Esta es una cuestión muy interesante, y que tiene también su tratamiento en Filosofía de la Mente, por lo que voy a aportar algunas ideas al respecto.
A la hora de explicar lo que ocurre en el mundo nos enfrentamos, hoy por hoy, a tres tipos de explicaciones. Las explicaciones deterministas, del tipo que encontramos en la física y la química y sus leyes de causa y efecto, la explicación basada en el "diseño" y la explicación funcional.
Conviene detenerse un momento en la explicación del diseño, para entender bien en qué consiste la explicación funcional y la relación entre los tres tipos de explicaciones. Supongamos un termostato; ciertamente el ingeniero que lo ha fabricado (y quienes conocen la maquinaria física subyacente al aparato en cuestión) pueden dar una explicación del primer tipo. Sin embargo, yo no sé cómo funciona el termostato; pero puedo perfectamente predecir cómo se va a comportar (cuando se alcance la temperatura programada, se va a activar para poner en marcha otro aparato; cuando se alcance otra temperatura programada, se va a desactivar), a pesar de que desconozco la cadena causal de acontecimientos físicos mediante los cuales se alcanza ese resultado. Pero eso no significa que yo no pueda dar una "explicación" de por qué estoy seguro de que la cosa va a ir así; puedo dar la siguiente: es que el termostato ha sido diseñado de esa forma por el ingeniero.
Cuando nos enfrentamos a procesos de tal complejidad que no podemos dar una explicación completa del suceso pero que, sin embargo, nos vemos razonablemente seguros de poder predecir acontecimientos, acudimos a la explicación del diseño. Por ejemplo, yo sé que si acerco el encendedor a la mano de Luis, éste va a retirar la mano al sentir que se quema. ¿Qué proceso físico químico subyacente hay en esos sucesos? Eso no lo sabemos con exactitud, así que nos "saltamos" la explicación mediante leyes físico-químicas causales y acudimos a una explicación de diseño: "porque el hombre es un animal y está diseñado por la evolución de la especie para conservar su propia integridad".
Cuando nos enfrentamos a procesos aún más complejos y de más difícil explicación aún en términos de causalidad físico-química, por ejemplo, cuando hablamos de la mente humana (y de fenómenos sociales) ni siquiera nos sirve la explicación del diseño. ¿Qué es lo que hace que yo me levante de la silla y salga a dar un paseo en este momento?
Ciertamente, podemos acudir a la doctrina cartesiana y decir que la res cogitans mueve la máquina física del cuerpo con arreglo a su voluntad (el "fantasma en la máquina" llamaba Gilbert Ryle a la mente cartesiana). Pero si no somos cartesianos, si somos monistas (y creo que todos los científicos lo son, al menos cuando se dedican a sus investigaciones) pensamos que hay un proceso físico-químico subyacente: un estado físico-químico neuronal en el cerebro que es causa de que se desencadene el efecto del movimiento físico de levantarme de la silla.
Pero si no somos aristotélicos (y nadie lo es hoy en día salvo la tribu de irreductibles que todos sabemos) no podemos atribuir eso a finalidades metafísicas. Entonces pensamos que el hombre tiene unas entradas de orden físico (percepciones, sensaciones, estímulos que entran por los sentidos) y unas salidas también de orden físico (acción, movimiento) y, entre medias, un proceso de estados neuronales conectados entre sí por una cadena causal físico-química. En resumen, hay siempre una cadena causal físico-química, pero cuyos eslabones (salvo el inicial y el final) son internos, invisibles. Pero esas situaciones no obedecen a ningún "diseño" superior, por lo que la explicación de este tipo, útil para explicar y predecir el comportamiento de las máquinas, no sirve para explicar la conducta humana. Por ello se acude a la llamada "explicación funcional".
La explicación funcional es, pues, una explicación en términos mentales, o en términos de las ciencias sociales, de procesos físico-químicos que desconocemos (y que, posiblemente, no podamos conocer nunca).
Estoy de acuerdo con Kierkegaard en que el texto que comenta de la Addenda es confuso y, tal como está redactado, no puede ser compartido. En dicho texto se confunde la explicación funcional con una explicación de tipo teleológico; lo que ocurre es que como el autor no quiere admitir fines metafísicos coloca los fines en este mundo, lo que los convierte en una "causalidad invertida", una causa futura provocaría un efecto presente; pero si la causa es futura, puede no producirse nunca, con lo que la "explicación funcional" (tal como se expone en la Addenda) arroja un "efecto sin causa", y deviene,así, incomprensible.
Pero si entendemos la explicación funcional de otra forma (como yo la he expuesto), el tiempo, el futuro, los "blancos móviles" no tienen nada que ver con dicha explicación. Los cambios en el entorno provocan (como nuevas entradas) cambios en los estados neuronales del cerebro y, en consecuencia, cambios en la disposición para la conducta de la persona, que ya se habrá adaptado a la nueva situación. Sólo se entendería la crítica del texto si, una vez recibido un paquete de entradas físico-químicas, el individuo quedase aislado del entorno y no recibiese ya nuevos estímulos físico-químicos y cerebrales asociados. Pero esa es una hipótesis falsa, puesto que la explicación funcional implica un proceso continuo de retroalimentación entre el mundo físico-químico externo conocido y el mundo físico-químico interno de estados y procesos causales desconocidos. No debemos confundir el fracaso en la explicación de una acción, con el fracaso de la acción que pretendemos explicar.