Creo que corresponde a una especie de criterio económico, es hasta inconsciente. Pero si te fijas ya estás apuntando a la verdadera cuestión: las palabras que se refieren a estados, o sea, cualidades. Decir alegre es sencillamente una forma de referirnos a una especie de sensación que identificamos mediante una serie de rasgos comunes, pero eso no significa que mi estar alegre sea el mismo que el tuyo. Pero también comprenderás que los matices pueden ser tan diversos que está bien meterlo en un "género" o una palabra general que abarque esos matices. La comunicación sería bastante difícil si hablásemos de grados de alegría, asi que usamos una palabra para designar un fenómeno común que compartimos los seres humanos. Hay cosas interesantes como el asunto del ASMR, al parecer es una sensación que sólo tienen algunas personas pero hasta hace poco no se había nombrado. Este no nombrarse puede deberse a que lo que se llama ASMR puede corresponder a un término que es más particular que otro más general y que denominamos para expresar un cuadro de sensaciones muy parecidas. Pero lo curioso es que el que tiene ASMR no sabe que lo tiene porque considera que todos los demás lo tienen, pero según parece lo tiene un porcentaje bajo de gente. Pues imagínate que lo que tú llamas "Alegría" está diferenciado del 90% de los que llaman "Alegría" a lo aparentemente mismo, y ahí entramos en el asunto de la referencia. ¿De qué estamos hablando? Los emoticonos en este sentido son lo mismo, pretenden dar una intención, materializar un estado, sea o no verdadero. Porque a veces preferimos una sonrisa a un "Te estoy sonriendo", y los gestos son muy importantes en la comunicación. Los emoticonos se usan para comunicar mediante una imagen un estado, como la alegría
o la tristeza
, aunque estos ejemplos que uso son muy burdos, pero al menos creo que aclaran un poco lo que quiero decir. Pero decir alegría también es simplificar, y sólo aquel que no termina de encuadrar una sensación termina diciendo "Es que siento algo como X pero no es X, es parecido". Es interesante plantearlo desde la fenomenología porque el análisis pone de relieve que las sensaciones no son fáciles de definir ni de transmitir, por eso nos es más fácil identificar el dolor producido por unos golpes de látigo que el padecimiento interno de un depresivo, al fin y al cabo, no se manifiesta, no se exterioriza o puede incluso malinterpretarse. Pues un
por convención designa un estado o una intención que se pretende exteriorizar, pero es tan simplificación como decir que estoy alegre, ¿y qué significa el decir algo si no sabemos realmente si esa alegría es la misma o se asemeja? A veces el lenguaje es pura economía, hasta concibo su génesis en una praxeología de la supervivencia de la especie. Pero eso es entrar en un debate sobre la génesis del lenguaje. La cuestión aquí es ver la razón de esta simplicidad, y esa simplicidad es sencillamente ágil y eficiente mientras cada sujeto de la comunicación se crea que ambos comparten de la misma forma eso que llaman "Alegría", pero mira que se han escrito poemas sobre la alegría o la depresión. El problema es cuando a uno no le convencen esos términos tan generales, pero porque en el fondo no son simples, se dan por simples. Uno se pregunta a si mismo seriamente lo que es estar alegre y se da cuenta de que no lo sabe y que hay mucho que pensar. Es como cuando uno se plantea seriamente lo que significa que una cosa se predique de otra, o que algo sea en un sentido otra cosa pero sólo en ese sentido. Pero eso ya es complicarse o ya estar complicado, y resulta que no mucha gente encuentra dificultades para entender un
o un xD, aunque luego vayan al psicólogo porque se sienten incomprendidos.
Y bueno, me pregunto, ¿cuando alguien deja de estar muy alegre a un poco menos muy alegre y luego alegre a secas y luego poquitín alegre? Y claro, es que hay gente que no entiende de muy o poco o grados. Voy a poner una cita interesante aunque no me guste mucho el asunto de citar:
Tengo frío o calor, estoy alegre o triste, trabajo o no hago nada, miro lo que me rodea o pienso en otra cosa. Sensaciones, sentimientos, voliciones, representaciones, tales son las modificaciones entre las que se reparte mi existencia y que la colorean alternativamente. Cambio, pues, sin cesar. Pero decir esto no basta. El cambio es mucho más radical de lo que creería en primera instancia.
En efecto, hablo de cada uno de mis estados como si formase un bloque. Digo, y con razón, que cambio, pero el cambio me parece residir en el paso de un estado al estado siguiente: de cada estado, considerado aisladamente, quiero creer que sigue siendo lo que es durante todo el tiempo que se produce. Sin embargo, un ligero esfuerzo de atención revelaría que no hay afecto, representación ni volición que no se modifique en todo momento; si un estado de alma cesase de variar, su duración cesaría de transcurrir.
Bergson.
La alegría no puede ser ni "la alegría" ni un
por el incesante fluir de ese estado que se modifica, porque si siempre fuese igual no hablaríamos ni de poco, ni de fu ni fa. Pero es que el lenguaje no está hecho para enumerar las distintas formas de darse este estado fluyente, porque normalmente el lenguaje se maneja con géneros y especies (en sentido aristotélico), y menos mal que es así porque es muy económico. No es lo mismo decir "Quiero un perro", que "Quiero un Chiguagua", que "Quiero un Chiguagua rosa con dientes de oro", y bien, la complejidad humana reside en esa barrera que se le impone al lenguaje para que la comunicación sea eficiente. Sí, para que la comunicación sea eficiente a veces hay que imponer límites al gran despliegue que puede suponer el intentar describir la alegría de cada uno en cada momento de su vida, porque quizá lo que uno quiere es consuelo y no describir minuciosamente su depresión.