ludwig escribió:
Hola Demóstenes,
Respecto a la primera pregunta sobre los enunciados en Aristóteles, no lo acabo de ver. Por ejemplo, si decimos el enunciado "Perro y gato", puede ser ni verdadero ni falso, no?
Ten en cuenta que Aristóteles no considera que tu ejemplo sea un enunciado, pues no hay "rhema", no se predica nada de nadie, sino únicamente contiene dos nombres: "perro" y "gato". Tu ejemplo es solo una parte de una posible oración enunciativa, no afirma ni niega nada.
ludwig escribió:
Respecto a la segunda pregunta entiendo tu razonamiento. Lo único que aquí lo difícil es distinguir entre la diferencia entre propiedad, naturaleza y esencia. A grosso modo son sinónimas. Te has decantado por la opción b) pero al final acabas diciendo que a través de la dialéctica llegamos a las esencias.
Nombrar es una acción que alguien lleva a cabo. Ese alguien, para poder nombrar, debe necesariamente conocer la esencia o naturaleza de las cosas. Por esto los nombres son, en principio, asignados por el "onomatourgos" o ulteriormente por el filósofo, tal como lo entendía Platón, el dialéctico. Mantengo que no es relevante la distinción entre "esencia" y "naturaleza", aunque es cierto que pueda llamar a engaño (muy habitual en exámenes del tipo cuestionario). Lo relevante es que la opción c) introduce el verbo "imitar", pero imitar no es condición del nombrar. Dado que, según defiende ¿Sócrates? en "Crátilo" el nombre es una especie de reflejo de la esencia, aquel sólo puede ser impuesto por quien la conozca. Pero no recuerdo que diga nada sobre imitaciones.
Quizá otro compañero sostiene una postura distinta a la mía...