Cuanto me enfrenté con el texto, tan inmenso, y con los exámenes anteriores, tan específicos, por primera vez sentí el desánimo en esta carrera, sentí el horroroso "no puedo". Me había matriculado y la dejé por imposible esperando a retomarla cuando acabara la carrera. Pero el cambio de sistema (Grado) me obliga a volver a ella, ya mismo. He probado todas las tácticas. Me he leído tema por tema, íntegramente, porque cada párrafo que intentaba saltarme se convertía en mi cabeza en la duda "y si es esto lo que cae en el examen, y después de estudiar tanto, me dejo justo esto". Bien, esa fue la primera fase y concluí que así no llegaba a ninguna parte. Nadie puede meterse una "enciclopedia" en la cabeza (al menos pacíficamente). Pasé al plan dos. Una tímida selección, un poco de síntesis no puede ser mala, pero aún así, el miedo no me dejaba saltarme casi nada. Así seguía sin llegar a ninguna parte. Ahora estoy en la fase tres, y como una alquimista preparo una poción homeopática, separando la mayor cantidad de materia para intentar llegar a la esencia y esto es lo que tengo que hacer, o logro el remedio o el veneno, no hay término medio. En este punto de dudas y "cocciones" me encontré con los apuntes de Kierkeegaard, y no sabes lo agradecida que te estoy, porque, aunque yo me haga los míos que es como mejor se fijan en la cabeza, al menos los cotejo con los tuyos y veo que no son tan dispares a la hora de separar lo esencial de lo secundario. Muchísimas gracias por tu amabilidad al colgarlos, ha sido un placer encontrar otro alquimista ocupado en la fabricación de la misma cocción.