con la mía, no pretendía responder en exclusiva a tu aportación, sino a lo dicho en general en los últimos comentarios, y por eso también generalizo un poco. no obstante, creo que la comparación que haces entre Mainländer y Schopenhauer, o al menos del modo en que lo haces (hablar de un devaneo de sesos para esquivar el suicidio una vez hecho el diagnóstico pesimista, ironizar sobre el hecho de ser pesimista y dedicarse a placeres burgueses, etc.), sí hay algo de lo que indico.

creo que si la eudemonología es una parte muy fructífera, vista con los ojos y las preocupaciones de hoy, de lo que Schopenhauer nos aportó, con mucha mejor suerte que su estéril proposición de retiro pseudobudista, es precisamente porque para él este problema merecía algo más que un gesto de frivolidad, como el que sí caracteriza a Cioran; diría que saldarlo como algo parecido al resultado de «intentar justificar» el rechazo al suicidio para seguir comiendo filetes es algo injusto, pero es mi opinión, claro.

también por esa referencia a un «tipo de "excusas"», así en genérico, por parte de Lapidario, me parecieron aportantes los matices que indicaba; aunque no tienen por qué convenceros, claro.

abracci,

Llevo tiempo pensando en los motivos por los cuales el rechazo al suicidio me parece incongruente con la filosofía de Schopenhauer. Si llego a terminar el artículo y la revista llega a publicármelo podrás darme tu opinión. Y tranquilo, los filetes no forman parte de la argumentación

Edito: no veo frivolidad alguna en Cioran, pero aún no he acabado su Breviario. No sé

Alma escribió:
me estaba refiriendo exclusivamente al tema que estábamos tratando y no al pesimismo de Cioran más en general, claro, es decir, a lo del suicidio en el pesimismo, en el sentido de lo que indicaba Lapidario antes; una filosofía muy grave, con mucho pathos y mucho todo, la del rumano, para luego solventar el suicidio con una especie de chascarrillo.

Bueno, aquí podemos recordar lo que dice Schopenhauer sobre los chascarrillos: que bajo la risa se encubre la seriedad.

uy, pero una cosa es afrontar la gravedad de la vida con humor y sarcasmo y otra cosa es solventar temas importantes que requerirían de argumentos trabajados con una gracieta de bolsillo, que sería me parece a mí, lo contrario de hacer filosofía y una tarea para la que ya están nuestros retores parlamentarios; no creo que Schopenhauer se refiriese a esto. en lo demás, no en esa forma un poco infantil de despachar la cuestión del suicidio tal y como la apuntaba Lapidario, Cioran sabe bastante de sanos recursos a la risa, quizá por eso trata de hacer trampa en las partes importantes como si no se despeinase.

El tema es si más allá de una boutade o un comentario jocoso, hay o no en Cioran una reflexión sobre el suicidio que sea compatible con el hecho de no suicidarse. Y para eso no tengo respuesta, me temo: no he leído a Cioran y el especialista de mi familia en muerte y aniquilación es uno de mis hermanos mayores... Juan Nicho, al que admiro muchísimo (me puse Lapidario como nick, entre otros motivos, para que hubiera coherencia temática en mi familia). Publicó hace añísimos una revista que fue bastante polémica en su momento, llamada "Suicidio Autónomo": no una defensa de la muerte voluntaria sino un estudio sincero y abierto sobre la importancia de reflexionar sobre ella. Es casi imposible encontrar ya ejemplares en papel, pero alguien la escaneó: la traigo aquí por si resulta interesante:

issuu.com/suicidioautonomo/docs/suicidioautonomo

uau, ¡estupendísima aportación! ¡tiene una pinta suculenta! ¡gracias!

La revista está muy bien. He leído algunos artículos y me gusta el enfoque. Me recuerda al Mito de Sísifo. Recomendable 100% a los interesados en la vida y en la muerte.

Acabo de descargarla, esta noche le echo un vistazo. En alguna parte leí que la hora más frecuentada por suicidas son las cinco de la madrugada, ¿alguien puede corroborar ese dato y de dónde sale?

Excelente revista. Planificando qué artículo leeré primero. Supongo que las reseñas literarias y luego Maupassant. Me gusta porque hay un poco de todo, desde El teléfono de la esperanza (llamé una vez: mis deseos suicidas se convirtieron en deseos homicidas hacia el operador que me atendió. Aun hoy me pregunto si era un torpe o un gran estratega) hasta Dignitas, a la que en principio ya no es necesario acudir, aunque inquieta un poco que haya tanto médico objetor.