Hola.
Elías: Tengo una mala noticia que darte. Y es que me voy a demorar lo que haga falta para exponer suficientemente lo que considero que subyace al artículo
En absoluto es una mala noticia. Ya te dije que te leo y aprendo. Igual soy yo la que te da la mala noticia a ti y es que te he leído varias veces y he pensado en ello así que es posible que también me extienda.
Creo que ponemos el foco en dos cosas diferentes. Tú te centras en el concepto “violencia” y despliegas para la explicación de su origen las tres concepciones ontológicas. En el centro de tu explicación se encuentra el “ser humano” (categoría que engloba al hombre y a la mujer), ¿es cultura, es naturaleza y cultura, es naturaleza? Desde este planteamiento dices tener argumentos filosóficos y científicos, al entender que “el ser humano” es naturaleza y cultura, para reducir a cenizas (esto es literario, disculpa) el argumento únicamente cultural que esgrime solo el “feminismo radical” (¡bien!, sólo el “radical”, no estamos tan lejos) al que consideras lobby y por tanto con poder, entiendo suficiente, para determinar cómo debe redactarse el ordenamiento jurídico en el marco Europeo (Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica), en el Español (ratificándolo y elaborando al efecto un código de Violencia de Género y Doméstica) todo ello en concordancia con la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, en el sentido de definir el concepto “violencia en el ser humano” y hacer entender que procede agravar la pena si la conducta violenta la ejercita un "ser humano" y no otro.
Yo hablo de “género” y no del “ser humano” y la cuestión que se debate es "género" no "ser humano" y por tanto entiendo que “género” es cultural. Por “género” se entiende los papeles, comportamientos, actividades y atribuciones socialmente construidos que una sociedad concreta considera propios de mujeres o de hombres, creo que en antropología se considera también una construcción cultural la categoría de “genero”. Y es que en base a las “diferencias” biológicas entre hombre y mujer y no en base a sus “similitudes” que son casi todas salvo la reproducción y la asimetría corporal, se construye a lo largo de la historia un edificio de derechos y obligaciones (en algunos lugares y épocas esos derechos no existen), se identifican comportamientos y se establecen clichés. Es esa idea de “género” la que combate el feminismo y la que se trata de derribar por haber sido y ser fundamento de sumisión, violencia, reducción, desigualdad, invisibilización, incapacitación, minoría de edad, esclavitud, pérdida de libertad… desde el origen de los tiempos a nuestros días a todo lo largo del planeta, con mayor o menor éxito y el punto de partida son los derechos humanos, la igualdad entre el hombre y la mujer, la libertad.
La agravante de genero que venimos discutiendo no hace una distinción entre la violencia que comete el hombre y la que comete la mujer. Claro que el ejercicio de la violencia está en el “ser humano” (hombre o mujer). La agravante de género supone una mayor pena cuando se interpreta, por un juez, que en el supuesto en concreto que está juzgando esa violencia ejercida por el hombre sobre la mujer lleva implícita esa cuestión cultural generadora de desigualdad, sumisión, ejercicio de poder… como la aplicación de la agravante de libertad sexual, religiosa, por cuestión de raza/etnia debe suponer que la actuación sea interpretada en cada caso concreto. Ese acto de violencia debe ser interpretado para ser agravado en el cálculo de la pena, lo cual no supone en ningún caso decir que la mujer no ejerce la violencia, que un homosexual (el/ella) no ejerza la violencia o un evangelista (el/ella) o un afroamericano (el/ella). Una mujer puede cometer un delito por motivos racistas o por motivos religiosos o contra la libertad sexual o violencia doméstica pero no por género porque jamás el hombre ha sido, por el rol social y cultural asignado por el hecho de ser hombre, objeto de sumisión, violencia, reducción, desigualdad, invisibilización, incapacitación, minoría de edad, esclavitud, pérdida de libertad… por parte de algún tipo de sistema social cultural que los ponga detrás de las mujeres desde el origen de los tiempos a nuestros días a todo lo largo del planeta. Cuando desaparezca este constructo social cultural que es el “género” y todo la carga negativa que ha acarreado a las mujeres, entiendo que debe desaparecer la famosa agravante que tanto nos está entreteniendo.