Hola,
Es interesante lo que debatís ya que el tratamiento de la areté en Platón y Aristóteles es completamente distinto.
Viven en una sociedad meritocrática, donde el esfuerzo para conseguir logros de tipo deportivo, artístico, político, guerrero, etc marcan la trayectoria vital de los jóvenes aristocráticos. De esa idea, de conseguir ser el aristos, el mejor, participan ambos pensadores y por ello fundan sus respectivas escuelas.
Ambos tuvieron problemas con el poder político del momento pero no hay que olvidar la actitud didáctica de ambos. Platón describe mitos para poder extraer conclusiones de ellos y de Aristóteles nos llegan sus lecciones, los apuntes de clase podríamos decir. Uno andaba mientras explicaba y los discípulos le seguían. El otro, Aristóteles, era más de estar de pie en el encerado. Sea como fuere, eran dos apasionados de la docencia como diríamos actualmente.
¿Por qué digo esto? Más allá de la necesaria interpretación de los textos cabe tener presente el ánimo con el que ambos desarrollaron su pensamiento: hacer una sociedad con personas más virtuosas.
Uno tiene la duda al leer La República si, como dice Silvanus, Platón piensa que las personas están determinadas por su tipo de alma deben dedicarse a una cosa u otra. En realidad un poco es así actualmente en muchos países; en Alemania, por ejemplo, hacen examen de selectividad a muy temprana edad y derivan a los chicos a una trayectoria profesional u otra. Es decir, se trata más bien de organizar a la sociedad.
Pero el areté es otra cosa, se trata de una armonía entre las diferentes partes del alma. En La República precisamente habla de los cuatro tipo de virtudes. En otro diálogo, en el Menón, habla de él en general y si es posible definir claramente el areté y obrar hacia él. En la última parte del diálogo se discute la hipótesis de que sea posible su enseñanza y, por tanto, si hay maestros de la virtud. El diálogo es un poco farragoso porque utiliza la hipótesis como forma de proceder y debo decir que es bastante rigurosa la exposición.
He releído un poco del diálogo y extraigo esta frase: la virtud no se daría ni por naturaleza ni sería enseñable, sino que resultaría un don divino, sin que aquellos que la reciban lo sepan. La Mayéutica busca precisamente sacar a la luz lo mejor de cada uno, un descubrirse a sí mismo y poder ser mejores.
En suma, tanto Silvanus como Estilpon están acertados en lo que comentan pero habría que matizar.
¿Qué ocurre con Aristóteles? Pues que al no haber ideas de virtudes no puede hablarse de dones divinos. Al eliminar esta concepción trascendente se evalúa por el acto. Pero en ambos casos la enseñanza de la areté es necesaria.
Saludos