Hola Elías
dices:
¿Entiendes ahora lo que yo estoy planteando? Porque créeme, es lo único que estoy planteando.
Claro que lo entiendo y tú conoces el término medio aristotélico, pues eso, no es ni mucho menos ese punto situado en el centro de otros dos y equidistante a cada uno.
dices: Eso sería como si a una mujer, ama de casa, se le empezara a pagar por una tarea no remunerada hasta la actualidad como planchar la ropa pero cuando un hombre, amo de casa, solicitara que igualmente se le pagara alguien le dijese: “Por tanto NO se le aplica la llamada PAGA POR PLANCHAR, porque lo que esta ley trata de corregir es esa desigualdad histórica.”
Cuando esta mañana terminé mi tarea no remunerada de dos horas y media de plancha, no fueron seis lavadoras, fui hiperbólica, fueron tres, la cuarta aun no estaba seca. No se me pasó por la cabeza pedir una paga a nadie por ello aunque dos horas y media de mi jornada laboral tengan un precio. Es un trabajo inevitable como otros muchos que ocurren en el ámbito doméstico. Algo que se negocia con el entorno familiar y se reparte equitativamente y por preferencias personales. ¿Imaginas una mujer ama de casa, sus ocho horas laborales más las extras por las que yo cobro el tanto que cobre? ¿la imaginas? haces un curro duro, agotador, físico, alienante, pues eso que has planchado, fregado, cocinado hoy está arrugado, sucio, y deglutido mañana por la mañana, día tras día el resto de tus días si no tienes medios para pagar a un profesional que lo haga por más de diez euros la hora, y cuando miras tu cuenta bancaria a fin de mes y allí nada entra, si es que tienes cuenta bancaria propia o cuando llega tu santos esposo molido de su curro y te pide la comida que tienes que haber hecho, o tus hijos tienen que estar alimentados, limpios, despiojados, estudiados y reprendidos en sus batallas campales y travesuras, cuatro hijos, cinco, siete ¿lo imaginas? y necesitas dinero para la compra y tienes que pedirlo y justificarlo, tú que trabajas duro y no entra nada a fin de mes en tu cuenta. Y si tienes mala suerte y te has enamorado de un chulo, resulta que te toca aguantar desplantes, que te digan que eres una inútil, que entro y salgo y llego cuando quiero y aquí nadie me dice porque yo entro la pasa. Y si este tipo del que te enamoraste se va de madre y quiere sexo sí o sí y tu tienes que estar disponible te apetezca o no o te calza dos guantazos porque le miras con cara de perrillo cuando el dice no sé qué. La hija de mi abuelo llegaba día sí día también llorando y golpeada a casa de sus padres, el día que el porrazo le puso el ojo morado mi abuelo no resistió más, cogió su escopeta de caza y entró en casa de su hija metiéndosela por el gaznate a su santo esposo. Como vuelvas a tocarla te reviento la cabeza y ahora, chicos, a llevarse bien, sed buenos y cerró la puerta. Estas escenas matrimoniales tan frecuentes no hace ni veinte años se siguen reproduciendo. Culturalmente son inaceptables y se trabaja desde las instituciones en educar a la sociedad para evitarlo porque lo privado ya es público. En mi entorno más próximo han maltratado a cuatro mujeres, dos de mis tías, la hermana de mi abuela y una de mis mejores amigas, tenía 17 años y su novio, actual marido, le calzó una patada en la tripa en un bar de moda por estar hablado con un fulano. Se trata de educar a los jóvenes para que esto no ocurra y de concienciar a las mujeres para denunciarlo, también a vecinos y familiares. Nadie a muerto en mi entorno pero no hay que ser un lindo cadáver con curvas para ser considerado violencia contra la mujer. El 9 de marzo de 2018, día internacional de la mujer y manifestación con mayor asistencia desde que tengo uso de razón, bajaba en coche a Madrid y con una compañera, frenamos en seco en medio de la calzada. Un chaval de unos 18 años había tirado al suelo a su novia y le estaba inflando a patadas el estómago. Frenamos y salimos corriendo del coche increpándole, otros tres chicos de distintos sitios comenzaron a perseguirle cuando éste salió escopetado. Ayudando a incorporarse a la chica le dijimos, sube al coche, vamos ahora mismo a denunciarlo a la guardia civil, vamos, nosotras te llevamos. Ella nos dio las gracias y dijo que no, llorando, que estaba bien, que se le había ido un poco la olla pero que se querían y que no iba poner la denuncia. Aun queda tanto por hacer.