Hola Elías.
Se han sucedido muchos hilos, pero antes de abordar otros temas no quiero dejar sin atender nuestro último intercambio respecto al tema que nos ocupa.
Decías:
Yo creo que la pregunta por un sentido último es un constitutivo existencial. Considero que es una dimensión que anida en todo ser humano y precisamente por serlo. Cuestión aparte es la respuesta que se dé a la existencia o no de un sentido último.
Exacto, esto que dices es lo que intento explicar. Pero quizás yo pretenda ir todavía mucho más allá. Claro que el preguntarnos por el Ser (nuestro ex-sistere) es constitutivo del ser humano; y por supuesto que podremos optar a múltiples posibilidades para elegir entre las diferentes vías que nos permitan responder a las cuestiones radicales: ¿por qué existimos? ¿por qué somos algo más que nada?, ¿por qué tenemos consciencia de ser-en nosotros mismos?
Pero esto, como sostiene Zubiri, son hechos comprobables; podemos demostrar y podemos explicar qué es el problema teologal, la angustia existencial, la náusea sartriana o el anonadamiento heideggeriano, y
sin necesidad de recurrir a Dios. Incluso la ciencia o el materialismo marxista pueden hablarnos de la ansiedad y/o la depresión (psicología y neuropsiquiatría) o de la alienación respectivamente.
Sí, ya hemos aceptado que el preguntarnos por la vida y la muerte es constitutivo del ser humano... ¿pero por qué? ¿Por qué es constitutivo del ser humano y no de otros seres vivos? ¿por qué el ser humano tiene consciencia de ser un ser-en sí mismo y el resto de seres vivos no? ¿O también otras formas de vida pudieran tener dicha consciencia de ser-en sí?
Las respuestas a estos
porqués, y es lo que llevo largo tiempo intentando señalar, están todavía muy lejos de ser halladas. Para contestar a estos porqués solo cabe
especular, es decir, construir teorías y leyes o, como se ha dicho por aquí, recurrir al "parche" de Dios. Y lo que vengo diciendo es que, al menos para mí, tan especulativa es, en este sentido, la vía teológica como la científica. ¿Por qué experienciar a Dios es un "parche" y experienciar científicamente no? No lo entiendo.
Todo lo que se vivencia o experiencia en la conciencia es real (verdad virtual) y, por tanto, tan real (verdad) es la posibilidad especulativa de creer en Dios como la posibilidad especulativa de creer que el Boson de Higins sea la partícula de Dios.
Sigues:
Ahora bien, Herrgoldmundo, hay una cuestión que no termino de entender muy bien. Y dicha cuestión tiene relación con la anécdota que relataste un día en el cual diste tu visión de las cosas en el colegio y posteriormente te diste cuenta, o te hicieron ver, que esa era precisamente la visión que poseía Ortega o Unamuno (no recuerdo muy bien qué autor era).
Lo digo porque da la sensación de que estás defendiendo que todo el mundo nace con algo que “está presente en él” y que lo guía de por vida al margen de las circunstancias que le acontezcan a lo largo de su biografía personal. Sé que una persona puede nacer con un carácter melancólico, por ejemplo, y toda su vida “sufrirá” de melancolía. O mejor dicho, afrontará su vida melancólicamente. Pero una cosa es un rasgo del carácter y otra bien distinta es una ideología o una concepción de la vida. Esta última no se hereda sino que se forja. Y se forja en función de las circunstancias personales que a cada cual le han tocado vivir en suerte. Se puede vivir melancólicamente la creencia en Dios como se puede vivir melancólicamente asumiendo la no existencia de Dios.
Bueno, a ver, yo no pretendí sostener, ni mucho menos, que una ideología o una cosmovisión pueda heredarse.
Volveré a explicar la anécdota, matizándola mejor.
Expliqué que, tras realizar un trabajo de filosofía en BUP, la profesora me preguntó si mi respuesta se debía a la influencia de Ortega (autor que, por entonces, desconocía por completo y al que, gracias a los planes de estudio de nuestro sistema educativo, tardé en conocer).
Lo que estaba en mí, potencial o
pre-presente, no era, por supuesto, la ideología de Ortega, sino una
pre-disposición o necesidad existencial que me instaba a preguntarme por cuestiones, a edad temprana, relacionadas con la vida y la muerte.
