Casi nunca se les presta atención a los impulsos de la mente. Estos impulsos no se ven pero se perciben si uno toma esa medida; no es sino dirigir la atención a la mente, nuestra mente, de la que casi nunca sabemos nada, como si no nos importara, como si fuese algo innecesario; la mantenemos en el traspatio como lo que se desecha. Sin embargo, aunque parezca mentira, sin ella no somos nada. Nos hemos olvidado tanto de ella, que nos cuesta trabajo ubicarla en nuestro interior, en nuestra propia cabeza. Nacemos con ella y morimos con ella y nuca la “tocamos”; es como si no existiera. Pero ocurre que es ella quien actúa, quien lo hace todo; gracias a ella el hombre ha alcanzado la tecnología actual; de ella nacen las ideas que construyen desde una olla de barro hasta una nave espacial.
Creo que te estás confundiendo enormemente. La mente es un concepto muy oscuro que no tiene sentido usarlo, es una mala abstracción. Es decir, todo pensamiento o sentimiento se hace sustancia y parece que brota de algo llamado mente. Sin embargo, lo que creo que es bastante claro es que lo que hay es un cuerpo que piensa y siente. Hacer de esas actividades u objetos una sustancia es un error que hay que achacarle a algunos filósofos.
Por otro lado, ¿cómo va a ser la mente aquello que hace que avancemos? Eso ya es eliminar del esquema la distancia entre cuerpos y la necesaria mediación que hay entre ellos en virtud del movimiento de estos. El hombre no descubre el mundo pensándolo sino actuando sobre él, pero también siendo afectado porque el hombre está en el mundo. Nosotros partimos de una sociedad consolidada en una tradición y un lenguaje, pero la génesis del lenguaje no está en la contemplación sino en la necesidad de emplear términos para poder contar, distribuir y delimitar tareas. El hombre no llama al mamut para pensar el mamut en si mismo sino para tener un término a la hora de poder referirse a lo mismo, y eso en virtud de la necesidad que hay a la hora de cazar. Es la interacción entre los cuerpos humanos lo que hace que haya un cambio.
Los impulsos son los pensamientos, a los cuales obedecemos o no obedecemos
Parece que es como si el Todo tuviese que ser ordenado por una Parte. Pero es que aquí parece que estamos haciendo un sujeto a los pensamientos. No, nosotros no "obedecemos" a los pensamientos como si fuesen una especie de parte aislada. Lo que hacemos es precisamente pensar nosotros mismos y decidir. Otra cosa es la causa de esos pensamientos.
somos según la clase de pensamientos que manejemos
O no. Yo puedo ser un mentiroso, incluso puedo ser alguien que piensa algo y que no actúa conforme a ello. Los pensamientos se materializan en la realidad a través de la exterioridad. Pero yo puedo pensar un tomate porque tengo ganas de comerlo y eso no hace que yo me defina por el acto de comer el tomate.
En este aspecto no somos uno, somos multitud
Eso genera confusión. Somos uno pero con pensamientos que se contradicen, o con contradicciones entre lo que pensamos y hacemos. Hasta cambiamos de personalidad en función del contexto. Pero no somos más de uno, somos radicalmente uno, sólo por el sencillo hecho de ser una unidad de percepción, un centro de percepción