Más vale tarde que nunca, Kierkegaard. Y me alegra que vuelvas a intervenir en el foro con mensajes de contenido filosófico.
Es importante destacar lo del "naturalismo absoluto". Porque el filósofo postmetafísico que quizá con más denuedo sigue defendiendo, como último bastión frente al positivismo o la facticidad, la razón trascendental aun en la postmodernidad, Habermas, se posiciona a favor de un naturalismo, aunque en su caso calificado de "débil".
A ello se refiere en "Verdad y justificación" (p. 32 de la edición española): "La contraposición entre el riguroso naturalismo de Quine y el idealismo del 'acontecer del ser' de Heidegger aparece hoy en múltiples variantes. En discusión con estas estrategias teóricas dominantes quiero introducir la alternativa de un naturalismo débil que ha sido ignorado por ambas partes".
De todas formas debo reconocer que esas distinciones entre "fuerte" y "débil", que a veces aparecen en la Filosofía contemporánea, me parecen un tanto forzadas y acaban vaciando de contenido los conceptos (en Habermas o en Vattimo con su pensiero devole). Se puede defender la resistencia a la facticidad incluso dentro de un naturalismo stricto sensu. Basta con considerar que es una habilidad genéticamente fijada en el Homo sapiens cierta capacidad de "anticipación" a los hechos, una plasticidad adaptativa sumamente versátil y una capacidad de modificación del entorno que le ha permitido sobrevivir en cualquier circunstancia ambiental, cosa que no ha conseguido ninguna otra especie animal o vegetal, si no es como huésped del propio hombre.
El naturalismo sólo se rinde a la mera facticidad bajo la concepción de especies biológicas cerradas y rígidas, modo aristotelico, como propugnan hoy algunos de cuyo nombre no quiero acordarme. Es, por tanto, la concepción de la especie lo que es rígido o flexible, no el naturalismo fuerte o débil.