Hablamos de “mujer”/”mujeres” y enseguida ponemos la mirada en su sexualidad, sea, hablemos de sexo.
Cuando decimos sexualidad, partimos de lo físico y material, pero ¡ojo!, que parece que lo que percibimos ya está modelado por ideas preexistentes sobre las diferencias sexuales y conforman esas categorías inamovibles de “hombre” y “mujer”.
El cuerpo produce significados sociales, pero también es producto de esas mismas significaciones. El cuerpo humano sexuado es un organismo biológico y como tal, es resultado de acciones combinadas y simultáneas de la naturaleza y del entorno. Entonces, ¿qué nos define a las mujeres los/algunos procesos biológicos o su significado?, y ¿por qué seguimos con ese rollo de definir mujeres y en cambio pasamos de definir a los hombres? Mira que definiendo nos vamos a dejar mucho fuera.
Morfología, instintos, pulsiones biológicas… son la materia prima para el desarrollo de la sexualidad, pero esa base material se trae debajo del brazo un conjunto de significados una “red de deseos”. Parece que ambos, procesos biológicos y significado, nos definen. El cuerpo es el lienzo y el contexto social lo que escribimos sobre él y es que sin socialidad la sexualidad humana no puede desarrollarse.
Entonces ¿cómo algo que ocurre fuera del cuerpo (socialidad y significado), acaba incorporándose a nuestra fisiología y a nuestros comportamientos ya sean conscientes como inconscientes?
Elizabeth Grosz, filósofa feminista, nos va a dar una pista al hablar de la conjunción de cuerpo y mente con la metáfora de una banda de Möbius. Dentro video.
Igual que la hormiga al desplazarse pasa de la cara interna de la cinta a la externa, sin levantarse del plano, así nos propone Grosz que miremos, el cuerpo (el cerebro, los músculos, los órganos sexuales, las hor monas…) como la cara interna de una banda de Möbius y la cultura y la experiencia como la cara externa. Pasamos de la cara interna a la externa sin modificar el movimiento continuo. Nuestra mente traduce la fisiología y conforma el sentido del yo interno (interior de la banda), pero caminando por el exterior de la banda acontecen conexiones con otros cuerpos y objetos que no son ese yo, entonces somos lo que sentimos, pero también lo que hacemos, creamos vínculos, somos esos procesos biológicos y también esa interacción social y lo social, lo cultural nos marca, nos elabora con textos, con enseñanzas, con normas, con diagnósticos… y nos modela como sujetos sociales. Se desconocen los límites de esta maleabilidad del cuerpo, sin embargo, sí sabemos que no hay opción, no podemos sustraernos del entorno, de la cultura, de la historia y quedarnos en la biología.
“¿Qué es una mujer?” preguntó Abascal, pues eso, “su madre, su hija y su hermana” ole él.