No me había provocado grandes reflexiones esa viñeta en su día, cuando la trajo aquí Kierkegaard; pero ahora que la ha vuelto a traer Bud (se lo agradezco) me viene como anillo al dedo para ilustrar la lectura que estoy llevando a cabo de
L’être et le néant de Sartre (la traducción habitual,
El ser y la nada, sin dejar dejar de ser correcta, presenta algunos problemas semánticos que espero comentar más adelante, cuando cuelgue los comentarios que estoy elaborando para la asignatura “Corrientes actuales de la filosofía”).
(La traducción de los textos de Sartre que siguen es mía.)
Sartre escribió:
La libertad es el ser humano colocando su pasado fuera de juego al segregar su propia negación.
La cuestión que pantea Forges no es precisamente contestar a la serie de preguntas explícitas que se hace su personaje, pues éstas sólo contienen falsas alternativas, opciones meramente aparentes pero que no representan una auténtica elección. La pregunta (aunque implícita) que realmente se hace el personaje es: ¿tengo que someterme al dictado de ese cúmulo de falsas elecciones o puedo realmente elegir otra cosa?
Si el personaje realmente quiere salir de esa situación de falsas opciones y quiere ser libre, sólo podrá hacerlo, como nos dice Sartre, mediante la negación; negando esa situación a que se ha visto arrastrado y haciendo un corte con su pasado mediante la negación (como hacía Raimon en su famosa canción: “Diguem no!”), negándose a jugar el juego al que le conduce su pasado.
Sartre escribió:
La angustia es el modo de ser de la libertad como conciencia de ser.
Pero la libertad acarrea angustia. Una angustia de la que el hombre quiere huir, como el personaje de Forges que se autoengaña (“Insisto: soy libre”, se repite a sí mismo). El hombre intenta huir de la angustia objetivándose, poniéndose a sí mismo en un mundo de determinismo (físico o psicológico); pero evidentemente es una huida en falso. Hay que aprender a convivir con la angustia si queremos ser libres. Y la angustia, como Sartre se encarga de aclararnos, es algo muy diferente al miedo. La diferencia puede parecer sutil, pero Sartre lo explica con gran claridad, siguiendo a Kierkegaard (el filósofo danés):
Sartre escribió:
La angustia se distingue del miedo en que el miedo es miedo a los seres del mundo y la angustia es angustia ante mí mismo. (...) El hombre que acaba de recibir «un duro golpe», de perder en una quiebra gran parte de sus recursos, puede tener miedo de la pobreza amenazadora. Pero se angustiará un instante después cuando, retorciéndose nerviosamente las manos, exclama en sus adentros: «¿Qué voy a hacer ahora? Pero ¿qué voy a hacer?».
El personaje de Forges puede que tenga miedo ante ese futuro siniestro que se abre ante él, en ese mundo de falsas alternativas que, en el fondo, se le presenta como un estado de cosas determinado y determinista. Pero lo que es seguro es que el personaje de Forges se enfrenta directamente a la angustia: «¿Y qué voy a hacer ahora? ¿Seré capaz de cortar con el pasado? ¿De segregar mi propia negación?».