Hola Ks, mira, traigo un cuadro con la “temporalización” de las tres dimensiones temporales que conforman la temporalidad del Dasein, tal y como nos has recordado en tu mensaje. Con él nos será más fácil “temporalizar”, “producir tiempo”. La temporalidad, como los demás existenciarios del Dasein, se manifiesta de forma propia o impropia
TEMPORALIZACIÓN
IMPROPIA
Pasado como olvidar
Presente como presentar
Futuro como estar a la espera
PROPIA
Pasado como repetición
Presente como instante
Futuro como adelantarse
Ks: Para Heidegger somos seres históricos, atareados temporalmente entre los objetos, marcados por la posibilidad de ser, de transformarnos en el tiempo. Pues somos posibilidad, cambio, proyecto, y esto se da en un tiempo existencial, propio del Dasein.
Ahora bien, en el ahora "curioseamos", vamos de un lado a otro entre los entes, nos perdemos entre ellos, nos dejamos llevar por la "novedad", por lo impropio y entonces hacemos en nuestra vida un tiempo falso, un tiempo que no tiene integrado el futuro ni el valor del "Instante". Así perdidos, elaboramos una falsa relacion con el futuro, al estar ajenos a nuestra propia finitud, a la inexorable muerte propia. Porque somos movidos por la "expectativa". Todavía la "angustia" no ha removido nuestros cimientos y seguimos en el juego impropio del uno y del mundo. Así, el ahora es mera sucesión, es dispersión, pérdida en el mundo, evasión impropia de uno mismo hacia el mundo.
Aquí podrías estar definiendo la caída, que tiene su sentido existencial en el presente, en el que la curiosidad nos presenta el ente, pero no para comprenderlo, sino sólo por ver y por haber visto. Es presentación incontenida y está tan poco interesada por eso que mira que, una vez mirado, deja de mirarlo para alcanzar a ver lo siguiente. Pues bien, ese modo de presente es lo opuesto al instante (segunda línea/impropio y propio). El instante pone a la existencia en situación y abre el “ahí” propio
La angustia está en el “ahí” del Dasein y la constituye el futuro, pero no el impropio del estar a la espera de algo sino de un futuro como adelantarse (tercera línea/impropio y propio). La angustia muestra la nihilidad, la insignificancia de todo aquello en lo que nos ocupamos, pero, a la vez, hace resplandecer la posibilidad de un modo propio de poder-ser, también las posibilidades mundanas. La angustia nos lleva de vuelta y abre la posibilidad de ser repetido ese haber sido, el pasado (primera línea/impropio y propio). Los pasados no están ni superados ni olvidados, se repiten. La angustia nos lleva a un estado resolutorio, me arrojo de nuevo en la cotidianeidad o elijo mi modo más propio de Dasein resuelto.
Quien está resuelto no conoce el miedo, pero comprende, precisamente, la posibilidad de la angustia como aquel estado de ánimo que no lo paraliza ni confunde. La angustia libera de las posibilidades “nihílica” y hace libre para las propias.
Ks: En cambio el Instante, ay, el Instante sí que es una temporalidad originaria, nos devuelve a nosotros mismos. El instante retiene en sí el futuro, nos anuncia ahora sí, que somos seres para la muerte y así nos devuelve a un presente distinto, originario, que como Nietzsche, también Heidegger llama "Instante". Así el Instante unifica los tres modos del tiempo (presente, pasado y futuro).
El modo del presente es el fenómeno más opuesto al instante. En el presente, nos dirá Heidegger, que el Dasein está en todas partes y en ninguna. En cambio el instante pone a la existencia en situación y abre el “ahí” propio. El instante es el presente propio, el momento en que el Dasein decide agarrar las riendas de las posibilidades a su alcance. Es una experiencia no objetiva del tiempo, esa que considera el tiempo como una sucesión de ahoras, como un tiempo lineal que es infinito en lo pasado y en el futuro. No, el instante es el momento oportuno para actuar de acuerdo con las circunstancias dadas. Es, es…
Moira: Ese momento de la auto-propiedad, en el que nos escogemos a nosotros mismos y dejamos de vivir en el olvido de nosotros mismos, es el momento en el que el Dasein deja de ser un Dasein fáctico: ese momento decisivo se caracteriza por el instante (Augenblick), por un mirar deliberativo, por el καιρός, no por el “ahora”. La concepción heideggeriana del instante merece unas pocas palabras. El instante no se corresponde con el “ahora”: es lo que posibilita el “ahora”. El “ahora” está determinado; el instante, no: el instante se determina en su ocasionalidad, cuando acontece. El instante, dirá Heidegger, refiere a la temporalidad originaria, y el “ahora” es un fenómeno del tiempo derivado. El instante (Augenblick) es el parpadeo, es lo que se capta de un vistazo.
No tengo palabras y además me golpea tan fuerte el corazón en el pecho...
La temporización no significa una sucesión de los éxtasis. El futuro no es posterior al haber-sido, ni éste anterior al presente. La temporeidad se temporiza como futuro que está-siendo-sido y presentante.
La aperturidad del Ahí y las posibilidades existentivas fundamentales que son la propiedad y la impropiedad están fundadas en la temporeidad. Pero la aperturidad concierne siempre cooriginariamente a la integridad del estar-en-el-mundo.
Aun resta hablar de la concepción vulgar del tiempo y de las manillas del reloj, pero eso será después o antes.