Buenas,
Deseo que no padezcas ningún tipo de frustración por haber empezado yo mi intervención diciendo "siguiendo con el hilo". Puedes estar seguro que leo y aprendo de tus aportaciones.
Me pareció interesante lo que dice Escohotado de Síbaris, de las luchas de poder dentro de la democracia, de lo que es bueno o malo para la polis, etc. Aún más interesante la posición de Pitágoras y de sus seguidores, que da una idea de cómo un solo hombre excepcional, como pasaría con Pericles en Atenas, puede romper la isonomía y la isegoría, propia de un sistema democrático, y no oligárquico.
¿Hasta qué punto el miedo, al que tú te referías, viene como recuerdo de un pasado donde un hombre, o un grupo de hombres (oligarquía), adquiere preponderancia sobre el resto y se convierte en tirano, enseñoreándose por encima de las libertades y las posibilidades vitales del resto?
Ahora bien, y aceptando que los hombres excepcionales pueden padecer dos tensiones contrarias:
1) El resto de hombres, "los demasiados" (en palabras de Nietzsche), sufren envidia ante las características del hombre excepcional.
2) El hombre excepcional, temeroso ante la ira del resto, se convierte en tirano, con el fin de someter y vencer al resto, dado que se cree poseedor de un aura, un don natural que le destina a ello, pero también como respuesta ante el riesgo que corre frente a "los demasiados".
Lo excepcional puede apreciarse en muchas cosas, como se ve en la persecución que hubo contra Sócrates (virtuoso) o las acusaciones que hubo contra Isócrates, sobre todo por sus riquezas materiales (al parecer había amasado una fortuna).
La pregunra sería: ¿cómo aunar lo excepcional, ya sea la educación de Sócrates tanto como el dinero de la nobleza, hacia un fin mayor, un fin que si bien no deshaga las tensiones inherentes a toda comunidad social, sí consiga una armonía hacia un fin común, tal vez patriótico, como ocurrió en Atenas?
Ahí creo en la paideia, en la educación cívica donde nos sentiríamos miembros, o partes, de algo más importante, y ante todo trascencente: saber que con nuestras acciones hacemos nuestra historia, no individual, sino individual-colectiva.
Un saludo.