" ha sido interpretado sistemáticamente por el Tribunal Constitucional entendiendo que no se trata de tratar a todos por igual, sino de tratar igual las situaciones iguales y, también, tratar de forma distinta las situaciones diferentes. Por eso, si alguien pretende recibir un trato distinto (normalmente más privilegiado, pues nadie busca un trato más desfavorable) lo primero que tiene que hacer es "diferenciarse"; y lo más eficaz para visualizar una diferencia es llevar un nombre diferente. Por eso, todo colectivo que busque gozar de un estatuto jurídico diferente lo primero que tiene que hacer es que se lo perciba como diferente, y, para ello, darse un nombre bajo el que ser reconocido. La sistemática insistencia en tratar el "sexo" como "género" busca, sin duda alguna, propugnar que la mujer y el hombre tengan estatutos jurídicos distintos. Y un "estatuto jurídico" es un bloque de derechos y obligaciones determinado, buscándose con la diferenciación que digo que las mujeres tengan bien menos obligaciones, bien más derechos (o ambas cosas a la vez) que los hombres, sólo por razón de su sexo.
Como es de ver en este mismo hilo, los partidarios de la equiparación sexo-género aducen sistemáticamente una situación social discriminatoria de facto, acudiendo, por tanto a ese eufemismo tan utilizado de la "discriminación positiva", con el que se intenta que algo tan feo y malsonante como "discriminación" sea digerible.
Personalmente no soy ningún experto sociólogo y, por tanto, no sé si todo eso que se aduce responde a la realidad o no. Demóstenes ha narrado su experiencia personal en el ámbito laboral, que no se corresponde con el discurso oficial de discriminación salarial de la mujer. Yo, por mi parte, puedo decir que tampoco conozco ningún caso de discriminación salarial por razón de sexo (lo que no quiere decir que no los haya, solamente que yo no los conozco); de hecho tampoco conozco personalmente (sólo por los medios de comunicación) ningún caso de violencia por razón de sexo; aunque sí conozco personalmente el caso de un amigo mío desposeído de la custodia de sus hijas por una acusación de malos tratos que tengo por totalmente falsa (pues conozco bien a la pareja desde hace muchos años y sus dos hijas son amigas muy cercanas de las dos mías desde la más tierna infancia). Por tanto, no puedo discutir sobre esas cuestiones sociales.
Pero sí me considero más conocedor de las cuestiones lingüísticas y su "manera de hacer mundos". Antes de entrar en ese juego conviene tener presentes algunos antecedentes históricos donde el "género", entendido como "clase" a la que pertenecen las personas que se distinguen por ciertos rasgos, ha sido usado como paso previo a la configuración de estatutos jurídicos distintos: heleno y bárbaro, señor y siervo, ario y judío, cristiano viejo y cristiano nuevo, etc. La lucha por una universalidad del hombre como sujeto del Derecho ha sido dura y ardua. Creo que habría que pensárselo un poquito antes de derribar los resultados alcanzados, porque estas cosas se sabe cómo empiezan pero nunca se sabe cómo acaban.