Muy interesante la conferencia, centrada en el Nacimiento de la tragedia, de Nietzsche.
Me preguntabas, Monterrey, por la percepción de G. Colli respecto de los dioses Apolo y Dionisos. En la conferencia muestran a Apolo como representación de lo civilizatorio y a Dionisos como la pulsión de la naturaleza, la pérdida de la individualidad, vaya, no he anotado todo lo que se decía así que doy pinceladas muy bastas. El caso es que a través de la tragedia lo apolíneo abraza a lo dionisiaco, lo envuelve, se lo apropia y lo devuelve sublimado. No se rechaza esa pasión por la vida, pero sí se redirige en forma de arte con intereses más… dóciles, hasta Eurípides, cuyas tragedias están cuajadas de razón y de otra lógica ajena a lo representado hasta entonces, algo más… socrático, más drama o película de acción, según Nietzsche o según yo que ya ando algo empanada este jueves noche. Disculpad mis maneras.
¿Y qué dice Colli? Pues que la contradicción es el rasgo de Dionisos, pero también de Apolo, veamos cómo.
Dionisos es sabiduría e impulso vital, es lo absurdo, lo imposible, la plenitud de vida, es un dios que muere como el hombre, también animal como el hombre, vale, y la mujer. Lo más oscuro de su sabiduría nace de ese exprimir la vida. Crueldad, violencia, venganza, pero también proximidad a deidades femeninas, como a Demeter, en los Misterios de Eleusis. Pero ¿Y el conocimiento? Es evocación y acontece en su culto orgiástico, ¿en el desencadenamiento animal de los deseos? Sí pero también en la danza, en la música, en el juego y en la alucinación, cuando se transita a un estado contemplativo, a la transfiguración artística y al control de la emoción desatada, y esto ya lo había rastreado Nietzsche o eso nos dice Colli, pues lo dionisíaco es instinto estético. En lo más álgido del desenfreno orgiástico, acontece la ruptura de la contemplación artística y visionaria, dando el salto a lo cognoscitivo a partir del “éxtasis”. Vamos que alcanzando el éxtasis en la orgía dionisíaca se produce una “liberación cognoscitiva”, y poseídos, “vemos”, es “manía” o “locura”, no es inconsciencia sino un estado de conciencia que nos aleja de lo cotidiano, como acontece en Eleusis. A Dionisos se le atribuye un poder “mántico”, que también emana de ese momento orgiástico y, dice Colli, “esa visión del futuro es precisamente el aspecto primigenio que asume el conocimiento de la verdad”. Deberíamos practicarlo antes de los exámenes.
En ese momento es cuando acontece la mayor contradicción pues el dios del deseo y el apetito sexual despreciará la vida y rompe con la esfera de lo sexual. Nos dirá Colli que las propias bacantes rechazarán cualquier tipo de relación sexual y tratarán de escapar de los envistes violentos de sátiros y hombres. Esta separación acontece cuando la vehemencia del instinto llega a su cenit, el éxtasis rompe. Las bacantes se vuelven furiosas, pero contra cualquier ataque por parte del macho. Otra contradicción, Dionisos aparece como masculino y femenino y, en la tradición órfico-eleusina, también como niño inocente.
Por aquí un texto
“Y otras sobre hojas de encina, su cabeza reclinaban en el suelo, humildemente, y no, como tú dices, ebrias de libaciones y de sonidos de flauta, a la caza de Cípride por la soledad del bosque.
Yo salí de un salto, porque deseaba apresarla, y abandoné el arbusto que había ocultado mi cuerpo.
Pero ella gritó: <<Perritas mías frenéticas, que esto hombres quieren cazarnos. Seguidme, seguidme armadas de tirsos en vuestras manos>>Nosotros, entonces huimos para evitar que nos despedazasen las bacantes…”
Bacantes, Eurípides.
Mañana Apolo.