Lo que intenté explicar es que dicha pre-disposición, que yo atribuyo a factores biogenéticos, me llevó a construir o forjar, como bien señalas, mi propia cosmovisión vital futura, desde la
pre-ocupación por el sentido del Ser.
Contaré otra anécdota que considero muy ilustrativa para lo que intento explicar:
Recuerdo que una de las broncas más fuertes que tuve con mi padre (tendría yo unos 12 o 13 años) tuvo lugar un viernes por la noche, mientras emitían el programa de "La Clave", de Balbín. Yo estaba viendo la película "El séptimo sello", que habría de dar lugar al posterior debate, cuando llegó mi padre con prisas porque quería ver el partido de fútbol que emitían en el otro canal (solo había dos).
Me enfadé mucho, porque así, por las bravas, puso el partido de fútbol de los cojones (desde entonces detesto este deporte). Nos peleamos durante un buen rato, hasta que él, sin dar crédito a mis reivindicaciones y asombrado, me espetó:
- ¿Para qué quieres ver una película tan "rara", y además en blanco y negro?
Bueno, así era mi padre. Pero así era, y sigue siendo, la generalidad de la población.
Aquella genial película me hipnotizó, me maravillé ante aquel taimado caballero que intentaba burlar a la muerte jugando al ajedrez.
Tiempo más tarde me hice preguntas: ¿por qué estaba en mi ser aquella
pre-disposición para ver películas como "El séptimo sello", en vez de disfrutar con un partido de fútbol? ¿Por qué todos mis compañero prefirieron ver el fútbol con sus padres en vez de ver la película?
He llegado a la conclusión de que, desde pequeño, ya había
algo en mí que me determinó y/o condicionó para ser como soy.
Sigues:
Me cuesta aceptar, pero sé que se da, que de la cuna a la tumba se mantenga una fe incólume en cualquier tipo de creencia. Pero creo que en realidad se trata de apariencias. En el fondo siempre, y los grandes santos son un ejemplo de ello, existe una crisis de fe.
Insisto: no pretendí decir que desde pequeño tuviese una "creencia", sino una pre-disposición para sentir o pre-sentir, para pre-ocuparme, en definitiva, por cuestiones
que otros ignoraban.
Concluyes:
Discúlpame que sea tan puñetero pero creo que esto requiere de una matización. Zubiri decía que en la antigüedad el problema no era que no se supiera que “alguien” venía sino que el problema era saber quién era ese que venía. Posteriormente, y con la modernidad, esta visión empezó a quebrarse y la cuestión pasó a ser si “alguien” venía. Pero en la actualidad Zubiri nos hablaba de la existencia de un nuevo ateísmo. El viejo ateísmo era aquel que se preguntaba por si “alguien” venía y aún dando una respuesta negativa sí que se hacía esa pregunta. El nuevo ateísmo es aquel que ni tan siquiera se hace esa pregunta y asume a-críticamente que la respuesta es negativa o no tiene sentido. Digamos que antes, y ante la pregunta de si existe Dios un ateo diría que ¡No! mientras que ahora un ateo diría: ¡Yo, paso de todo!
Un ateo, el verdadero ateo, el ateo de toda la vida no es que se despreocupe por la pregunta de Dios sino que preocupándose por la pregunta da una respuesta negativa mientras que el que se despreocupa es el nuevo ateo. Y ese nuevo ateísmo era el que Zubiri juzgaba como el verdaderamente corrosivo o disolvente.
Por cierto, a un a-teo siempre se lo denomina por vía negativa. Pero sería necesario denominarlo por vía positiva. Es que un ateo no es el que no cree en Dios sino que un ateo es el que afirma que el Universo se basta a sí mismo para poder ser. Es que parece que un ateo no afirma nada sino que únicamente niega. Y no, un ateo, afirma como afirma cualquier otro creyente y por eso el ateísmo es también una creencia.
Acepto tu puñetería y tu matización. Sí, estoy de acuerdo con lo que dices; el ateísmo al que yo me referí sería el ateísmo de la modernidad: el que ya no se pregunta por el Ser porque se desentendió y se
olvidó de dicha cuestión.
Un saludo cordial.